Búsqueda infructuosa de micrófonos ocultos en el Ministerio del Interior

Melchor Saiz-Pardo MADRID / COLPISA

ESPAÑA

SERGIO PEREZ | Reuters

La policía trabaja con la hipótesis de que el móvil de De Alfonso grabó a Fernández Díaz

02 jul 2016 . Actualizado a las 01:41 h.

No era más que una formalidad, porque nadie en la Policía Judicial esperaba encontrar nada casi dos años después de las grabaciones de la conversaciones entre el ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, y el ya exdirector de la Oficina Antifraude de Cataluña, Daniel de Alfonso, que tuvieron lugar el 2 y el 16 de octubre del 2014. Y así fue, nada de nada. Los técnicos barrieron ayer durante toda la mañana las dependencias del Ministerio del Interior, en el número 5 del paseo de la Castellana en Madrid (y no solo el despacho de Fernández), y no encontraron ni rastro de micrófonos ocultos o de otros sistemas de grabación clandestinos. El barrido, recordaron fuentes del operativo, solo hubiera servido para detectar micros «activos» en la actualidad, pero no para revelar si hubo sistemas de grabación en el pasado.

La Policía Judicial, antes de saber el resultado de esta inspección, ya trabajaba con una sola hipótesis sobre el origen de la grabación: las conversaciones fueron registradas por el móvil que llevaba encima el cesado director antifraude, voluntaria o involuntariamente. Los expertos en tecnología han llegado a esta conclusión con la mera escucha de los audios difundidos por el diario digital Público. En muchos de estos fragmentos se aprecia que cuando De Alfonso cambia de posición o mueve lo que aparentemente es una cartera (en la que estaría su móvil) la grabación se distorsiona. En otros se escucha el «roce de fibras» entre el micrófono y la ropa cuando aparentemente el exjefe antifraude se mueve y su teléfono está supuestamente en uno de los bolsillos.

Los especialistas de la Policía todavía no han tenido acceso a los archivos originales para su examen. El citado medio de comunicación entregó el jueves las grabaciones en la Fiscalía. El pasado 24 de junio, los responsables del diario se negaron a dárselas a la policía porque los agentes no disponían de una orden judicial. De hecho, la investigación sigue sin estar judicializada.

Fuentes de la Fiscalía General del Estado confirmaron que estas grabaciones han sido entregas a través del registro del ministerio público, que, a su vez, ha dado traslado a la Secretaría General Técnica. Será este departamento el que valore si se abren diligencias desde el organismo que preside Consuelo Madrigal.

Público ya ha informado de que los archivos que un «anónimo» les hizo llegar están en formato OGG (usado por móviles y otras grabadoras digitales). Esos audios fueron generados automáticamente cada media hora, una circunstancia que apunta a que fueron registrados a través de un aparato de teléfono móvil. Los teléfonos hacen esas copias de seguridad de forma automática porque sus memorias de audio no son tan fiables como las de los de otros mecanismos.

Tres hechos

Queda por determinar si la grabadora de ese móvil fue activada a distancia -convertida en un «micrófono ambiente de forma remota»- o si fue el propio De Alfonso quien registró las conversaciones de forma voluntaria.

La Policía Judicial valora tres hechos para tratar de saber quién filtró los audios. El primero es que fue el ex alto cargo catalán quien solicitó los dos encuentros. El segundo es que consiguió llegar al ministro por su amistad con el inspector jefe José Ángel Fuentes Gago, lugarteniente y hombre de confianza de Eugenio Pino, el director adjunto operativo de la policía hasta la semana pasada y uno de los caudillos del clan policial más cercano al PP. Y la tercera es que, en la época de las grabaciones, el jefe de Asuntos Internos era el comisario Marcelino Martín Blas, hoy peleado a muerte con el clan policial más oficialista, pero que hace un año y medio era uno de los fontaneros del propio Pino.

En las grabaciones se escucha al ministro y a De Alfonso hablar de usar información en contra de los partidos independentistas catalanes.