Albert Rivera da por roto el acuerdo con el Gobierno para la aplicación del 155

Francisco Balado Fontenla
Fran Balado MADRID

ESPAÑA

ATLAS TV

Los populares tildan al líder naranja de infantil y de desleal en un tema de Estado

09 may 2018 . Actualizado a las 23:01 h.

«Hasta aquí hemos llegado». Albert Rivera sorprendió ayer al anunciar que Ciudadanos retiraba su apoyo al Gobierno en la aplicación del artículo 155 en Cataluña. El líder de la formación naranja realizó este anuncio en los pasillos del Congreso tras haber protagonizado un enfurecido intercambio de pareceres con Rajoy durante la sesión de control a la que se sometió el Ejecutivo en plena resaca de la última oleada del CIS, que reflejó la cada vez más ajustada pugna que mantienen PP y C’s por convertirse en la fuerza más votada.

La mañana comenzó a torcerse con la intervención de Rivera en el pleno, que utilizó su turno en la rueda de preguntas al Gobierno para afearle que no hubiese presentado un recurso para tratar de impedir la delegación del voto de los diputados catalanes Carles Puigdemont y Toni Comín, huidos de la Justicia española. Y no se quedó aquí. El líder de C’s presumió ante la Cámara de que había tenido que ser su partido el que presentase dicho recurso ante el Constitucional para evitar los votos delegados. Este último comentario sentó especialmente mal a la bancada popular, cuyos integrantes acusan habitualmente a Rivera de intentar colgarse medallas que no le corresponden y de lavarse las manos cuando vienen mal dadas; de hacer política en función de lo que dice la última encuesta. Rajoy tomó la palabra: «Veo que está usted de aprovechategui en un tema importante», le reprochó, acusando a Rivera de buscar réditos electorales con una cuestión de Estado. «Esto le puede hacer perder votos y hacer que mucha gente no se lo tome en serio», le advirtió el jefe del Ejecutivo antes de poner como ejemplo el comportamiento del PSOE, partido con el que mantiene diferencias insalvables, pero que en este apartado elogió «su lealtad» con la Moncloa y su gran sentido del Estado.

La argumentación de C’s

El formato del pleno impedía una nueva réplica de Rivera, pero el líder de Ciudadanos, todavía caliente tras este cruce de declaraciones, no se quedó con la palabra en la boca, así que salió al pasillo y se detuvo ante una nube de micrófonos para anunciar que retiraba el apoyo al Gobierno en la aplicación del 155. El presidente de Ciudadanos fundamentó la decisión en dos aspectos: primero, en «la dejación de funciones» en la que está incurriendo el Gobierno, pero también, añadió, porque Rajoy había dejado de consultarle sus planes para Cataluña, un cambio de actitud que remontó a unos meses atrás, «desde las encuestas» en las que su formación amenaza al PP.

El anuncio de Rivera cogió por sorpresa a todos, incluido al Gobierno, que no esperaba un golpe así; y la escalada de tensión, lejos de enfriarse, siguió ganando temperatura. Llegó el turno de Fernando Martínez-Maíllo, coordinador general del PP, que comparó la actitud de Rivera con «una pataleta infantil», recordándole que existen otros canales más apropiados para tratar estas cuestiones tan delicadas. Rafael Hernando, portavoz del PP en el Congreso, también tildó de infantil el comportamiento de Rivera. El incendio se propagó hasta la Moncloa. El Gobierno, que en principio no tenía previsto dar una rueda de prensa tras el Consejo de Ministros extraordinario convocado ayer para presentar el recurso de inconstitucionalidad para impedir la investidura a distancia de Puigdemont, se encontró con la pelota botando y convocó de urgencia a la prensa. Su portavoz, Méndez de Vigo, detalló que se trataba del 27.º recurso al amparo del 155, y volvió a cargar contra C’s, al que, dijo, los electores juzgarán llegado el momento: «Es un tema de Estado; es importante la lealtad, la responsabilidad y actuar con madurez», criticó.

Una escalada de tensiones que seguirá en aumento hasta los comicios del 2019

Las elecciones autonómicas en Cataluña a finales del pasado año supusieron un antes y un después en la relación que mantienen el PP y Ciudadanos. El partido de Inés Arrimadas se convirtió en la fuerza más votada y dejó a los populares en la irrelevancia a la que lo condenan cuatro escaños. Ni grupo parlamentario. Aquella noche, Génova fue un funeral. Le tocó dar la cara al vicesecretario de comunicación, Pablo Casado, para defender la postura oficial del partido. Los resultados habían sido malos, pero se trataba de un proceso electoral muy peculiar, por lo que no creían que la amenaza de C’s sobre su electorado pudiera atravesar al Ebro y contagiarse al resto del país. Nada más lejos.

Aliados y enemigos

Pronto llegaron las primeras encuestas en las que la formación de Rivera se disparó a costa de casi todos, pero especialmente en detrimento del PP. Rajoy se encontró con un problema gordo: el que hasta entonces había sido su principal aliado en la legislatura, incluso facilitando su renovación en la Moncloa, se había convertido en su gran rival, ya que los dos partidos pescan votos casi en los mismos caladeros. Pero es que, además, la débil mayoría de la que goza el PP en el Parlamento y la distancias insalvables que mantiene con otras formaciones lo obligaban a seguir requiriendo su apoyo, como se comprobó con los Presupuestos o en la Comunidad de Madrid.

A lo largo de los últimos meses, ambos partidos han asistido a una escalada de tensiones que ayer alcanzó su cénit con el desmarque de Rivera del 155. Y la lucha promete ir a más. A medio plazo no se atisba paz. Las municipales y las autonómicas ya están a la vuelta de la esquina.