La CUP sí que marcó distancias de mano explícita, fue dura con sus aliados, habló de «corrupCiU» y aseguró que los casos que afectan a la exCDC suponen una «bofetada» en toda regla al proceso soberanista, que debería ser «impecable», según los anticapitalistas.
En la oposición no desaprovecharon la ocasión para cargar con dureza contra los nacionalistas. Ciudadanos, PSC, Catalunya sí que es Pot y el PP reclamaron explicaciones inmediatas al presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, pues consideran que es representante de un partido que es «heredero» de la antigua Convergència.