¿Quién es quién en la sucesión de Rajoy?

La Voz / Agencias

ESPAÑA

EFE

Finalmente son siete los aspirantes a liderar el PP. Al duelo Cospedal-Sáenz de Santamaría se suma la tercera vía de Pablo Casado y los proyectos de otros precandidatos sin opciones reales de ganar

20 jun 2018 . Actualizado a las 16:53 h.

Génova se prepara para transformarse en un campo de batalla. La decisión de Alberto Núñez Feijoo de optar por quedarse en Galicia y no presentar su candidatura para suceder a Rajoy al frente del PP provoca que se esfume la única posibilidad de lograr una candidatura de consenso. María Dolores de Cospedal y Soraya Sáenz de Santamaría ya han dado un paso al frente en un duelo que se prevé fratricida. A estos proyectos se suma la tercera vía de Pablo Casado y la apuesta de otros precandidatos sin opciones reales de convertirse en el próximo líder del PP. Todos los que quieran postularse tienen de plazo hasta mañana a las 14.00 horas para presentar cien avales de afiliados.

Estos son los políticos populares en liza: 

Sáenz de Santamaría, la «vice» que acumuló poder

Luca Piergiovanni

Mantuvo la incertidumbre sobre sus intenciones hasta solo un día antes de que acabara el plazo para presentar las candidaturas pero en el entorno de la exvicepresidenta -tras el cambio de Gobierno, solo diputada rasa- daban por hecho que se presentaría a las primarias con unas opciones que afloran tras la renuncia de Feijoo. Una aspiración confirmada esta mañana y para la que Soraya Sáenz de Santamaría pretende poner  en valor su experiencia como número dos del Ejecutivo y coordinadora del Gobierno del PP. Esta vallisoletana de 47 años tendrá, sin embargo, que emplearse a fondo para intentar revertir la mala imagen con la que cuenta dentro del partido, en donde genera grandes desconfianzas.

Soraya, la que durante muchos años fue conocida popularmente como la «vice», da un paso al frente para suceder al hombre que la aupó a su número dos y le mantuvo su confianza, a pesar de que la acumulación de poder en sus manos fue visto con recelo dentro del PP, y no solo por los que durante el Ejecutivo de Rajoy fueron los ministros más veteranos, agrupados en el denominado G8. De sobra es conocida su enemistad y rivalidad con Cospedal, secretaria general del PP que también aspira a las primarias, lo que hace temer en Génova una guerra abierta.

Una barrera insalvable que se visualizó durante la pasada festividad del Dos de Mayo en Madrid cuando ambas asistieron juntas al acto sin mirarse ni cruzarse una palabra y con una silla vacía en el medio. 

Soraya opta a liderar al PP tras una carrera de 18 años al lado de Rajoy, desde que siendo abogada del Estado pasó a formar del equipo del que entonces era vicepresidente de José María Aznar. Desde ese momento ambos caminaron juntos en el Gobierno y en la oposición, avanzando primero de puntillas y pisando fuerte después en cargos diversos en el Partido Popular, como secretaria de política autonómica y local del PP y portavoz del grupo popular.

Esa etapa en el Congreso, donde confesaba que le subía la adrenalina, con sus rifirrafes dialécticos con la entonces vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega y después con su sucesor, Alfredo Perez Rubalcaba, fue la que le permitió que los ciudadanos la situaran ya como uno de los valores en alza del PP.

En estos 18 años, Sáenz de Santamaría ha vivido de todo junto a Rajoy, desde grandes ocasiones como las victorias electorales, sobre todo la mayoría absoluta del 2011 tras la que el líder la convirtió en vicepresidenta, hasta momentos delicados en la gestión del Ejecutivo, sobre todo ante el desafío soberanista catalán, que ella se ocupó de dirigir. Tras las elecciones del 2016, y con el nuevo gobierno nombrado por Rajoy, Soraya perdió la Portavocía del Gobierno pero sumó al Ministerio de Presidencia las competencias de Administraciones Territoriales, lo que la convirtió en la abanderada del Gobierno para hacer frente al problema catalán. Un rotundo fracaso aún encallado. 

