El clímax de la enmienda anti Cospedal resucita un cónclave sin tensión política

G. B.

ESPAÑA

JuanJo Martín | EFE

Susto para Mariano Rajoy  por el ajustado resultado en la votación de la propuesta contra la secretaria general

11 feb 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Ayer, a eso de las siete de la tarde, Rajoy se fue del congreso del PP tan satisfecho como aburrido, dejando a sus chicos de Génova, con el eficiente Martínez-Maillo a la cabeza, a cargo de asuntillos y votaciones que preveía menores. Pero luego, ya en casa, lo ajustado de la votación de la enmienda antiCospedal estuvo a punto de provocarle un soponcio y amargarle un congreso organizado a su mayor gloria. Aunque la mayor novedad que se esperaba era que la gaviota pasará a ser un charrán, a Rajoy estuvieron a punto de complicársele los planes. El sofocón fue el inesperado clímax de un cónclave que se preveía plúmbeo y triunfal y que, al margen de este asunto, tiene una tensión política similar a la de un convención de farmacéuticos. Pero, superado el susto, no cambiará nada, aunque sea aplicando la conocida máxima lampedusiana. Es cierto que los nuevos tiempos y la minoría parlamentaria permiten escuchar discursos desconocidos por estos lares, como la petición de perdón por la corrupción. Pero, más allá de la retórica, nada se mueve sin que lo autorice Rajoy.

Aunque tuvieron que desayunarse con el sapo de las condenas a los cabecillas de la Gürtel y a exdirigentes del PP valenciano, a los populares no se les quitaba ayer la sonrisa de la cara. Están convencidos de que lo están haciendo todo bien y de que recuperar la mayoría absoluta o acercarse a ella es solo cuestión de tiempo. Y eso incluye incidir en la estrategia de presentar el mapa político como una confrontación polarizada entre la radicalidad extrema de Podemos y sus confluencias y la política del sentido común que representa el PP. En ese esquema, el PSOE queda reducido a la posición de comparsa de los buenos, al que no merece la pena criticar.

El de ayer fue el primer congreso popular en el que apenas se escucharon ataques a los socialistas, a los que se mira ahora más como socios a los que hay que seducir para conseguir aprobar los Presupuestos que como a enemigos a los que destruir políticamente. Siempre, claro, que el PSOE no quede en manos de Pedro Sánchez. Así las cosas, todo fueron ayer ataques a Podemos y hasta chistes de dudoso gusto en torno al congreso del partido morado, con Rafael Hernando en modo club de la comedia.

Languidecen, sin embargo, otos debates clásicos, como el de la sucesión, porque en el PP ya han asumido que, mientras le dejen, Rajoy se apunta al lema de Joe Rígoli: yo sigo. De momento, hasta el 2020. Así que paciencia y a barajar. Feijoo tiene ya claro que hizo bien en no precipitarse. Esto va para largo.