Los 327 compromisarios de Galicia serán decisivos en el congreso del PP

Juan Capeáns / Fran Balado SANTIAGO, MADRID / LA VOZ

ESPAÑA

Congreso Nacional del PP, en 2017
Congreso Nacional del PP, en 2017 BENITO ORDOÑEZ

Militantes críticos de varias comunidades promueven un candidato para obligar a votar

13 jun 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Los presidentes provinciales del Partido Popular recibieron a lo largo del día de ayer la relación de compromisarios electos y natos que podrán participar en el congreso previsto para el 20 y 21 de julio en Madrid. Su voto definirá la elección final entre dos candidatos (de haberlos), que deberán pasar antes por el filtro de la militancia, que por primera vez tendrá decisión directa sobre los aspirantes. Tras el recuento total de militantes (869.535) y aplicados los criterios de representación, entre los que cuenta el respaldo en las últimas generales, Galicia será la cuarta comunidad con más delegados. Tendrá 279 compromisarios electos y 48 natos. Por provincias, Pontevedra cuenta con 84; A Coruña, con 78; Ourense tiene 73; y Lugo, 44, para un total de 101.100 militantes.

Con estos números, Galicia se auparía a un 10 % de la representatividad, una fabulosa ventaja para Feijoo si finalmente da el paso. Si el presidente de la Xunta tiene dudas, no están relacionadas con sus posibilidades territoriales, ya que parte con una gran ventaja de la que solo María Dolores de Cospedal podría disfrutar en Castilla-La Mancha (51.770 militantes). Si esta no da el paso, la ventaja del gallego sería doble. Una lógica similar se puede aplicar a otras comunidades que domina la manchega, como Cataluña, donde contaría con el aval de la influyente Alicia Sánchez-Camacho, aunque su representación es menor (33.731 militantes) y donde Feijoo también mojaría votos por su discurso autonómico diferente. 

Las plazas de Soraya

País Vasco, donde las bases tienen menos peso numérico que en Ceuta y Melilla, sí es terreno de Soraya Sáenz de Santamaría, a la que también se le atribuye ascendencia en la joya de la corona, Andalucía (169.602 militantes). Sin embargo, su extensión allí, Moreno Bonilla, no tiene ni mucho menos un control férreo del partido y tampoco es enemigo de Feijoo, al que las bases consideran muy implicado con el partido. Un detalle: en el último congreso sevillano, con el caso Cifuentes retumbando, Soraya se fue de cena con ministros y otros altos cargos. El gallego estuvo con los de Nuevas Generaciones. Gestos que gustan.

Feijoo también sería el más votado en Madrid (94.607 militantes), y en el peor de los casos daría la talla en la capital con cualquiera que fuese su rival. Y la gran incógnita sería la Comunidad Valenciana (149.177), sumida en una crisis de liderazgo, lo que tampoco hace previsible que exista una unidad monolítica entre los militantes y tampoco entre los compromisarios.

Votar o candidato único

Más allá de los grandes apoyos, indescifrables mientras no estén todas las cartas sobre la mesa, también existen movimientos minoritarios dentro del partido. No se trata tanto de desequilibrar a los grandes candidatos como de evitar un acuerdo en la cúpula que evite la histórica votación de las bases. Quieren expresar su opinión por encima de todo. Militantes críticos de Madrid, Valencia, Baleares y Castilla-La Mancha han reclamado a Génova protagonismo para darle utilidad a su carné de partido. Estarían dispuestos a promover una lista para al menos forzar la primera vuelta de la votación, que podría no pasar de ahí, ya que los estatutos del congreso establecen la elección directa si un candidato logra unos rotundos resultados globales y con cierta homogeneidad territorial.

En el PP preocupa poco esta derivada. Al contrario, en las últimas horas, el coordinador, Fernando Martínez-Maíllo, ha sacado el pegamento para contribuir a la candidatura única y evitar que una carrera de poder entre Soraya y Cospedal desgarre al partido, ya sea a través de opciones directas o delegadas. En esa lid también gana Feijoo.

