Veinticuatro horas para llegar a Vigo desde Londres

s. a. g. VIGO / LA VOZ

ESPAÑA

La huelga de controladores en Francia provocó que 54 estudiantes de Vigo se quedaran tirados en Londres

06 jul 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Las cinco de la tarde de ayer era la hora prevista para que aterrizara en Vigo el avión que traía de vuelta a casa a 54 jóvenes de los cerca de 600 que este año lograron una de las becas de inglés que concede el Concello. La huelga de controladores aéreos franceses trastocó los planes y no llegarán hasta hoy. Lo harán de forma escalonada, en diferentes vuelos, porque Iberia ha ido buscando huecos aquí y allá para devolverlos a Peinador. Si no hay nuevos contratiempos, los primeros llegarán a Galicia a las ocho de esta mañana, y a mediodía, los últimos.

Ariadna Grilo, una de las becarias afectadas, cuenta la odisea minutos antes abandonar el aeropuerto de Londres: «Llevamos en pie desde las 4.30 de la madrugada». El avión salía a las 10, pero tenían que estar en la terminal tres horas antes y las residencias de estudiantes -no todos estaban en la misma- quedan a unos cuantos kilómetros. Enseguida supieron que el madrugón no había servido de nada. El espacio aéreo francés abría los imaginarios semáforos a cuentagotas, así es que había que cambiar los planes.

Esa era tarea de Iberia. «Primero nos dijeron que volaríamos a Fráncfort y desde allí a Madrid», explica Ariadna. Pero las horas pasaban y la opción alemana quedó descartada. El hambre empezaba a hacer mella. Iberia les facilitó un bono de 10 libras para comida. Pasadas las cinco de la tarde, cuando lo que ya hacía mella era el cansancio, les comunicaron el plan C: «Nos habían encontrado plaza en dos vuelos distintos hasta Madrid», donde en el mejor de los casos llegarían pasadas las diez de la noche. Pero lo que no había ya a esa hora era enlace con Vigo. Por eso, explica Ariadna, «vamos a dormir en Madrid. Iberia nos ha reservado hotel. Bueno, van a dormir, porque a los de mi grupo casi no nos merece la pena». Y es que, según sus cuentas, entre traslados, cena y ducha, los primeros en poner rumbo a Vigo apenas les quedarían un par de horas para echar una cabezadita. «Nos han dicho que los que salimos en el primer avión de la mañana tenemos que estar en Barajas a las cinco, así que habrá que estar otra vez en pie a las cuatro de la madrugada», comenta Ariadna con la resignación del que siente que va a vivir el día de la marmota. Veinticuatro horas para hacer un viaje que, en condiciones normales, no lleva más de dos y media.