Los que la apoyan, denonimados sorayos, contraponen, sin embargo, a este debe los logros del Gobierno que Sáenz de Santamaría se ha encargado de coordinar, recalcan, con éxito, además de destacar el tiempo en el que le tocó, como portavoz del Ejecutivo, explicar las medidas -muchas de ellas muy duras- que tomaba el Ejecutivo para salir de la crisis económica.

Sus críticos, por su parte, ponen el foco en que Soraya no protegió suficientemente las siglas del PP cuando los escándalos de corrupción castigaron a la formación. Los afiliados del partido lamentan también por su parte la poca dedicación y el desinterés que Sáenz de Santamaría ha demostrado hacia las bases. Todas estas cuestiones le han supuesto grandes enemistades dentro de su propia formación. 

María Dolores de Cospedal, la otra «número dos»

SUSANA VERA

La exministra de Defensa y secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, preparaba su propia candidatura pero aplazó su presentación hasta conocer el futuro de Feijoo. Resuelta la incógnita, también se postula asegurando que siempre ha dado la cara por el partido e incidiendo en que en varias ocasiones se la han partido (de forma figurada), un elogio (a sí misma) convertido en reproche implícito a su eterna rival.  Y con ese aval, el de haber estado a las duras y a las maduras en la dirección del PP Rajoy, quiere Cospedal ahora ganarse el voto de los militantes y compromisarios.

Cospedal es junto a Soraya la otra dirigente política que siempre ha flanqueado a Rajoy. Primero en el PP y, tras ser nombrada ministra de Defensa en el 2016, en el Ejecutivo. Un ascenso con el que el expresidente premiaba una lealtad a toda prueba demostrada en los últimos años desde las entrañas de Génova. Una recompensa a quien durante diez años dirigió una organización política que ha tenido muchas luces -electorales- pero también demasiadas sombras -de corrupción-, que todavía hoy oscurecen al PP.

Con el liderazgo de la formación quiere Cospedal culminar una carrera política que comenzó en los gobiernos de José María Aznar, en los que fue subsecretaria de dos ministerios, y continuó en la Comunidad de Madrid que presidía Esperanza Aguirre, como consejera de Transportes.

En el 2008, en el convulso congreso de Valencia en el que renovó el liderazgo del partido, Mariano Rajoy apuesta por Cospedal para la Secretaría General. Con ella en este puesto, el PP logra las históricas victorias electorales del 2011. Primero en las elecciones municipales y autonómicas y después en las generales, que le dieron a Mariano Rajoy el Gobierno con una holgadísima mayoría absoluta.

Aquellos fueron los mejores momentos para Cospedal, que además lograba su propia gran victoria en Castilla-La Mancha. Durante cuatro años compaginó el cargo de presidenta autonómica con el de «número dos» del partido.

Pero pronto llegaron los malos tiempos para el PP, y no solo por los reproches a las medidas drásticas del Ejecutivo para atajar la crisis. Los casos de corrupción en el partido lo empañaron todo.

A Cospedal le tocó dar la cara defendiendo al partido y a su líder ante más de un terremoto, especialmente el provocado por la trama Gürtel y el caso Bárcenas. Y la secretaria general asumió un duro papel que le llevó incluso a enfrentarse en los tribunales con el extesorero. La famosa «indemnización en diferido», explicación que empleó para detallar el despido de Bárcenas, la sigue persiguiendo.

Fue un periodo de mucho desgaste sobre todo para ella, muy criticada en la oposición pero también desde algunos sectores del PP, en un momento en el que también hubo distanciamiento entre el partido y el Ejecutivo.

Pero además, en su comunidad, Cospedal aplicó con más rigor que nadie las recetas de ajuste para controlar las cuentas públicas. En su haber está la reducción récord del déficit, pero en su contra una gestión que fue muy cuestionada en lo social, una reforma de la ley electoral muy conflictiva o acusaciones de manipulación en la televisión pública regional.

En sus peores previsiones, Cospedal pensaba gobernar de nuevo Castilla-La Mancha con el apoyo de Ciudadanos, pero en mayo del año pasado las urnas la dejaron a un escaño de la mayoría absoluta y sin posibilidad de acuerdo -C's no obtuvo representación-. Un pacto de los socialistas y Podemos le arrebató el Gobierno regional.

Tras aquellos comicios, en los que el PP perdió buena parte de su poder territorial en toda España, Rajoy mantuvo a Cospedal como «número dos», pero llenó la cúpula del partido de caras nuevas en su remodelación de junio del 2015.

