La purga de Puigdemont, un paso forzado por el pánico a nuevas deserciones y que refuerza a ERC

Gonzalo Bareño Canosa
G. Bareño MADRID / LA VOZ

ESPAÑA

LLUIS GENE | AFP

El president cede ante Junqueras y se blinda con consejeros más radicales

15 jul 2017 . Actualizado a las 09:56 h.

La tensión en las filas del independentismo va en aumento a medida que se acerca la hora en la que los soberanistas deberán demostrar si su apuesta por vulnerar todas las leyes celebrando una consulta ilegal y prohibida expresamente por el Tribual Constitucional, y por asumir todas las consecuencias de ese acto, es real o solo van de farol. En las filas del PDECat, heredera de CDC, son muchos los que nunca pensaron llevar ese desafío hasta el final, convencidos de que el Gobierno central acabaría haciendo concesiones antes de afrontar una crisis de incalculables repercusiones.

La constatación de que el Ejecutivo se mantenía firme, y de que las consecuencias podían ser muy graves para los que persistan en su actitud, llevó a que algunos, como el destituido consejero Jordi Baiget, empezaran a expresar sus dudas de que se pueda celebrar la consulta. Y, ante el temor de que un goteo de deserciones diera imagen de debilidad, Puigdemont se rodea de independentistas radicales. Pero la verdadera clave de la purga llevada a cabo ayer es el claro triunfo del líder de ERC, Oriol Junqueras, que tras forzar a Puigdemont a una apuesta de máximos en el pulso con el Estado español, le ha obligado ahora a limpiar el Gobierno de moderados como condición indispensable para hacerse responsable de la organización del referendo, de manera que todos y cada uno de los miembros del Ejecutivo de la Generalitat asuman colegiadamente las decisiones con consecuencias jurídicas que haya que tomar.

Esa clara derrota política de Puigdemont ante Junqueras es la que ha llevado a un cisma en el PDECat, en donde muchos no aceptan que hasta ahora los únicos que han perdido sus cargos, empezando por el expresidente Artur Mas, sean dirigentes del partido, mientras los cargos de ERC no han sufrido desgaste alguno. Como telón de fondo de toda esta refriega interna se sitúa la posibilidad más que cierta de unas inminentes elecciones autonómicas, tanto si se celebra el referendo como si este es finalmente abortado, en las que según todas las encuestas ERC se haría con la victoria en los comicios con una abultada diferencia respecto al PDECat, muy desgastado por los errores de Mas y Puigdemont y por los casos de corrupción de CDC. Algo que convertiría a Junqueras en nuevo hombre fuerte en Cataluña.

Puigdemont cede ante Junqueras y se blinda con consejeros más radicales

Todo el Ejecutivo autonómico asumirá de forma colegiada la convocatoria del referendo

El temor a un goteo de deserciones en su Gobierno a medida que se acerca el 1 de octubre, fecha anunciada para la celebración del referendo independentista, obligó ayer al presidente catalán, Carles Puigdemont, a purgar a los consejeros de su gabinete menos dispuestos a asumir las consecuencias jurídicas de ese acto ilegal por temor a perder su patrimonio personal en caso de ser condenados si persisten en la desobediencia al Tribunal Constitucional. Las presiones de sus socios de ERC, que exigían la destitución de todos los consejeros del PDECat que no estuvieran dispuestos a asumir de forma colegiada todas las decisiones, forzaron finalmente Puigdemont a tener que relevar a una tercera parte de sus cargos.

Interior, presidencia y Educación

De esta manera, el líder catalán se blinda de cara al referendo rodeándose de un Gobierno más radical, integrado exclusivamente por independentistas dispuestos a desafiar al Estado español y vulnerar las leyes y la Constitución. Entre los purgados se encuentran algunos de los considerados hasta ahora pesos pesados del gabinete, como la portavoz y consejera de Presidencia, Neus Munté, sustituida por Jordi Turull; el responsable de Interior, Jordi Jané, que debería haber coordinado la actuación de los Mossos durante la consulta, al que releva Joaquim Forn, y la consejera de Educación, Meritxell Ruiz, cuyo cargo ya ocupa Clara Ponsatí.

Todos los cargos salientes son del PDECat, mientras que los consejeros de ERC conservan todos su cartera. Puigdemont quiso evitar la imagen de una purga y aseguró que los consejeros no han sido destituidos, sino que fueron ellos los que decidieron dar «un paso al lado» a pesar de que estaban comprometidos con la celebración del referendo. Y, al igual que su vicepresidente, Oriol Junqueras, con el que compareció de forma conjunta para explicar la crisis, insistió en que después de los cambios hechos ayer no contemplan la posibilidad de que el Gobierno español pueda impedir la celebración de la consulta.

