Actuación policial
El exjefe de la Policía Municipal Emilio Monteagudo ha basado su estrategia en responsabilizar a la jefa del dispositivo policial del Arena, Cándida Jiménez, de no denunciar el macrobotellón que se celebró en el Lago de la Casa de Campo.Jiménez dijo que le avisaron esa mañana de que tenía que asumir el equipo policial y que su función era impedir que se celebrara un botellón junto a la puerta de entrada del recinto, pero «no a 50 o 70 metros». Tres policías de paisano alertaron al 091 del caos y del descontrol en que degeneró la fiesta: «Se les ha ido de las manos».
Sin licencia
El Ayuntamiento dijo que no era necesario que el Madrid Arena tuviese licencia porque era un edificio municipal. Miguel Ángel Flores ha basado su defensa en culpar al Consistorio por ello, y su abogado llegó a decir que la tragedia se produjo «por un defecto original y congénito de diseño del edificio».
Fallos de seguridad
No hubo una reunión sobre el operativo de seguridad, las barras de bar bloqueaban vías de evacuación, e incluso un técnico municipal dijo que «no existían suficientes salidas de emergencia en el Arena». Los vigilantes no recibieron ninguna formación sobre evacuación ni realizaron jamás simulacro alguno.
Requisa
Seguriber defiende que siempre hubo controles y cacheos y su abogado puso en duda lo manifestado por muchos jóvenes, quienes aseguraron que no se hacían registros, ni se revisaban bolsos ni se pedía el DNI y que se metían botellas y hasta garrafas de cinco litros en la mano. Los jefes de Seguriber acusaron a Del Amo de ordenar que las requisas se hicieran más livianas, si bien precisaron que esa orden se ejecutó a petición de Flores.
Kontrol 34
Sus jefes echan balones fuera sobre su responsabilidad como encargados de la vigilancia interna, pero lo cierto es que sus trabajadores se encontraban dentro del recinto, se comunicaban con pinganillos y llevaban chalecos. Defienden que eran «auxiliares» y no vigilantes de seguridad, algo reconocido por Madridec. Un empleado de Kontrol 34 declaró que la avalancha «no le pareció nada serio». «La impresión que tuve es que no quería ayudar», dijo un joven.
Cruce de acusaciones
A lo largo del juicio, los acusados se dedicaron a echarse la culpa entre sí y a eludir las responsabilidades que ostentaron en la fiesta de Halloween de 2012, como así les han reprochado las familias.
Menores en el recinto
La mayor prueba de que hubo menores en el recinto es que una de las víctimas, Belén Langdon, tenía 17 años en el momento de la tragedia. Otros testigos, también menores, confirmaron que entraron con el DNI de otras personas. «Se podía pasar perfectamente con un DNI que no fuera el tuyo, porque no lo miraban mucho», dijo una joven. Otra señaló que entraron todos los compañeros de su colegio, 180 menores.