El PP se rebela ante la posibilidad de que Sáenz de Santamaría aspire a la sucesión

nuria vega MADRID / COLPISA

ESPAÑA

Ballesteros | EFE

En el partido intuyen que Aznar «se moverá» para frenar a la vicepresidenta

25 abr 2016 . Actualizado a las 18:18 h.

La paranoia se extiende por el PP. Hace semanas que los clanes, las familias o, como dicen en el Gobierno, los grupos de «afinidades» se miran con desconfianza. Si la mayoría absoluta fue la mejor medicina para mantener en orden las filas, la caída en las urnas ha hecho que la unión flaquee y cada movimiento se interprete en clave sucesoria. El sector más próximo a José María Aznar y facciones contrarias a la gestión de la vicepresidenta han coincidido en que Soraya Sáenz de Santamaría no se convierta en el relevo de Mariano Rajoy. No hay quien ponga en duda en el PP que el presidente será el candidato para la nueva convocatoria electoral. ¿Pero qué ocurrirá el día después? Si el partido no logra mantenerse en el poder, la percepción mayoritaria apunta que se abrirá un proceso de renovación y que el próximo líder será elegido en un congreso abierto de resultado «impredecible». «Entonces será: o estás conmigo o contra mí», pronostica un cargo del PP. En este marco, Pablo Casado parece ganar enteros entre los afiliados.

Sin embargo, de conseguir los populares mantenerse en la Moncloa, se abre un abanico de posibilidades que preocupa en el partido. Fuentes de la formación sostienen que es probable que Ciudadanos quiera cobrarse la presa de Rajoy a cambio de su apoyo en la investidura. «Habrá veto», pronostican. Y entonces, un ala del PP está dispuesta a movilizarse para que el presidente no caiga en la tentación de tutelar su sucesión y designar a Sáenz de Santamaría.

Congreso, no dedazo

La confianza que el jefe del Ejecutivo ha depositado siempre en su vicepresidenta no parece corresponderse con el sentir mayoritario en el partido. Pesos pesados recuerdan que la número dos de Rajoy no ha pisado la sede de la calle Génova en la última legislatura y algunas fuentes ven en ella a la responsable de haber «matado» la ideología del PP en aras de la tecnocracia. Fuentes populares intuyen que «Aznar se moverá», aunque sea de manera discreta, para evitar que la vicepresidenta se haga con el poder. Pero desde los territorios recuerdan que «no hará falta» y reiteran que el futuro del PP ya no se podrá «resolver con un dedazo». «Habrá congreso o las bases se pronunciarán de alguna manera y Soraya no cuenta con apoyos suficientes», asegura un representante parlamentario.

La vicepresidenta podría contar con el respaldo de los líderes de Andalucía, Juan Manuel Moreno, y País Vasco, Alfonso Alonso. Pero fuentes del partido perciben que la opinión de la secretaria general pesará y que María Dolores de Cospedal, con nula sintonía con ella, ha recuperado control en los territorios.

Clima enrarecido

En este contexto, fuentes populares advierten de que si la vicepresidenta pretende emprender su propia campaña en un momento en el que «toca» cerrar filas con Rajoy, se equivoca, y se muestran escépticas sobre sus intenciones reales. Pero el clima se ha enrarecido desde la semana pasada. La filtración de la multa que la Agencia Tributaria impuso al expresidente Aznar y la dimisión de Soria, despertó en los sectores más críticos con Sáenz de Santamaría la sospecha de que ella y su entorno, entre otros el titular de Hacienda, Cristóbal Montoro, podrían estar detrás de estos movimientos. Soria pertenecía, recuerdan, al llamado G-8, el grupo de ministros críticos con la gestión de la número dos de Rajoy. En el entorno de la vicepresidenta no dan crédito a las especulaciones. Pero lo significativo es que las «suspicacias» circulen en una formación en crisis mientras el presidente observa.

El líder de los populares tiene, según admiten todos en el PP, el control orgánico. La batalla inmediata se librará en varias fases. La primera, la de las listas. La segunda, la de las urnas. Y por último, la del liderazgo. Todo está por ver, pero un veterano del PP anticipa que «el problema no será tanto el nombre del sucesor, como la manera de gestionar la salida de Rajoy».