Pablo Casado, el joven de Aznar y Rajoy que nunca ha escondido su ambición

Javier Lizón

Su paso al frente fue una sorpresa que dejó «descolocado» a algún responsable regional del PP. El vicesecretario de Comunicación de la formación, Pablo Casado, fue el primer miembro de la cúpula del partido que anunció su intención de concurrir a la carrera interna para suceder a Mariano Rajoy, una candidatura que muchos atribuyen a la falta de decisión (y posterior negativa) de otros esperados nombres como el de Alberto Núñez Feijoo y que otros ven como una tercera vía ante la posibilidad del choque Soraya-Cospedal. Aunque su dominio territorial es flojo, puede capitalizar el voto joven.

«Yo sí quiero presidir el PP; no podemos seguir arrastrando los pies durante toda una semana para pensar quién quiere liderar un partido que es uno de los pilares fundamentales del sistema democrático español», confirmó ayer el propio Casado en las puertas de Génova.

Lo cierto es que su nombre siempre ha sonado cuando se especulaba sobre el futuro del PP, aún cuando nadie imaginaba que este sería tan inmediato. Las circunstancias lo han acelerado todo. Casado no ha querido esperar más y ha admitido que tiene la ambición necesaria para optar al cargo.

Palentino de 37 años, diputado por Ávila, abogado y economista, Pablo Casado ha tenido una meteórica carrera en el PP, donde entró en el 2003 y solo dos años después fue elegido presidente de Nuevas Generaciones, cargo al que accedió, como subrayó en las últimas horas, con el voto de los militantes, y que ocupó durante ocho años, hasta 2013.

Además, fue diputado en la Asamblea de Madrid entre 2007 y 2009, años en los que era presidenta de la Comunidad Esperanza Aguirre. Después dejó su escaño para ser director del gabinete del expresidente Aznar.

Diputado en el Congreso por la provincia de Ávila desde el 2011, Casado dio el salto a la cúpula del PP cuatro años después. El partido le nombró primero portavoz de la campaña de las municipales y autonómicas de mayo de ese año, y cuando Rajoy decidió renovar la dirección tras los malos resultados obtenidos, le nombró vicesecretario de Comunicación. Desde su aterrizaje en la cúpula popular, Casado ha estado muy presente en los medios de comunicación en su calidad de portavoz.

Pero además ha tenido una agenda repleta, en muchos casos mucho más cargada que la de sus compañeros del comité de dirección, y ha acudido, como invitado o participante, a actos sociales y culturales de toda índole.

El vicesecretario de Comunicación siempre ha presumido de llevarse bien tanto con todos en su partido como sus mentores en política y de haber trabajado con Aguirre y Aznar, y lo ha hecho también en los momentos en los que la tensión entre ambos dirigentes y Rajoy ha sido evidente. Un pasado como director de gabinete de Aznar que, sin embargo, hace recelar a algunos populares que no terminan de ver que sea la mejor opción e, incluso, recuerdan que en el 2015 el expresidente del Gobierno le dio su aval. «Si alguna vez me tiene que renovar alguien, que me renueve Pablo Casado, que es un tío fantástico», llegó a proclamar Aznar.

También hay quien no ve nada clara su trayectoria cuando está pendiente de la investigación sobre el máster que cursó en la Universidad Rey Juan Carlos. Ayer mismo la jueza del caso pidió al Congreso que certifique su condición de diputado. El exrector de la URJC también ha sido citado.

Y es que Casado da el paso tan solo dos meses después de haber vivido una intensa polémica sobre su currículo, la velocidad con la que aprobó asignaturas de derecho o la forma en la que obtuvo títulos de universidades extranjeras.

En aquel momento, Casado se defendió con uñas y dientes, mostró todos sus expedientes y presumió de su inquietud por formarse continuamente para estar preparado tanto para su vida pública como para cuando se incorpore a la actividad privada, aunque no parece que esto último vaya a ocurrir pronto.

García-Margallo, el verso suelto que quiere presidir el PP

Juan Herrero

Reconoce que ha comenzado la recogida de avales de manera «casi artesanal», con una «organización de voluntarios», pero, aún así, y tras la renuncia de Feijoo, el exministro mantiene a sus 73 años su candidatura. «No es un concurso de belleza, sino un concurso de ideas», remarca. 

