Torra asume la presidencia catalana bajo la tutela de Puigdemont y la CUP

Cristian reino BARCELONA / COLPISA

ESPAÑA

Toni Albir

Viaja hoy a Berlín para dar su primera rueda de prensa a la sombra de su antecesor

15 may 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Con los votos de JxCat y Esquerra y la abstención de los cuatro diputados de la CUP, el Parlamento de Cataluña invistió ayer a Quim Torra por solo un voto de diferencia como nuevo presidente de la Generalitat. Su elección en segunda ronda puso fin a una etapa de casi siete meses sin Gobierno, desde la declaración fallida de la independencia y la destitución del anterior Ejecutivo autonómico después de que el Senado aprobara la aplicación del artículo 155 de la Constitución.

La presidencia de Torra nace marcada por la larga sombra de Carles Puigdemont, quien lo ha designado a dedo y se resiste a dejar el timón, a pesar de que se niega a regresar a España, porque sería detenido y puesto a disposición judicial. Torra, que fue duramente criticado por la oposición, que lo ve como un supremacista antiespañol, dejó claro que será un presidente interino y provisional. No en vano, sus primeras palabras nada más ser elegido fueron para agradecer la «generosidad» de su antecesor y asegurar que será investido. «Nuestro presidente es Carles Puigdemont», insistió en su discurso previo a la votación, como ya hizo en la alocución del sábado. El nuevo presidente de la Generalitat escenificará hoy el tutelaje que ejerce su mentor ofreciendo junto a él una rueda de prensa en Berlín. Reforzará así la idea de que el Gobierno catalán ya no solo tiene su sede en Barcelona. El propósito del líder de JxCat, verbalizado ayer por el nuevo presidente de la Generalitat, es que el poder esté repartido entre el llamado consejo de la república, que liderará Puigdemont desde Berlín o Bruselas, y las instituciones catalanas, que verán cómo se levanta el 155 en breve, en cuanto se forme Gobierno, lo que podría ocurrir a finales de esta semana. Antes, Torra, una vez que el rey rubrique el nombramiento oficial, tendrá un máximo de cinco días para tomar posesión. 

Desafiando al Constitucional

El dirigente nacionalista asume la presidencia con el propósito de volver a impulsar el proceso secesionista y retomarlo en el punto en que quedó el pasado 27 de octubre, después de que la Cámara catalana proclamara la república. «Seremos leales al mandato del referendo: construir un estado independiente en forma de república», fue su tarjeta de presentación, un objetivo que quiere iniciar de forma abrupta, desafiando al Tribunal Constitucional, mediante la recuperación de 16 leyes suspendidas por el alto tribunal en la pasada legislatura. Torra plantea también resucitar la asamblea de cargos electos, que desde la oposición consideran un Parlamento paralelo.

Lealtad republicana, fidelidad al padre (Puigdemont) y obediencia a la CUP, a la que Torra encargó el papel de guardián del proceso para que se mantenga en «alerta» por si el Ejecutivo cae en la tentación de hacer «autonomismo». De perfil conservador, neoliberal y de derechas, el presidente de la Generalitat gusta a la CUP por su radicalidad.

Torra asume un mandato «muy duro», según reconocen fuentes independentistas. Tiene a la mitad de la Cámara catalana muy en contra, como se visualizó ayer, y estrena una fase que estará llena de retórica republicana, como la decisión de colocar un lazo amarillo en la fachada del Palau de la Generalitat o el nombramiento de un comisionado contra el 155, pero el día a día autonómico obligará al nuevo presidente a darse de bruces con la realidad.

Fuentes de su entorno reconocen que la desobediencia no será tan fácil de llevar a cabo como desean, ya que de primeras se encontrarán con la amenaza de un nuevo 155 y con la negativa de Esquerra, que controlará la mitad del Ejecutivo, casi como si coexistieran dos Gobiernos simultáneos (tres, si se suma el del exterior). Fuentes republicanas anticipan que las relaciones entre los dos socios serán cuando menos tormentosas. En parte, porque ERC quisiera un Gobierno efectivo que se ponga a trabajar ya, mientras que JxCat aboga por un Gabinete provisional.

En las formas, Torra estuvo más suave que el sábado. Ya no tenía que seducir a la CUP y trató de modular su tono. Reconoció que el independentismo ha cometido errores en los últimos meses, aunque no precisó cuáles. Volvió a «lamentar» además los tuits xenófobos escritos en el pasado. Y, como en la primera jornada, volvió a tender la mano al Gobierno para sentarse a hablar. «Iré encantado, [...] mañana mismo», señaló. «Queremos hablar de tú a tú», dijo.