Rajoy se ausenta de la Cámara Baja en el primer pleno tras la moción de censura

Los miembros del Gobierno de Mariano Rajoy despojados de sus cargos la semana pasada pero poseedores de un escaño en el Congreso acudieron ayer al pleno para el primer debate parlamentario tras la moción de censura encabezada por Pedro Sánchez. A la cita faltó el expresidente del Gobierno, que sigue liderando el Grupo Parlamentario Popular. Su escaño, justo detrás del que ocupaba como jefe del Ejecutivo, en el banco que hasta ahora ocupaba el portavoz, Rafael Hernando, permaneció vacío toda la tarde. A su lado está el reservado para el propio Hernando y, a la derecha del portavoz del grupo parlamentario, el de la exministra de Defensa y secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal. Detrás de Rajoy, ya en la segunda fila del Grupo Popular, el PP ha colocado a Soraya Sáenz de Santamaría, que tiene a su lado al coordinador general del PP, Fernando Martínez-Maíllo, y a varios exministros.

Los populares gallegos están tranquilos ante un rompecabezas en el que sobrarían huecos

 J. C.

El suflé de la sucesión en Galicia ha empezado a crecer, independientemente de que lo que decida Feijoo, que, como es habitual en las reflexiones que de él dependen, agotará los plazos para dirimir su futuro. El presidente del PPdeG y de la Xunta tenía en mente congelar cualquier debate hasta después de las municipales, pero el microondas está en marcha y la dirección gallega ya se ha puesto una misión prioritaria: que no se cuelen cuchillos en el horno y salten chispas entre los poderes provinciales. Cuentan con dos ventajas para que eso no ocurra: una cómoda mayoría y varias vacantes en el horizonte para encajar las aspiraciones territoriales. 

A Coruña

Más líderes y sin fricciones. Es la provincia desde la que se apuntaló el proyecto en torno a Feijoo y la que sigue contando con más peso, por historia, demografía y por la variedad de líderes bien situados en el Gobierno, en el grupo parlamentario y en el partido. Además, cuenta con la ventaja de que dos conselleiros de la provincia, Beatriz Mato y José Manuel Rey, saldrán a defender las plazas municipales de A Coruña y Ferrol, dejando manos libres al presidente para escoger relevos sin salir de ese caladero. Diego Calvo, presidente provincial y vicepresidente de la Cámara, ganará cuota de poder más pronto que tarde, igual que la compostelana Paula Prado, viceportavoz parlamentaria, ya que a ambos les falta trayectoria ejecutiva en la Xunta, indispensable para aumentar sus aspiraciones con vistas a dos años. El ferrolano Miguel Tellado, secretario general, también se prestaría a todo menos a ejercer el liderazgo político en primera línea, del que se descarta. Igual que el portavoz parlamentario, Pedro Puy. Ambos tuvieron experiencias en la Administración gallega, pero en segundos niveles. Ahora no bajarían de conselleiros, de dar ese paso.

Pontevedra

El sucesor natural. Mientras un congreso autonómico no diga lo contrario, Alfonso Rueda es el relevo natural del titular de la Xunta. Su currículo como segundo de Feijoo cubre cualquier carencia de los anteriores, ya que ha acumulado amplia experiencia ejecutiva y orgánica, pero su paso atrás en la secretaría del partido para centrarse en la provincia de Pontevedra alentó un perfil con falta de ambición como sucesor -promovido por él mismo- o de un paulatino alejamiento con respecto al presidente. Si las municipales se iban a plantear casi como unas primarias para el PPdeG, Rueda no lo iba a tener fácil. Recuperar la Diputación está muy complicado. Vigo y Pontevedra son inalcanzables. Sin embargo, tendría la llave del candado para lanzar una poderosa alianza con los coruñeses e inclinar el poder hacia las provincias atlánticas. 

Ourense

La cuota de Baltar. José Manuel Baltar es el líder más asentado en su territorio y se siente obligado a reivindicar sus incuestionables aportaciones electorales. Su ausencia en los centros de decisión popular -y sobre todo en el Parlamento- limitan sus posibilidades internas, pero en último caso siempre podrá reclamar su cuota provincial. Siempre con las urnas como aval. 

Lugo

La división, un lastre. Es la provincia con menos capacidad de influencia en estos momentos. La lucha de poder en el 2016 entre Elena Candia y Raquel Arias llevó al PP de Lugo a una división inédita en la era Feijoo. Ahora está redirigida y en proceso de maduración, pero a este proceso, en marcha, ya no llega.