José Manuel García-Margallo es un verso suelto dentro del partido. Ya cuando era ministro de Asuntos Exteriores era conocida su forma desinhibida de expresarse, que no siempre coincidía con la postura oficial de la mayoría de sus correligionarios. También es célebre su falta de sintonía con Soraya Sáenz de Santamaría durante esos años en que los dos coincidieron en el Ejecutivo, diferencias que se incrementaron en los últimos tiempos, especialmente desde que Rajoy dijo que se apartaba de la Presidencia del PP. Fue entonces cuando el exministro llegó a decir que iba a hacer «todo lo posible» para impedir que la exvicepresidenta ocupara la portavocía del PP en el Congreso y llegó a comparar su poder con el de Godoy.

En varias ocasiones la ha culpado de tomar «decisiones equivocadas», especialmente en Cataluña, y de ser «la única responsable» de todas las decisiones estratégicas, aunque siempre ha dejado claro que sus discrepancias son políticas y no personales.

Rajoy prescindió de García-Margallo en noviembre del 2016, tras la legislatura fallida que obligó a repetir elecciones en ese año, por lo que ejerció casi cinco años como titular de Exteriores, en los que no obvió ningún tema por polémico que fuera: desde Cataluña a Gibraltar o Venezuela, y dotó a la política exterior de un nuevo marco legislativo con la aprobación de numerosas leyes.

Actualmente es diputado y presidente de la Comisión mixta de Seguridad Nacional, donde hace valer su experiencia en asuntos de la Unión Europea y sus conocimientos en materia de economía.

Con más de 37 años de diputado a las espaldas, la mitad en Europa y la otra en el Congreso, García-Margallo sigue en la Cámara Baja como parlamentario por la circunscripción de Alicante.

Estrecho amigo de Rajoy desde hace años, se le atribuyó ser cabecilla del llamado G8, el grupo de los ocho ministros más cercanos y amigos del entonces presidente del Gobierno, aunque algunos acontecimientos les ha llevado a distanciarse.

Analista refinado, buen orador y de carácter abierto y cordial, siempre ha expresado su opinión en todos los temas, aunque le costara críticas incluso dentro del Gobierno, y ha sido tajante en sus decisiones, como por ejemplo en la destitución de embajadores cuando fue ministro.

García-Margallo fue el ministro más veterano de Rajoy, nació en Madrid el 13 de agosto de 1944, es licenciado en Derecho por la Universidad de Deusto (Bilbao) e inspector de Finanzas del Estado desde 1968.

Europeísta convencido, la carrera de diputado de García-Margallo arrancó con las Cortes Constituyentes en 1977 por la Unión de Centro Democrático (UCD) de Adolfo Suárez.

Desde que tomó posesión de su cargo el 22 de diciembre de 2011, siempre se implicó en el proceso soberanista catalán y defendió que una Cataluña independiente quedaría fuera de la UE.

Esa implicación le ha acarreado las mayores críticas, especialmente porque era el ministro de Exteriores, lo que no le impidió participar en un debate electoral con el líder de ERC, Oriol Junqueras.

Gibraltar fue su otra obsesión durante su mandato: nada más tomar posesión, dejó clara su postura en una conversación con un eurodiputado británico al que soltó: «Gibraltar, español».

Afrontó también un deterioro en las relaciones con el Gobierno venezolano de Nicolás Maduro, llamando a consultas hasta en dos ocasiones al embajador en Caracas.

Uno de sus logros fue conseguir para España un asiento no permanente en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas durante 2015 y 2016.

García-Margallo domina el francés e inglés y entiende el italiano y el portugués.

Al margen de su labor política, ha escrito varias obras centradas en la crisis y en el papel de Europa, y como ministro le dedicó muchas horas a su último libro, Todos los cielos conducen a España. Cartas desde un avión.

José Luis Bayo, otro exlíder de Nuevas Generaciones

Su candidatura tiene escasas posibilidades de llegar a buen puerto al ser poco conocido y representar, por su juventud, el mismo espacio de Pablo Casado. De hecho, preguntado por si más adelante podría retirar su candidatura, no lo ha descartado. Eso sí, el ex presidente de Nuevas Generaciones de la Comunidad Valenciana no quiso ayer dejar de subrayar que la suya es la «primera precandidatura» que presenta los avales necesarios (llegó a Génova con 350) ante el comité organizador del congreso extraordinario de los días 20 y 21 de julio que elegirá al sucesor de Mariano Rajoy.

