Begoña Gómez, la mujer que da caña al presidente Pedro Sánchez

mercedes lodeiro REDACCIÓN / LA VOZ

ESPAÑA

BENITO ORDÓÑEZ

Es muy probable que esta alta ejecutiva en estrategia comercial aparque un tiempo su trabajo, pese a que no era su intención

04 jun 2018 . Actualizado a las 07:10 h.

Licenciada en Márketing y directora para Portugal y España de Inmark Europa, una compañía dedicada al diseño y puesta en marcha de equipos y estrategias comerciales, Begoña Gómez Fernández (Bilbao, 1975) es una mujer independiente, con fuerte personalidad y de la que nadie duda que está dispuesta a ejercer de esposa del presidente Sánchez. Esa es la primera diferencia con su predecesora en la Moncloa, Elvira Fernández Balboa, cónyuge de Mariano Rajoy, quien durante todos estos años acompañó al ya expresidente únicamente en aquellos actos en los que era estrictamente obligada su presencia. Fueron contadas ocasiones: en la boda del rey Felipe VI y Letizia Ortiz, en sus salidas al balcón en la calle Génova tras una derrota o victoria electoral y en ágapes oficiales. Sin embargo, aunque poco se sabe de Begoña Gómez, sí se la ha visto en el estrado de actos electorales, acompañando a su marido en los debates televisivos, cuando él se marchó de Ferraz, o de su mano en la entrega de los Goya o en la Feria del Libro de Madrid.

«Estoy preparada», dijo ella misma al ser preguntada hace un tiempo por si su marido llegaba a la presidencia del Gobierno. Se conocieron en una fiesta de amigos. Fue un flechazo a primera vista, reconoció a Jesús Calleja. Aunque fue él quien tuvo que insistir en el cortejo a la joven que creció en Valderas, un pueblo del sur de León, donde la recuerdan como una niña «guapa y muy alta; rubia como su madre». «Tuve que empeñarme mucho unas cuantas veces. Me lo puso difícil», desveló Sánchez a Bertín Obsborne. «Fui yo quien puso el cepillo de dientes en su casa. Ella tenía un piso montado más grande que el mío», confesó también él.

«Inteligente y sensata»

El presidente describió hace tiempo a la que es su consorte desde el 2006, cuando los casó Trinidad Jiménez, entonces secretaria de Estado para Iberoamérica, como «inteligente y sensata». Dice de ella que es su apoyo esencial y, conocedor hasta la médula de los sinsabores de la política, le agradece que se dedique a otras labores. Sus piropos no le faltan. «Es una profesional como la copa de un pino. ¡Pero Begoña me da mucha caña!», admitió. Se le nota que admira a la bilbaína, es su pilar. Cuando Sánchez ganó la moción, lo primero que hizo fue buscarla con la mirada en la tribuna de invitados, donde estaba, con su chaqueta roja, su fetiche, con la madre del ya presidente y su hermano.

Quienes la conocen también retratan a Begoña Gómez como una mujer con fuerte personalidad, muy preparada y con mucha sensibilidad social. Trabajó para Greenpeace, Oxfam Intermón. Amnistía Internacional y Anesvad, o en empresas como Deutsche Bank, Old El Paso u Ono.

Gómez, máster en Administración de Empresas, codirige en la Universidad Complutense el título en Dirección de Captación de Fondos para el Tercer Sector. Y aunque su idea era no dejar de trabajar si algún día su marido llegaba a la Moncloa, ahora es probable que ese deseo se vea truncado y tenga que cambiar su vida. También la de sus dos hijas: Ainhoa, de 13 años, y Carlota, de 11. Las pequeñas estudian en un colegio público de Pozuelo, donde hasta ahora vivían los Sánchez-Gómez en un adosado. Irse a palacio les obligaría a madrugar algo más lo que resta de junio para terminar el curso. Por esa razón, y por adecuar la vivienda de Moncloa, no se descarta que retrasen dos semanas la mudanza.

Pese a sus numerosas apariciones públicas, la nueva inquilina de la Moncloa tiene un perfil discreto. Es elegante, pero sencilla. Alegre, sociable y divertida desde pequeña, dicen en Valderas. E irradia naturalidad. No tiene reparos en dedicar a su marido o recibir de él gestos de cariño en público ni de reconocer que son «muy apasionados» o que guarda cartas de amor que le escribió él.

Le gusta el deporte, y hasta ahora frecuentaba un gimnasio en Pozuelo donde practicaba aeróbic y pilates, pero también comparte con el exjugador de baloncesto gustos musicales (La Habitación Roja y Björk). No milita en el PSOE, pero por su marido se implica en él. Cuando Sánchez fue elegido secretario general en el 2014, tomó la palabra, antes incluso que él: «Hoy es un día que va a marcar un antes y un después en el PSOE y él tiene todas las ganas de hacerlo», dijo. Acertó. Aunque el protagonismo sea nuevo para ella, está acostumbrada a hablar y convencer. Compañeros de trabajo relatan que «es decidida y emprendedora, con una escala de valores muy definida que le permite moverse en el mundo empresarial sin renunciar a objetivos éticos». También dicen que es franca y segura de sí misma: mira a los ojos al interlocutor y admite la crítica constructiva. Nadie duda de que es un apoyo imprescindible para la trayectoria política de su marido.

Aire fresco en Moncloa

Los Sánchez-Gómez llevarán a la Moncloa aire fresco, una renovación estética y generacional. A partir de ahora, las responsabilidades de esta mujer emprendedora aumentan. Sabe que, además de en su marido, habrá muchos ojos escudriñándola a ella, lo que hace o dice, cómo se viste, cuándo sale y cuándo entra. Si cambia los colchones o las cortinas de Moncloa. Se acabó el anonimato y algo la vida privada. También el ponerse delante de las cámaras con Jesús Calleja, Ana Rosa Quintana o Susana Griso. Y seguro que le costará asumir las funciones del cargo, ya que siempre ha sido muy independiente porque nadie le ha regalado nada.