Un hombre del aparato al frente del ministerio del gasto

Pablo González
pablo gonzález REDACCIÓN / LA VOZ

ESPAÑA

Javier Lizón | EFE

Sánchez sitúa a un fiel en el departamento con más relevancia territorial, de cara a las municipales y autonómicas

06 jun 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

El secretario de organización del PSOE, José Luis Ábalos (Torrent, Valencia, 1959), llega hoy a un Ministerio de Fomento donde las vacas flacas están empezando a engordar. No tendrá que dar, por tanto, demasiadas malas noticias, como le sucedió a su antecesor socialista en el cargo, José Blanco, o a la penúltima ministra del PP, Ana Pastor, a quien Rajoy colocó en el ministerio con más capacidad de gasto precisamente para controlar sus cuentas. Profesor de primaria, Ábalos es un hombre de aparato. Secretario general de los socialistas valencianos, se forjó en la fontanería política siendo jefe de gabinete de varios altos cargos en la Comunidad Valenciana, aunque también tiene cierta experiencia en la cooperación internacional. Será, como José Blanco, un nuevo número dos del PSOE que asume la cartera de mayor dimensión territorial y visibilidad pública, lo que le servirá para dejar la impronta del Gobierno de Sánchez en las comunidades autónomas y las principales ciudades, de cara a las elecciones autonómicas y municipales del año que viene. No está claro si asumirá también el cargo de portavoz del Ejecutivo, cuestión que tampoco sería novedosa, pues Blanco compatibilizó las tres responsabilidades.

Llega por tanto a Fomento un hombre del eje mediterráneo, después de tres ministros -Blanco, Pastor y De la Serna- del norte-noroeste, muy comprometidos con el déficit en infraestructuras de esta zona del país. Ábalos, en cambio, puede ser sensible a las demandas valencianas y catalanas sobre lo que consideran un escaso retorno en forma de inversiones de lo que estos territorios aportan a las arcas del Estado. Pero lo tendrá que hacer con los Presupuestos diseñados por el Gobierno de Rajoy -con cerca de 8.500 millones de techo de gasto-, que en cualquier caso ya destinan más dinero al eje ferroviario mediterráneo que al AVE a Galicia. En esta última obra poco margen de maniobra tendrá. Está en su fase final y, salvo imprevistos técnicos, podrá ponerse en servicio en el 2020. No obstante, sí que podría tener un gesto hacia Abel Caballero con la variante de Cerdedo, la conexión directa de alta velocidad con el sur de Galicia.

En el traspaso de poderes que iniciará mañana, Íñigo de la Serna le pasará la patata caliente de las autopistas radiales, a punto de ser relicitadas, pero también los compromisos territoriales que ha ido asumiendo en su año largo como ministro de Fomento, que guardaba celosamente en una carpeta que siempre llevaba consigo. Ábalos deberá decidir sobre el Plan Extraordinario de Carreteras, un recurso extrapresupuestario de 2.000 millones para avanzar en distintos proyectos de autovías, entre ellos varios en Galicia. También tendrá que abordar qué pasará con las autopistas de peaje cuya concesión expira en los próximos meses y, en su hoja de ruta más inmediata, está la modernización de las cercanías de Renfe o el plan estratégico de Aena.

Fiel al presidente Sánchez, Ábalos es un político de carácter, como demostró en la reciente moción de censura. Pero quienes le conocen aseguran que también es dialogante. El diálogo será crucial en un ministerio de tierra, mar y aire, con muchos frentes abiertos y muy sensible políticamente, pues las fricciones territoriales surgen con facilidad. Eso se notará especialmente en las comunidades que gobierna el PP.

Ábalos comenzó su militancia política en la clandestinidad, en las juventudes del PCE. Con 22 años, recaló en el PSOE, en vísperas de la primera victoria electoral de Felipe González. Tiene cinco hijos y ya es abuelo. Le gusta la poesía y suele citar a sus poetas favoritos, entre ellos Jaime Gil de Biedma.