La controvertida votación de la ley del referendo catalán, enmarañada en un «procedimiento bucanero», esfuma la posibilidad de una marcha atrás independentista y aboca a una colisión frontal con la ley y el Estado

César Rodríguez

Los independentistas catalanes han pisado el acelerador a fondo y han cortado los frenos. Tras una intensa y larguísima jornada en el Parlament, con gritos, artimañas, triquiñuelas y un «procedimiento bucanero», Junts pel Sí (básicamente la antigua Convergencia y ERC) y la CUP aprobaron la controvertida ley del referendo del 1-O y se lanzaron de lleno a un estrepitoso alunizaje contra la legalidad constitucional y el Estado.

Nadie votó en contra de una norma que se proclama superior al Estatut, la Constitución española y el derecho internacional: tres partidos de la oposición -Ciudadanos, PSC y PP- abandonaron el hemiciclo. El cuarto, el izquierdista Catalunya Sí que es Pot (Podemos, los comunes de Ada Colau…), se abstuvo a pesar de cuestionar con voz altisonante en la cámara el método elegido por los independentistas.

Ahora se abre un escenario político inédito en el actual régimen democrático. El Govern y los soberanistas han cruzado su particular Rubicón. Ya no quedan líneas rojas. Ya no hay vuelta atrás. Han quemado las naves para romper con España. ¿Y ahora qué?

La respuesta del Gobierno central

La aprobación de la ley del referendo ha provocado la respuesta del Estado. Fue Soraya Sáenz de Santamaría quien escenificó en público el rechazo del Ejecutivo a lo sucedido en Barcelona. Fue contundente y centró sus críticas en la presidenta del Parlament, Carme Forcadell, hada madrina del secesionismo y artífice, con sus maniobras, por momentos autoritarias y sus negaciones de palabra, de la tramitación exprés de la primera de las dos grandes leyes de ruptura que manejaban los independentistas.

Forcadell ha recusado a los 12 miembros del Constitucional, pero esa triquiñuela -muy cacareada en las radios proindependencia-  no la librarán de tener que hacer frente a una querella de la Fiscalía por supuestos delitos de desobediencia y prevaricación. Y la ley del referendo tendrá que someterse al escrutinio del más alto Tribunal. Un Consejo de Ministros extraordinario y el preceptivo informe del Consejo de Estado pondrán en marcha un mecanismo jurídico que, salvo sorpresa descomunal, debe acabar en la rápida suspensión de una norma que el Ejecutivo considera inconstitucional. Pero ahí arranca otra incógnita. ¿Se someterán los secesionistas a la ley o irán aún más lejos y se rebelarán contra el Estado de Derecho? ¿Qué hará entonces el Gobierno? Rajoy tiene cinco vías para evitar que salgan las urnas a la calle. Puede recurrir a la vía penal, a la administrativa, dejar que actúe el Constitucional y, si llega el caso, usar las dos más drásticas: aplicar la Ley de Seguridad Nacional o utilizar el famoso artículo 155 de la Carta Magna, que faculta al Gobierno a tomar todo tipo de medidas extraordinarias.

La otra ley de ruptura pendiente

La aprobación exprés de la ley del referendo ha abierto una caja de Pandora en la que aún cabe otra norma más que controvertida: la ley de transitoriedad, que regiría los destinos de una hipotética Cataluña independiente si la consulta secesionista sale adelante. También tiene que votarla el Parlament. Y contiene numerosos puntos polémicos, como la atribución de doble nacionalidad a los catalanes o la formación de un ejército.

 La respuesta política de la oposición

El otro frente abierto es el político. Al terminar el polémico pleno, una vez publicado en el Boletín Oficial del Parlament el texto de la ley del referendo, el primer partido de la oposición en Cataluña, Ciudadanos, anunció una moción de censura contra Carles Puigdemont.

La iniciativa, presentada por Inés Arrimadas, tiene un objetivo, convocar elecciones autonómicas en Cataluña, para evitar el «choque de trenes». Si no cambia el reparto de fuerzas en el Parlament  y la CUP mantiene su apoyo a Junts pel Sí, la jugada no es viable. Los números no la respaldan. La mayoría absoluta en la cámara autonómica catalana está en 68 escaños. Los partidos que sostienen al Govern cuentan con 72. Curiosamente, para reformar el Estatut hacen falta dos tercios del Parlament. Para romper con España aparentemente llega con una mayoría exigua. El referendo, que no tiene respaldo internacional ni garantías, no fija umbrales mínimos y razonables de participación ni de apoyo para salir adelante.. 

El escenario alternativo futuro: ¿Elecciones en Cataluña?

No queda otra salida. Si no salen las urnas a la calle el 1-O, habrá elecciones este otoño en Cataluña. Voces autorizadas en elprocés reconocen que es un escenario contemplado por los líderes independentistas. Y el propio texto de la ley del referendo ilegal dice que si el Sí no gana, se abrirá la puerta a la convocatoria de autonómicas. De una u otra forma, un proceso electoral puede suponer un gran cambio político. Incluso antes de que comience la carrera. El escenario político catalán está muy fragmentado. En muchos mentideros se especula con la ruptura de Junts pel Sí y con que ERC quiere dejar a un lado su alianza con el PdeCat, la antigua Convergencia. También hay dudas sobre cómo podrían resolver la rama catalana de Podemos y el partido de Ada Colau una candidatura. Hoy en el Parlament la intervención que ha logrado más repercusión pública fue la de Joan Coscubiela. El portavoz de Catalunya Sí que Es Pot fue muy crítico con el método utilizado por los independentistas. «Responder a la bunquerización del Gobierno español mediante la astucia es un autoengaño», espetó en la Cámara. Y no se quedó ahí. También acusó a los grupos independentistas de estar invalidando la fórmula del referendo «para muchos años» con su actuación «antidemocrática» y «sin precedentes».

El líder izquierdista fue aplaudido por parlamentarios de Ciudadanos, PSC y PP. Y fue respaldado por varios compañeros de formación, pero también criticado por otros de los suyos. Ante la polémica surgieron dos preguntas: ¿Está más cerca Ada Colau de Junts pel Sí o del representante de su partido? ¿Cómo van a resolver las fuerzas ahora presentes en Catalunya Sí que Es Pot las evidentes tensiones internas a cuenta de respaldar o no el procés? 

¿Realineamiento político en Cataluña?

Sobre el escenario político catalán (y sobre el español) planea la sombra de un realineamiento. Una reunión entre Oriol Junqueras (líder de ERC) y Pablo Iglesias abrió la puerta a teorías sobre una posible futura colaboración entre la formación morada, sus aliados catalanes y Esquerra. Y no faltaron voces que metían al PSC en la ecuación y elucubraban sobre una posible exportación de la fórmula al Congreso bajo el paraguas de la nación de naciones de Pedro Sánchez. Pero todo ese tratado de política ficción fue elaborado antes de que los independentistas, con ERC a la cabeza, aceleraran, cortaran los frenos y, de forma «bucanera», volaran los puentes por los que tal vez podrían regresar al orden constitucional. Cuando cortas leña, las astillas vuelan. Y pueden causar profundas heridas que tal vez nunca se cierren.