Sánchez se enroca tras el desastre electoral y reta a los barones a un duelo en primarias

Enrique Clemente Navarro
enrique clemente MADRID /LA VOZ

ESPAÑA

Atlas

El líder de los socialistas aseguró esta mañana que no dimitirá aunque los críticos tumben su propuesta del congreso en el Comité Federal del sábado

27 sep 2016 . Actualizado a las 17:13 h.

La guerra total en el PSOE ya es imparable. Y como en toda contienda, habrá vencedores y vencidos. Pedro Sánchez pasó ayer por alto los pésimos resultados en Galicia y el País Vasco y retó a los críticos a que le disputen la secretaría general en unas primarias, en lo que sería un duelo definitivo, y a que digan de una vez en el comité federal del sábado si defienden la abstención para facilitar que gobierne Mariano Rajoy. El PSOE andaluz de Susana Díaz le respondió exigiéndole que asuma responsabilidades, es decir que dimita, por el desastre electoral.

Será el comité federal el que tenga que dar luz verde o rechazar su plan, que contempla celebrar las primarias el 23 de octubre y el congreso federal en la primera semana de diciembre. Preguntado en cuatro ocasiones si dimitirá en caso de que el máximo órgano del partido entre congresos tumbe su propuesta, Sánchez se limitó a decir que está «convencido de que no va a poner ninguna cortapisa para que la militancia vote y se pronuncie».  En otras palabras, su única vía para mantenerse como secretario general es enfrentar a los barones con las bases, que cree le apoyan mayoritariamente.

Esta mañana fue más explícito. En declaraciones en la cadena SER, Pedro Sánchez  ha asegurado hoy que «no se plantea dimitir», tampoco en el caso de que el Comité Federal rechace el próximo sábado su propuesta. «Por supuesto que no», ha subrayado el líder socialista para trasladar a los barones críticos de su partido que está dispuesto a dar la batalla hasta el final.

Desvió el debate

Sánchez no hizo la mínima autocrítica por el deslome del PSOE del 25S y planteó el debate que hay en el PSOE como una disputa entre los que defienden la abstención, «de una u otra forma», para facilitar el Gobierno a Rajoy, donde situó a los barones críticos, y los que apuestan por mantener el no y tratar de formar un Gobierno alternativo, como él y sus fieles. «No hay más opciones, o se apoya a Rajoy o terceras elecciones o un Gobierno alternativo», aseguró. Y envió un mensaje directo a la presidenta andaluza, sin citarla, al asegurar que frente a los que defienden que con 85 escaños no se puede ni pensar en gobernar y a la vez dicen no a Rajoy y a las terceras elecciones, defiende un Gobierno transversal con Podemos y Ciudadanos, aunque está dispuesto a hablar con «todas las fuerzas». «Ha llegado el momento, es la hora de hablar claro», señaló tras más de cuatro horas de una tensa comisión permanente de la ejecutiva, en la que se oyeron voces discordantes. Sostuvo que el debate en el partido debe zanjarse con las primarias porque «nos está haciendo daño y abriendo una división que nos perjudica electoralmente». Una alusión para responsabilizar también a los barones del batacazo electoral.

El líder socialista desafió a los críticos que quieren derribarlo a que «den un paso al frente». «Las personas que consideran que con su liderazgo el partido estaría en mejor posición que se presenten a un congreso federal», aseguró. Ademas, se quejó de que se le esté haciendo oposición desde dentro y pidió que una vez que la militancia elija al secretario general, «el PSOE tenga una única voz y no lo que ha ocurrido hasta ahora». «Lo que no tiene ningún sentido es que yo intente hablar con otras formaciones políticas y se me cuestione desde dentro», afirmó.

La respuesta de los críticos no se hizo esperar. Díaz convocó el comité director del PSOE-A este jueves para fijar una posición, que de acuerdo con lo que dijeron ayer varios de sus dirigentes será rechazar el plan de Sánchez. Su número dos, Juan Cornejo, aseguró que no es momento de celebrar un congreso, que calificó como «cortina de humo de lo que ha sido un desastre», sino de asumir «responsabilidades políticas». «Cada uno que lo interprete como quiera,», añadió. Cornejo abogó por un «congreso de refundación» del partido.

El diputado Eduardo Madina exigió a Sánchez que asuma responsabilidades por el «hundimiento electoral inmenso». Carme Chacón aseguró que «así no podemos seguir». El exministro José Blanco se mostró «desolado» por los resultados del 25S y se preguntó «qué más tiene que pasar» para que el partido «reflexione». La semana pasada los presidentes de Castilla La-Mancha, Emiliano García-Page, y Aragón, Javier Lambán, calificaron de irresponsable el plan de Sánchez de adelantar el congreso.

Un calendario hecho a medida para ser candidato en las terceras elecciones

La primera cita decisiva para Sánchez será el comité federal del sábado, que deberá aprobar o rechazar su plan de celebrar primarias el 23 de octubre para elegir al secretario general y, entre el 2 y el 4 de diciembre, el congreso federal, que se limitaría a ratificar lo que decida la militancia. Un calendario hecho a su medida para dificultar la presentación de candidaturas alternativas, en especial la de Susana Díaz, que contemplaba saltar a Madrid con más tiempo.

Sánchez defendió ayer que en tres semanas da tiempo para que se presenten otros candidatos y, si gana uno que esté a favor de la abstención a Rajoy, permita que se forme Gobierno.

Rechazo e incongruencia

Los críticos lo rechazan de plano y le echan en cara que fuera él mismo quien defendiera hace meses que no se podía celebrar el congreso hasta que se resolviera la gobernabilidad de España. Esas primarias tendrían lugar en la recta final de las negociaciones para formar Gobierno. Sánchez admitió que a él solo le quedaría una semana para cerrar un hipotético acuerdo (en realidad cuatro días, por las consultas con el rey), ya que el 31 de octubre se disolverían las Cortes. Si las elecciones fueran el 18 de diciembre los socialistas celebrarían el congreso en plena precampaña. Dado que el pacto con Ciudadanos y Podemos es inviable, al igual que con los independentistas, todo indica que el plan de Sánchez tiene como objetivo mantenerse como secretario general y candidato en las terceras elecciones.