Colau e Iglesias, encerrados con su llave

ESPAÑA

Alberto Estévez | Efe

El ser decisivos los obligará a abandonar su ambigüedad, y todas las opciones les perjudican

11 dic 2017 . Actualizado a las 11:02 h.

¿Puede resistir durante toda la campaña Xabier Domènech, candidato de Catalunya en Comú-Podem, diciendo ambigüedades, manteniendo la equidistancia permanente y limitándose a lanzar dardos en todas direcciones sin comprometerse a nada? Es posible que ese sea el plan, pero la constatación demoscópica de que vamos a un casi seguro escenario sin mayoría absoluta, ni independentista ni constitucionalista, no se lo va a poner fácil. La presión va a crecer enormemente sobre los de Ada Colau y Pablo Iglesias a medida que se acerque el día de las elecciones. El aspirante de los comunes esgrime cada día en los mítines una llave para dar a entender que tiene la clave de la gobernabilidad de Cataluña. Pero es precisamente esa llave la que va a acabar encerrando a su partido, y por extensión a Ada Colau en Cataluña y a Pablo Iglesias en España, en un callejón sin salida. 

Punto sin retorno

Después de años haciendo política de eslogan y jugando a la yenka sobre la situación en Cataluña, con mensajes contradictorios de Podemos y simplezas argumentales de la alcaldesa de Barcelona que han acabado por hartar a su electorado, como reflejan los sondeos, a partir del 21D tendrán que tomar una decisión. Y, sea la que sea, comportará un coste político altísimo, que no solo amenaza con llevarlos a la irrelevancia en Cataluña, sino también con lastrar definitivamente a Podemos en toda España por su falta de proyecto nacional, como denunció Carolina Bescansa.

En resumen, tras seis días de campaña la situación es la siguiente, según refleja el sondeo publicado ayer por La Vanguardia. La mayoría absoluta de los independentistas se aleja y, aunque queden a solo uno o dos diputados de los cruciales 68 escaños, solo podrán gobernar con la ayuda de los comunes. En el otro frente, el avance del bloque constitucionalista hasta los 61 escaños es insuficiente para aspirar a formar una mayoría por sí mismo. Es decir, que el cambio en Cataluña solo podría llegar con ayuda de los comunes. Y también se aleja definitivamente, porque solo sumaría 62 escaños, la opción más deseada por los de Domènech: la de un Gobierno de izquierdas con ERC, PSC y Catalunya en Comú que les permitiera seguir en la equidistancia, sin tomar partido y mareando la perdiz en la batalla entre independentismo y constitucionalismo.

De manera que, quieran o no, los comunes estarán el 22 de diciembre en una encrucijada diabólica para una fuerza que se mueve muy bien en la arenga demagógica y el alboroto parlamentario mientras no hay elecciones a la vista, pero que sufre cuando las urnas los obligan a actuar y a tomar partido. 

Escenario pésimo para Podemos

Si se abstienen y dejan gobernar a los independentistas, conduciendo así a Cataluña a otros cuatro años de parálisis política y económica, sin más horizonte que la matraca permanente de tratar de forzar un imposible referendo pactado, Podemos sufrirá un desgaste brutal en el resto de España que lo dejaría sin opciones y devolvería al PSOE la clara hegemonía de la izquierda. Pero si, al revés, suman sus votos a un fórmula de Gobierno constitucionalista presidida por la naranja Inés Arrimadas o por el socialista Miquel Iceta, en cuya ecuación entre también el PP, serían laminados en Cataluña. Su única otra opción, la de votar no a cualquier candidato que se presente a la investidura, llevaría a un bloqueo permanente y a una repetición de las elecciones que sería muy perjudicial para ellos, al ser vistos como un voto inútil para desbloquear y decidir nada.

«Puedes engañar a todo el mundo algún tiempo. Puedes engañar a algunos todo el tiempo. Pero no puedes engañar a todo el mundo todo el tiempo». La máxima de Abraham Lincoln describe perfectamente lo que le ha sucedido a Pablo Iglesias y a Ada Colau, que ya no van a poder cabalgar a lomos del sí pero no.