Màxim Huerta, y la estrella más mediática se apagó tras una semana frenética

i. oRIO MADRID / COLPISA

ESPAÑA

Javier Lizón | Efe

El que fue la gran sorpresa del presidente en el reparto de carteras solo ha brillado una semana. Él ha sido el que le ha dado el primer disgusto a Pedro Sánchez

14 jun 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

La estrella de Màxim Huerta en el Gobierno de Pedro Sánchez ha sido fugaz. Solo ha brillado una semana en el Firmamento, el título de su última novela. Fue la gran sorpresa del presidente en el reparto de carteras y también el que le ha dado el primer disgusto. «Sabía que mi nombramiento sería considerado extravagante y que sería el blanco de las críticas», confesó este miércoles en su despedida. Y es que la memoria televisiva de los ciudadanos, que le identificaron en todo momento como el colaborador del programa de Ana Rosa Quintana, y, sobre todo, sus desafortunados tuits sobre el ejercicio físico lo colocaron en la picota.

«Umberto Eco: 'odio a los deportistas'. Yo, el deporte. Que manera de sobrevalorar lo físico! Ozu», había dejado escrito. También «Menos deporte creo que hago de todo». Las críticas desde diferentes ámbitos arreciaron. Él aguantó impertérrito esta primera avalancha. El jueves acudió por la mañana a la Zarzuela para prometer el cargo ante el rey y a mediodía se presentó en el ministerio para el simbólico intercambio de carteras. La recibió de manos de Íñigo Méndez de Vigo en presencia de familiares y amigos. A Màxim Huerta se le iluminó la cara cuando vio a su madre, Clara Sánchez, a la que se acercó para darle un beso saltándose el protocolo con naturalidad. Su padre falleció el 31 de agosto después de sufrir una larga enfermedad. Ella se declaró «orgullosa» y él «ilusionado» por su nueva responsabilidad. Nadie se imaginaba que iba a ser tan efímera.

«No puedo borrarlos, son parte de lo que soy», declaró cuando le preguntaron sobre sus polémicos tuits. Y como no podía borrarlos trató de contrarrestarlos con gestos públicos y declaraciones. La misma tarde del jueves, poco antes de que la selección de fútbol volara al Mundial de Rusia, acudió a la Ciudad de Fútbol de Las Rozas para conocer al técnico, Julen Lopetegui -que también se fue ayer, como él, pero con plaza en el Real Madrid- y a los jugadores. «Pese a no ser un deportista nato, me pongo de lado de todos vosotros, sois superhéroes. Si queréis me pongo a hacer deporte desde hoy», le dijo al presidente de la Federación, Luis Rubiales, en presencia del rey Felipe VI.

El viernes lo dedicó a perfilar su equipo. La editorial Espasa anunció que quedaba cancelada su presencia al día siguiente en la Feria del Libro de Madrid para presentar Firmamento. Pero él se presentó a pesar de todo en el Paseo de Coches del Retiro, donde conversó con Carme Chaparro, Javier Moro, Andrés Trapiello, Lorenzo Silva, Rosa Montero, Almudena Grandes y María Dueñas. «La cultura estaba maltratada y deprimida», lanzó junto a las casetas, antes de anunciar que la Secretaría de Estado del Deporte sería ocupada por una mujer.

Viernes fútbol, sábado literatura y domingo... tenis. El ya exministro volvió a París, donde residió un tiempo, para asistir a la final de Roland Garros -el tuit en el que escribió mal Roland al poner Rolland volvió a despertar a las redes sociales- y disfrutar de la victoria de Rafael Nadal sobre Dominic Thiem.