Justificó los relevos en la necesidad de afrontar la «hostilidad permanente» del Ejecutivo de Mariano Rajoy con actuaciones que calificó de «grotescas». «No quería prescindir de ninguno de ellos ni tenía ningún motivo para el cese», explicó, tratando de calmar así el profundo malestar que han creado en un amplio sector su partido estos relevos. El líder catalán no quiso sin embargo analizar si con este movimiento es ERC el partido que sale reforzado, ya que conserva sin cambios todos sus puestos. «Todos los consejeros son de Junts pel Sí. Nunca he hecho distinciones en función de su adscripción a ningún partido», explicó Puigdemont, cada vez más contestado en sus filas. En cuanto a quién asumirá la responsabilidad por el referendo, el líder catalán aseguró que «la convocatoria nos compromete a todos». «Los acuerdos son colegiados, aunque otra cosa es la convocatoria formal. Pero esperemos a ver qué dice la ley y se verá si firma uno, tres o doce», concluyó.

Joaquim Forn (Barcelona, 1964), forjado en la política municipal barcelonesa desde hace décadas, ha pasado de ser en una semana la mano derecha de Xavier Trias en el ayuntamiento al hombre que comandará a los Mossos.

Ponsatí es una firme partidaria de un referendo como única salida para Cataluña. Regresa a Barcelona desde la Universidad de Saint Andrews (Escocia), donde es profesora. Su objetivo, facilitar la apertura de los colegios el 1-O.

Jordi Turull, (Parets, Barcelona, 1966), ocupa una consejería de la máxima confianza del presidente de la Generalitat desde la cual estará en el cuadro de mandos de la organización de la consulta.

Mariano Rajoy: «¿Con esta purga, qué diálogo quieren?»

«¿Qué diálogo quieren con este forma de comportarse?». El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, aprovechó ayer la crisis en el Ejecutivo catalán para tratar de ahondar en la división abierta entre los independentistas, culpando el líder catalán, Carles Puigdemont, de la imposibilidad de llegar a un acuerdo por su nula voluntad de diálogo.

El líder del PP calificó los relevos llevados a cabo por el presidente de la Generalitat como una «purga para dudosos» que supone «una muestra más de la deriva autoritaria» en la que se encuentra inmerso el independentismo y el propio Gobierno catalán, «ensimismado en sus propias rencillas». «Después de presionar a los medios de comunicación, a la oposición, a los Mossos, a los funcionarios y a los alcaldes, ahora presionan a su propio partido», dijo Rajoy, que se preguntó a continuación: «si presionan así a su propio partido, ¿qué no harán con los demás?».

Inusual comparecencia

La inusual e inmediata respuesta del jefe del Ejecutivo al paso dado por Puigdemont muestra la voluntad del Gobierno de no dejar pasar ni una al frente independentista y de utilizar todas las armas a su favor para desacreditar a sus responsables e impedir por todos los medios que el referendo llegue a celebrarse. Rajoy aprovechó la presentación de un plan de carreteras en la Moncloa junto al ministro de Fomento, Íñigo de la Serna, y representantes del sector de la construcción, para responder al movimiento táctico ejecutado por Puigdemont. El Gobierno entiende que los relevos llevados a cabo por el presidente catalán en connivencia con su vicepresidente, Oriol Junqueras, son una forma de redoblar la apuesta por el referendo frente a un Ejecutivo cada más convencido de que será la propia división entre los independentistas la que hará que la consulta no se llegue a celebrar.

Movimientos como el de apartar de su cargo al consejero de Interior, Jordi Jané, un político de talante moderado que durante su etapa como diputado en Madrid dio muestras de voluntad de diálogo, se interpretan así como un órdago con el que Puigdemont y Junqueras quieren hacer ver que van a por todas, ya que Jané no era partidario de que los Mossos d’Esquadra, a los que tenía bajo su responsabilidad, participaran en los preparativos de la consulta y tampoco de que asumieran tareas de organización del referendo. Frente a esos gestos de desafío, Rajoy aseguró ayer que el Gobierno «estará en su sitio». Lo que está sucediendo en Cataluña, recalcó, muestra a un Ejecutivo autonómico que «quiebra el interés general, que va contra los catalanes y contra Cataluña». «Hoy [por ayer] hemos asistido a una muestra más de la deriva autoritaria que rompe cada día las leyes y las normas que nos hemos dado entre todos», concluyó.