Pedro Sánchez aprecia en Torra voluntad de normalizar las relaciones

Paula de las heras MADRID / COLPISA

ESPAÑA

JORDI BEDMAR | Efe

Valora que acudiera al acto con el rey pese a participar en las protestas previas

24 jun 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Pedro Sánchez ni siquiera dedicó medio minuto a valorar el anuncio de Quim Torra sobre la ruptura de relaciones de la Generalitat con el rey por su discurso tras el referendo del 1 de octubre. El presidente del Gobierno prefirió hacer oídos sordos a algo que, desde su entorno, interpretan como mera gesticulación y se felicitó ayer de que el presidente catalán decidiera acudir por fin el viernes a la inauguración de los Juegos Mediterráneos en Tarragona. «El mero hecho de que el jefe del Estado, el Gobierno de España, el Govern de la Generalitat y el Ayuntamiento de Tarragona estuviéramos representando la voluntad del pueblo español respecto a la celebración de unos Juegos del Mediterráneo dice mucho de la voluntad de todos por intentar normalizar las relaciones y proyectar una imagen muy distinta de la sociedad catalana», dijo durante la comparecencia que siguió a su encuentro en París con el presidente francés, Emmanuel Macron.

Sánchez -que tiene previsto reunirse con Torra el próximo 9 de julio, dentro de su ronda de contactos con todos los presidentes autonómicos- admitió que aún queda mucho camino por recorrer para «restaurar la confianza» entre las instituciones, pero insistió en que hay margen para «empezar a resolver muchos de los problemas que afrontan de los ciudadanos».

Que el Ejecutivo está dispuesto a pasar por alto algunos desplantes del actual Gobierno de Cataluña ya quedó claro el mismo viernes en la rueda de prensa que ofreció su portavoz, la ministra Isabel Celaá, tras el Consejo de Ministros. «La fase de denuncia ya la tuvimos, ahora es necesario iniciar la cura -dijo-, por lo que vamos a mantener ese tono, con la Constitución en un mano y el diálogo en la otra». Celaá también adujo que si la Generalitat decide no invitar al rey a sus actos, como anticipó Torra tras manifestarse junto a la ANC y Òmnium contra Felipe VI, irá en su «menoscabo» y no en el del monarca porque no representaría a la totalidad de la sociedad catalana.

Lo importante para el Gobierno es que Torra se mueva en la legalidad. Ya asumió, dicen, que Carles Puigdemont, con el que se reunió esta semana en Berlín, no podría ser investido; renunció a designar a consejeros procesados por rebelión o sedición y, aunque fuera con gesto severo y tras hacerle entrega de un informe del defensor del pueblo catalán sobe la «violencia policial» en la jornada del referendo ilegal del 1 de octubre, ha estrechado la mano del rey, nuevo blanco de los reproches del secesionismo tras la salida de Mariano Rajoy del Gobierno.

En su acercamiento al Gobierno de Cataluña, Sánchez pondrá sobre la mesa, según insistió ayer en París, algunas cartas: la recuperación de inversiones pendientes y la retirada de recursos de inconstitucionalidad planteados por Rajoy contra leyes sociales aprobadas por el Parlamento catalán. De derecho a la autodeterminación, insisten en Moncloa, nada de nada.