Ana Julia Quezada: «No me importa si tengo que pasar el resto de mi vida en la cárcel»

La Voz LA VOZ / AGENCIAS

ESPAÑA

Chema Artero | EFE

La asesina confesa de Gabriel Cruz escribió una carta de su puño  letra al padre del menor

22 jun 2018 . Actualizado a las 11:54 h.

Ana Julia Quezada, la asesina confesa de Gabriel Cruz, ha enviado a Ángel, padre del menor, una carta escrita de su puño y letra desde prisión. Le pide perdón «de todo corazón» y dice «lamentar» todo el daño que le ha hecho a él y a la madre del pequeño, Patricia Ramírez. La misiva forma parte del sumario, de 1.800 hojas, que, desde el pasado miércoles, ya está a disposición de los abogados.

La carta manuscrita de Ana Julia Quezada dirigida a Ángel Cruz comienza así, según recoge El Mundo: «Ángel, no tengo palabras para decirte esto pero aun así lo voy a contar». «No tengo excusas por lo que hice, pero sólo sé que el miedo te bloquea porque eso me pasó a mí», prosigue. La asesina confesa del pequeño habla de accidente y dice: «Entiendo que no me creas porque es lo más normal y no tuve el valor suficiente para decirte que por un lamentable accidente te quité lo más grande que uno puede tener: un hijo».

Asegura además que no planificó el crimen y se escuda en unas pastillas que tomaba. «Me metí en una bola cada vez más grande y ya sabes que tomaba pastillas. Pero no quiero excusarme porque lo que hice está muy mal y no hay excusas que valgan», explica en la carta que dirige a su expareja y padre de Gabriel Cruz.

«No me importa si tengo que pasar el resto de mi vida aquí», dice Ana Julia Quezada, asumiendo que quizás tenga que pasar el resto de sus años de vida en la cárcel, ante la posibilidad de enfrentarse a la prisión permanente revisable.

 Acaba lamentando el daño causado y pidiendo perdón. «Lamento todo el daño que he hecho, sobre todo a Gabriel, a ti y a Patricia y a todos los familiares», dice. Y termina: «De todo corazón, perdona. Espero que algún día en vuestro corazón me perdonéis».

El pequeño murió dos horas después de comer

El niño Gabriel Cruz murió entre una y dos horas después de la «última ingesta de alimento sólido» al sufrir una «anoxia anóxica» tras una «asfixia mecánica por sofocación manual», en concreto una «oclusión extrínseca de los orificios respiratorios, fosas nasales y boca. Así consta en el sumario de la causa.

El estudio criminalístico, según recoge el sumario, al que ha tenido acceso Efe, señala que la muerte del niño se produjo entre las 15:30 y las 16:30 horas del 27 de febrero del 2018, poco después de que supuestamente se produjese su desaparición en Las Hortichuelas Bajas, en Níjar.

«Los alimentos encontrados se tratan de macarrones, tomate, cebolla y fibras musculares compatibles con carne, pescado o algún tipo de embutido», indican los forenses.

Asimismo, apunta que los análisis de los cabellos de Gabriel «ponen de manifiesto que no ha habido exposición a cocaína, heroína, cannabis, metadona ni anfetaminas durante el periodo de doce meses anteriores a la toma de la muestra».

«En caso de que hubiera alguna exposición, las concentraciones medias de los distintos compuestos se encuentran por debajo del límite de cuantificación de nuestro método», apostillan. Lo mismo ocurre con los análisis de sangre y orina.

Los forenses indican que la oclusión extrínseca de los orificios respiratorios se produce de forma accidental con mayor frecuencia y mucho menos en casos «de etiología homicida», añadiendo que en estos últimos existe por lo general una «gran desproporción de fuerzas».

También destacan que en el cadáver del niño eran «muy llamativos los signos generales de asfixia».

En otro de los informes incluidos en el sumario se relata lo ocurrido tras la detención en Vícar (Almería) de Ana Julia Quezada, que tuvo lugar sobre las 12:40 hora del 13 de marzo del 2018.

Apenas veinte minutos después el secretario judicial de guardia recibía por teléfono la noticia de que había sido hallado el cadáver de Gabriel en el maletero del vehículo de la investigada, que fue trasladado a la Comandancia de Almería sin manipular.

Una vez en dependencias de la Guardia Civil y ante la comisión judicial y el Ministerio Fiscal, fue cuando se produjo finalmente el levantamiento del cadáver, que estaba «completamente cubierto de pequeñas piedras y tierra arcillosa».

Al finalizar su investigación, el instituto armado ya informó de que el niño había permanecido desde su muerte enterrado junto a un pozo en una finca del padre en Rodalquilar, de donde presuntamente lo extrajo la ahora detenida para trasladarlo a otro lugar el día de su arresto.