«Es la candidatura de la militancia, no ostento cargo alguno dentro del partido, no traigo mochila de absolutamente nada. Por tanto, venimos con las manos limpias para poder hacer un proceso de regeneración del partido que creemos que necesitamos», declaró este abogado de profesión de 40 años que milita en el PP desde los 17. 

Bayo ha recalcado que se presenta «por las bases» del PP y que las firmas que acompañan su candidatura son de afiliados y no hay altos cargos de la dirección nacional ni de ninguna dirección territorial. «No he tenido apoyo por la estructura del partido», ha manifestado.

En su trayectoria destaca la disputa que en el 2016 mantuvo con Isabel Bonig por la presidencia del PP valenciano, que perdió. Una derrota que no encajó bien llegando a recurrir ante la justicia los resultados de aquel proceso.

García-Hernández, el segundo diputado por Ávila que se postula

RAÚL SANCHIDRIÁN

El actual secretario ejecutivo de Relaciones Internacionales del PP y portavoz de Exteriores, José Ramón Hernández, es el segundo diputado por Ávila que se postula para suceder a Rajoy. Primero llegó su anuncio y, después, el de Pablo Casado que, según reconoció, le sorprendió. En las pasadas elecciones el diplomático abulense fue como número dos del PP por Ávila en una candidatura encabezada por el propio Casado.

«Sí, me ha sorprendido», ha reconocido José Ramón García-Hernández, antes de señalar que en las conversaciones previas entre ambos no le comunicó que «iba a concurrir». Preguntado si él sí le había informado a Pablo Casado de sus pretensiones, García-Hernández ha dicho: «Yo sí hablé con él para decirle que me presentaba».

Aún así, se ha felicitado de que en Ávila existan «dos políticos dispuestos a intentar liderar el mayor partido de España» y dos políticos que en las pasadas elecciones figuraron en la lista «más votada de España». También no ha dudado en señalar a esta provincia como «epicentro de la Transición» y lugar del que «han salido grandes revoluciones para España y para el centro-derecha». 

García Hernández, de 46 años y diplomático de carrera, se considera «menos conservador que Mariano Rajoy». En la última Junta directiva nacional del PP fue uno de los pocos que alzó su voz para reclamar un debate ideológico en el partido. El abulense incide en que «la sociedad ha cambiado y necesita un nuevo PP». Entre sus apuestas también está la de plantear primarias y un nuevo congreso en dos años. 

En Onda Cero recalcó que «el que gane las primarias con un solo voto, ese debe ser el presidente», porque de lo contrario se «falseará» el proceso.

Elio Cabanes, el concejal valenciano que recomendó a Rajoy hacerse «el harakiri»

Ha sido el último en presentarse. De hecho, Génova no tuvo constancia hasta última hora de que Elio Cabanes, el séptimo candidato en liza, había obtenido los avales necesarios para dar el paso.

El político, concejal en la localidad valenciana de la Font de la Figuera, fue en las últimas semanas muy crítico con Rajoy. De hecho, a principios de mes acaparó titulares -sobre todo, en el ámbito valenciano- después de que tras el cambio de Gobierno aconsejase al expresidente a través de las redes sociales hacerse «el harakiri». «Si ama este país y tiene vergüenza ya puede comprarse una cuerda y hacer lo de los samurais pero a la española», llegó a escribir en las redes sociales, acusando a Rajoy de haber dejado España en manos de «la peor izquierda que ha existido en nuestro país».

Aún así, tras presentar sus avales, el concejal valenciano, ha querido matizar esta mañana sus palabras y ha pedido disculpas al presidente del PP por haber hecho ese comentario. Ha señalado que Rajoy es «un gran presidente» y ha valorado la forma en la que ha decidido celebrar este congreso extraordinario. «Que discrepe en alguna cosa no significa que vaya contra él ni nada por el estilo», ha añadido.

La presidenta del PP de la Comunidad Valenciana, Isabel Bonig, preguntada por el paso adelante de Cabanes ha sido muy clara: «Todo el mundo tiene derecho a participar, pero también exigiría un poquito de responsabilidad» y de «seriedad».