Torra pide diálogo a Sánchez, y a la CUP le promete avanzar hacia la república

cristian reino BARCELONA / COLPISA

ESPAÑA

Quique García / EFE

Los secesionistas salen en tromba contra Borrell, al que colocan en la ultraderecha

12 jun 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

El presidente de la Generalitat, Quim Torra, juega con dos barajas. Con una hace constantes apelaciones al nuevo Ejecutivo de Pedro Sánchez para dialogar y rebajar la tensión en Cataluña. Con la otra mantiene el desafío secesionista con constantes promesas de culminar el proceso rupturista y avanzar hacia la república. Torra ofreció ayer otra muestra más de esta estrategia, al garantizar a la CUP -en busca de su apoyo para aprobar los presupuestos catalanes- que actuará con «plena ambición nacional» sin «renunciar a nada», comprometiéndose incluso en arrancar un «proceso constituyente», aunque sin acuerdos concretos sobre la agenda de ruptura que piden los antisistema.

Además, los secesionistas siguen cargando contra un viejo enemigo. Si el nombramiento de Josep Borrell como titular de Asuntos Exteriores ya provocó malestar en el independentismo por su vinculación con la entidad Sociedad Civil Catalana, a la que los separatistas tratan de situar en la extrema derecha, las declaraciones del ministro socialista alertando de que «Cataluña está al borde de un enfrentamiento civil» han soliviantado a las fuerzas soberanistas. Sus palabras son «de una irresponsabilidad inaudita», afirmó el presidente de la Generalitat, Quim Torra.

El independentismo considera que lo que hace el dirigente socialista es elevar a categoría lo que, a su juicio, son reiterados hechos aislados, como pueden ser los altercados en las playas por los lazos y cruces amarillos, los roces familiares, los ataques a sedes de partidos constitucionalistas, el hecho de que Inés Arrimadas, por ejemplo, no pudiera celebrar un acto en Vich la semana pasadao que la Universidad de Barcelona tuviera que anular un acto sobre Cervantes por el boicot de la CUP y los Comités de Defensa de la República, o la misma tensión social que se vive en la calle y en las escuelas. 

Novela negra

Borrell negó el domingo en La Sexta que enfrentamiento civil sea sinónimo de guerra civil, pero desató una polémica al tratar de matizar unas declaraciones que hizo en octubre, cuando era animador en las manifestaciones constitucionalistas y apeló a la necesidad de «desinfectar» las heridas de la sociedad catalana.

«Borrell, el ministro de la novela negra», lo calificó Carles Puigdemont. «La ultraderecha le presta la tinta para escribir el relato de ficción que justifique la represión actual y venidera, para forjar un clima de miedo y enfrentamiento que, muy a su pesar, no existe en Cataluña», señaló.

La CUP fue más allá y acusó al jefe de la diplomacia española de querer el enfrentamiento civil para «seguir con la impunidad de la extrema derecha violenta». «Dice lo mismo en La Sexta que cuando se manifiesta con la extrema derecha. Está lejos de la realidad: ¿este es el diálogo que ofrece el Gobierno?», se preguntó el senador del PDECat Josep Lluís Cleries. Esquerra recriminó a Borrell que hiciera de «ministro de propaganda»

La consejera de la Presidencia, Elsa Artadi, instó al titular de Exteriores a que «matice» sus declaraciones. «Es mentira», aseguró la portavoz de la Generalitat. «Borrell trata de trasladar una imagen que no se ajusta a la realidad», dijo. «Son palabras sorprendentes, expresó. Artadi, en cualquier caso, se mordió la lengua y no quiso cargar con dureza, pues la Moncloa y el Palau de la Generalitat están en la fase de preparación del encuentro entre Pedro Sánchez y Quim Torra. Aun así, el consejero de Interior, Miquel Buch, negó la mayor: «Vivimos en absoluta convivencia y nadie sufre por su integridad física».

Desde fuera del independentismo, Ada Colau consideró que la situación social catalana es «compleja» y no se va a resolver en «dos días», pero a su juicio, la «realidad cotidiana» en Cataluña cada vez «está más normalizada». Desde Ciudadanos avalaron el diagnóstico del ministro de Exteriores y el PSC apuntó que «alertar de los riesgos siempre es bueno, sensato, conveniente y necesario».

Batet acusa al secesionismo de «jugar con la sociedad»

La ministra de Política Territorial, Meritxell Batet, arremetió ayer contra el anterior Ejecutivo catalán después de que la exconsejera Clara Ponsatí reconociera el sábado pasado que el proceso secesionista fue un «farol» y que el independentismo estaba jugando al «póker» contra el Estado. «Es una muestra más de la gran irresponsabilidad de un Gobierno que ha estado jugando con una sociedad entera», dijo Batet.

Para la responsable de tender puentes entre Madrid y Barcelona y de preparar el terreno de la reunión entre Sánchez y Torra, las palabras de la exconsejera, huida en Escocia, son, según dijo en RNE, «muy decepcionantes, frustrantes e indignantes», porque a su juicio el problema es que las «consecuencias» de los actos llevados a cabo por el Ejecutivo de Carles Puigdemont «van a perdurar mucho tiempo y el daño que ha hecho tiene que pesar sobre sus espaldas». 

Virtual

Ponsatí no es la primera dirigente independentista que reconoce que el proceso era más bien algo virtual, pero es la que lo ha hecho de manera más explícita. Artur Mas dijo en febrero pasado que todo fue una especie de «engaño», en el que se han «exagerado o inflado» los argumentos y que, aun sabiendo que la declaración de independencia tenía el «recorrido que tenía», nadie decía nada para no ser tachado de «traidor» de la causa soberanista.

El exconsejero Santi Vila, que dimitió el día antes de la proclamación de la secesión, reconoce en un libro que el proceso era «un farol» para forzar al Gobierno a negociar. El propio Carles Puigdemont, según el libro Los entresijos del procés, escrito por el periodista Oriol March, confesó a sus consejeros el 26 de octubre, el día que tenía previsto convocar elecciones y luego se echó para atrás: «No tenemos nada».