«Si vas segando las ramas, al final caerá el árbol entero»

Mateo Balín MADRID / COLPISA

ESPAÑA

JAVIER SORIANO | AFP

Después de cuatro años de investigación a la familia, se divisa el juicio oral tras la prisión del hijo mayor

01 may 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

La deriva del caso Pujol, la investigación en la Audiencia Nacional sobre el origen del patrimonio familiar, no se puede explicar sin echar la vista atrás. Treinta años nada menos. Cuando el pleno de la Audiencia Provincial de Barcelona resolvió por mayoría no procesar al que fuera vicepresidente de Banca Catalana Jordi Pujol. El entonces presidente de la Generalitat fue denunciado por la Fiscalía por delitos de falsedad documental, apropiación indebida y maquinación de precios junto a 16 consejeros de la extinta entidad. Era 22 de noviembre de 1986. Los jueces apenas entraron en el fondo del debate pese a los argumentos de los discrepantes, entre ellos la hoy diputada socialista Margarita Robles, magistrada del Supremo en excedencia. La decisión estaba tomada de antemano. «Los miembros del consejo de Banca Catalana, todos o la inmensa mayoría, salieron beneficiados porque antes de que se produjera la quiebra salvaguardaron sus intereses en perjuicio de los miles de accionistas que salieron perjudicados y que no atrevieron a reclamar, ya que Banca Catalana se presentaba como un instrumento de la causa catalana». El que hizo esta reflexión en diferentes medios es Carlos Jiménez Villarejo, uno de los fiscales que defendió la querella contra Pujol.

Para contextualizar las consecuencias del caso Banca Catalana hay que recordar a las amenazantes palabras que dijo Pujol en el Parlamento en septiembre de 2014. «Si vas segando las rama de un árbol al final caerá el árbol entero. Si todo fuera tan corrupto, caerían todos y sería responsabilidad de todos». Esta declaración tuvo lugar dos meses después de que el expresidente, presionado por las diligencias abiertas a su hijo Jordi Pujol Ferrusola confesara por carta que durante 30 años tuvo una herencia millonaria en Andorra, no declarada al fisco, que le dejó su padre Florenci, fallecido en 1980 y fundador de Banca Catalana.

El cuadro pintado por Jiménez Villarejo tiene bastantes coincidencias con el desarrollo del caso Pujol, aunque el encarcelamiento del primogénito ha dejado caer la primera «rama». De momento, la causa se ha reagrupado en el juzgado que dirige José de la Mata, que investiga a los nueve miembros de la familia. La tesis de los investigadores es que no han presentado ni un documento que acredite los más de 500 millones de pesetas que los siete hermanos llegaron a ocultar en Andorra y que procedían, originariamente, de los 140 millones pesetas entregados por el abuelo Florenci. Se sospecha que no hubo tal herencia y que las cuentas se nutrieron con el ingreso en efectivo o por transferencia de comisiones ilegales. Al frente de las operaciones estaría Jordi Pujol hijo, el fabricante de interfonos en La escopeta nacional que «acaba pagando la fiesta», según le dijo al juez. Su madre Marta Ferrusola controlaría el patrimonio en el Principado a través de varias cuentas y la ganancias obtenidas fueron repartidas entre los hermanos gracias a «negocios» de diversa índole sin justificar.