El suspense aviva la pugna entre los «sorayos» y el G8

Gonzalo Bareño Canosa
Gonzalo Bareño MADRID / LA VOZ

ESPAÑA

Eduardo Muñoz Álvarez | EFE

El PP llega a la probable convocatoria de nuevas elecciones generales en un clima enrarecido y con un ambiente de división interna que no se alcanzaba desde el 2008

24 abr 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

El PP llega a la probable convocatoria de nuevas elecciones generales en un clima enrarecido y con un ambiente de división interna que no se había alcanzado nunca desde el congreso del año 2008, en el que Mariano Rajoy recompuso su liderazgo en el partido tras la crisis sufrida por la derrota en aquellas elecciones, que llevó a numerosos dirigentes, con Esperanza Aguirre a la cabeza, a cuestionarlo como cabeza de la formación. De aquel grupo de críticos apenas queda alguno. Rajoy los ha ido descabalgando uno a uno de cualquier puesto de responsabilidad y, aunque Esperanza Aguirre mantiene sus críticas a Rajoy, está ya muy debilitada. Y tampoco el aznarismo está en estos momentos en disposición de discutirle el liderazgo a Rajoy.

La pugna que ahora vive el PP ya no es la de los críticos de Rajoy frente a sus partidarios, sino que es una batalla interna entre dos grupos, ambos fieles al líder, que se manifiesta en el seno mismo del Gobierno. Están por un lado los ministros más cercanos personalmente a Rajoy, que forman el llamado G8, del que la ministra de Fomento, Ana Pastor, y el titular de Interior, Jorge Fernández Díaz, son las cabezas más visibles, pero en el que es el ministro de Exteriores, José Manuel García Margallo, quien lleva la voz cantante de cara al exterior. Este grupo, formado por veteranos dirigentes populares, cuestiona la forma fría y tecnocrática de gestión del Gobierno encabezada por la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, que forma junto a cercanos colaboradores suyos como el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, la titular de Empleo, Fátima Báñez, o el ministro de Sanidad, Alfonso Alonso, el grupo conocido como los «sorayos». El propio García-Margallo admitió el pasado viernes las «discrepancias», pero las justificó diciendo que el PP no es «el Partido Comunista de la Unión Soviética» y que su relación con Sáenz de Santamaría es «muy correcta». La dura y desabrida despedida que Montoro y Sáenz de Santamaría dispensaron tras su dimisión al exministro Soria, miembro del G8, y los rumores en torno a la posible sustitución de Rajoy por Sáenz de Santamaría tras las próximas elecciones ha acrecentado la tensión entre estos dos sectores, sin que Rajoy haya intervenido.