Puigdemont, un nómada por Europa si Llarena retira la euroorden

cristian reino BARCELONA / COLPISA

ESPAÑA

Enric Fontcuberta | EFE

El independentismo retoma la idea de volver a situar al expresidente al frente de la Generalitat

15 jul 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

La posibilidad de que el expresidente catalán huido Carles Puigdemont no regrese durante años a Cataluña está sobre la mesa y es muy real. En manos del juez del Tribunal Supremo, Pablo Llarena, está decidir si acepta o no la entrega del exmandatario catalán para que sea juzgado solo por malversación. Si rechaza la extradición, será con el objetivo de que no se dé la paradoja de que el que era el jefe de todos los procesados no sea juzgado por el delito más grave, el de rebelión, a diferencia de sus excompañeros de Gabinete. La acusación particular que ejerce Vox, de hecho, ya ha solicitado a Llarena que rechace la entrega. Y si el magistrado instructor de la causa en el Supremo se decanta por esta opción, al líder independentista le esperarían años como catalán errante por Europa. Es el caso también de los exconsejeros Toni Comín, Lluís Puig y Meritxell Serret, huidos en Bélgica. Puigdemont podría moverse con libertad por toda Europa, pero no podría volver a su casa en Gerona. Tampoco podría presentarse en la Cámara catalana para volver a ser investido. Aunque JxCat está a la espera de que el Constitucional resuelva el recurso contra la reforma de la ley de la Presidencia aprobada esta legislatura y que permite la investidura a distancia, sin que el candidato esté en el hemiciclo.

En el supuesto de que Puigdemont no pueda volver y tampoco sea investido, su futuro más inmediato, salvo que decida recurrir la resolución de extradición al Constitucional alemán, pasa por volver a instalarse en Bruselas, en Waterloo, desde donde llevará las riendas del secesionismo, dejando a Quim Torra la gestión del día a día de la Generalitat.

Pero Junts per Catalunya (JxCat) nunca ha renunciado a reelegir a Carles Puigdemont como presidente. Los independentistas reivindican su figura en cada acto público y lo presentan como el líder legítimo de Cataluña. Pero la investidura de Quim Torra y la apertura de un tímido diálogo con el Gobierno central parecía que dejaban al expresidente en un segundo plano, mientras resolvía sus pleitos judiciales muy lejos del Palau de la Generalitat.

Sin embargo, la Justicia alemana ha vuelto a ponerle en el centro del escenario. «Cada vez es más real la posibilidad de restituir a Puigdemont», afirmaron en JxCat nada más conocerse que el tribunal de Schleswig-Holstein decidía extraditar al líder nacionalista, pero solo por malversación.

Desde JxCat se atrevieron incluso a decir que no habría problema en que Torra se apartara para dejar su puesto al exalcalde de Gerona. Este supuesto sería posible si se ejecuta la extradición y Puigdemont regresa a España, donde solo con la acusación de malversación podría quedar en libertad provisional, como en Bélgica y en Alemania.

Ambición

Ahora bien, la elección de Puigdemont tendría unas consecuencias muy negativas sobre el incipiente diálogo iniciado entre los Gobiernos central y autonómico, pues el expresidente lidera el sector del independentismo que aboga por no bajar del monte. El nacionalista se ha convertido en el referente del desafío contra España. Por eso Puigdemont aspira ahora a ser el líder no solo de JxCat, sino de todo el independentismo. Ansía ser una mezcla entre lo que supone el movimiento político impulsado por Macron en Francia y el que lideró Alex Salmon en Escocia, que aglutinaba a todo el soberanismo.

En esta línea, los fieles al expresidente se reunieron ayer en Barcelona para acabar de perfilar el movimiento político transversal que pretende fagocitar a JxCat, el PDECat y, si se deja también, a Esquerra y que mañana se presentará en sociedad con Puigdemont y Torra al frente. Su primer reto es arrebatar la alcaldía de Barcelona a Ada Colau.