Fernando Ónega: «La clase política de hace 40 años era muy superior a la de ahora»

enrique clemente M. E. Alonso MADRID / LA VOZMADRID / COLPISA

ESPAÑA

BENITO ORDOÑEZ

El autor gallego publica un libro que recorre el período que va desde las elecciones del 15J hasta la actualidad

16 jun 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Es difícil encontrar una voz más autorizada para hablar de la transición, las elecciones del 15 de junio de 1977 y de los 40 años que han pasado desde entonces, que la de Fernando Ónega (Mosteiro, Lugo, 1947), autor de la frase más célebre de Adolfo Suárez, «puedo prometer y prometo». El colaborador de La Voz plasma sus conocimientos en Qué nos ha pasado, España. De la ilusión al desencanto (Plaza Janés). «La España de hoy es incomparablemente mejor, han desaparecido la miseria, el golpismo, el terrorismo interior, vivimos más, estamos en Europa, la renta per cápita se ha multiplicado por seis; como dijo Guerra, a este país no lo reconoce ni la madre que lo parió», asegura, pero al mismo tiempo la sociedad española está desencantada.

-¿Qué supusieron para España las elecciones del 15J?

-Para los españoles, fue el estreno de las urnas. Políticamente supuso la depuración de los partidos políticos, que eran una sopa de letras, quedaron fuera los extremismos, los españoles votaron por opciones moderadas, no había tantos comunistas como pensábamos y se empezó a perfilar el partidismo, que nos acompañó durante casi 40 años.

-Aquel día se votó con una gran ilusión. ¿Lo hacemos ahora igual?

-Se vota lo menos malo y, casi siempre, contra alguien, es el momento que tenemos para desembuchar el cabreo con la gestión del Gobierno u otras gestiones. Es natural que haya menos ilusión, se ha convertido en un hecho normal cada cierto tiempo, en un derecho y un deber.

-¿Por qué el desencanto?

-Por una clase política que se ha convertido en el tercer problema del país, según las encuestas del CIS. Quienes tienen que resolver el problema son el problema. Segundo, por el golpe constante de la corrupción, que ha cabreado a gran cantidad de ciudadanos. Y tercero, por los efectos de la crisis económica, que ha dejado a un montón de gente en la calle, empobrecida, que confirma una frase que elegí para el principio del libro, que es del Suárez desencantado, «le hemos hecho creer al pueblo español que la democracia iba a resolver todos los grandes males que pueden existir en España... Y no era cierto».

-Comparando a la clase política de aquellos tiempos con la actual, ¿cuál es mejor?

-Hacer esa comparación tiene un riesgo de injusticia, porque gran parte de la actual es joven y aún no ha podido demostrar nada. Ahora bien, si volvemos la vista atrás 40 años y miramos aquellos escaños del Congreso con Alberti, Pasionaria, Carrillo, Fraga, Tierno Galván, Felipe González, Guerra y Suárez, el nivel de calidad, de prestigio y de historia, su capacidad dialéctica y su sentido de Estado es muy superior. Ahora hay mucha agresividad y poco proyecto de Estado, que entonces era llegar a la democracia y a una Constitución aceptada por todos. En este momento, la falta de proyecto de Estado está creando problemas como el de Cataluña, que califico como la herida abierta.

-Un partido como Podemos y algunos intelectuales son muy críticos con la transición.

-Toda labor humana merece críticas. Ahora bien, entre criticar y lo que se está haciendo, que es la descalificación absoluta, considerarla como un apaño y un engaño a la sociedad española por parte de unos cuantos señores sentados en torno a una mesa es una falsificación de la historia. No se puede considerar así una operación que consistió en que las dos Españas que se habían enfrentado en una guerra civil y lo siguieron estando con las represalias del franquismo se dieran la mano y el abrazo para un proyecto común. Es injusto y se está engañando a las nuevas generaciones que no lo vivieron. Solo encuentro una explicación, quienes descalifican la transición son los que quieren cambiar el sistema, y la mejor forma que encuentran es demoler sus bases.

-¿Realmente Suárez metió la monarquía de rondón en la ley de la reforma política?

-Cuando hizo esa entrevista con Victoria Prego ya estaba mal. Yo nunca escuché esa versión ni nada parecido. La ley la tenía que firmar el jefe del Estado, que era el rey; y segundo, había determinadas competencias que correspondían a la jefatura del Estado. No tenía sentido estando pendiente la elaboración de la Constitución.

-¿Cree que se debería hacer un referendo sobre la monarquía?

-La monarquía hoy está asentada, aunque hay antimonárquicos y gente que prefiere la república, como es lógico, pero no se debe andar con juegos sin haber una causa justificada.