El secretario general tiene el enemigo en casa ante unas elecciones decisivas

E. C. MADRID / LA VOZ

ESPAÑA

Julio Muñoz | Efe

Susana Díaz y los barones críticos mantienen un pulso con Sánchez desde la debacle del 20D

13 may 2016 . Actualizado a las 13:13 h.

Pedro Sánchez tiene el enemigo en casa. Los barones le están haciendo la precampaña a Mariano Rajoy y, sobre todo, a Pablo Iglesias. Un día aparece el presidente de Extremadura, Guillermo Fernández Vara, y da por hecho que Susana Díaz le disputará la secretaría general después del 26J. Al día siguiente, su homólogo de la Comunidad Valenciana, Ximo Puig, lo desafía, manteniendo las negociaciones con Podemos para presentar listas conjuntas al Senado en contra de lo que horas antes había expresado el líder socialista de forma tajante. Solo unas fechas antes, la presidenta de Andalucía había echado por tierra los esfuerzos de Sánchez, que se demostraron estériles, para tratar de formar Gobierno durante los cuatro meses posteriores a las elecciones. Al tiempo, defendía, al igual que otros barones, que se asegurara a Eduardo Madina un lugar en las listas que le permitiera recuperar su acta en el Congreso. El secretario general no cedió y mantuvo al que fuera su rival en las primarias en el número siete por Madrid. Ese mismo día, Sánchez advertía a puerta cerrada ante el comité federal que la «herida del PSOE» es la división interna.

Los barones críticos, encabezados por Díaz, ya protagonizaron una operación tras la debacle electoral para desplazar a Sánchez. La andaluza no se decidió una vez más a dar el salto a Madrid.

Relaciones con Podemos

Pero lo que sí hicieron fue marcarle unas líneas rojas que hacían prácticamente imposible pactar un Gobierno de izquierdas con Podemos, que requería el visto bueno por activa o por pasiva de los independentistas catalanes. Sánchez las asumió, consciente de que no podía ser presidente a cualquier precio y esto le llevó a un pacto con Ciudadanos que en realidad le cerraba las puertas de la Moncloa. Paradójicamente, el propio Puig, Emiliano García-Page y Javier Lambán son presidentes de sus comunidades gracias a la formación morada.

El PSOE se enfrenta a las elecciones más difíciles y trascendentales de los últimos 40 años. Por primera vez corre un serio riesgo de perder la hegemonía en la izquierda. Caer a la tercera plaza sería un desastre histórico para el PSOE, que podría conducirle a seguir la nefasta senda recorrida por el PASOK griego. El 26J se libra una batalla trascendental, de alcance no solo nacional sino europeo, entre el centroizquierda, la socialdemocracia a la europea, y el populismo de izquierdas en compañía de los comunistas.

Ante este escenario de lucha por la supervivencia del partido y de lo que debería ser un combate de ideas y proyectos, el PSOE se presenta como un partido dividido, donde priman las ambiciones personales. Mientras, Rajoy se afana por polarizar la campaña, ninguneando a los socialistas, e Iglesias lanza una propuesta que ha tenido como consecuencia reabrir la heridas internas en el PSOE. Díaz y sus aliados corren el riesgo de recoger un partido arrasado después de las elecciones. Eso sí, se habrán cargado a Sánchez.