En el PP especulan ya con el perfil del candidato para suceder a Rajoy

Nuria Vega MADRID / COLPISA

ESPAÑA

Alonso, Saénz, CAsado y Cifuentes
Alonso, Saénz, CAsado y Cifuentes

Cuadros intermedios abogan por una renovación de equipos y de proyecto

13 mar 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Si los deseos de Albert Rivera se cumplieran, probablemente el primer perjudicado sería él mismo. Hace tiempo que el líder de Ciudadanos azuza el debate sobre la retirada de Mariano Rajoy como cabeza de cartel de los populares. «Si hay otro candidato, cambia todo», asegura con la mente puesta en un posible acuerdo de gobierno. Pero si el pacto de legislatura, en el que indefectiblemente deberían entrar los socialistas, nunca llega a cerrarse, puede que la continuidad de Rajoy aporte a Rivera oxígeno y argumentos para explotar su potencial en unas hipotéticas elecciones. De ello alertan, al menos, las voces anónimas del PP. «Ha llegado el momento de que el presidente dé un paso atrás», reiteraba esta misma semana un cargo medio popular convencido de que a su partido solo le queda «una bala» en la recámara: la renovación.

Muchos de los dirigentes que hace tan solo un año miraban, con envidia mal disimulada, el proyecto de Ciudadanos advierten de que el partido centrista puede llegar a representar para el electorado un nuevo PP. Sin lastres, sin deudas. La reacción, tantas veces dubitativa, ante la corrupción, los recortes económicos aplicados por el Gobierno, la escasez de pericia en el manejo de la comunicación y la política, la descoordinación entre el Ejecutivo y el PP, o incluso la ausencia de «piel» en la gestión, como asumía la cúpula en el 2015, son algunos de los factores que llevan a multitud de fuentes populares a concluir que a día de hoy el liderazgo de Rajoy se ha revelado extremadamente endeble. «Nuestro peor activo sigue siendo el candidato», asume un alto cargo de la formación.

Proyecto agotado

En el PP prácticamente nadie esgrime que el presidente tenga que marcharse por falta de honorabilidad, o porque su tarea en la Moncloa no merezca reconocimiento. Pero el «clamor silencioso» del que hablaba el miércoles pasado el expresidente de Murcia, Alberto Garre, apunta a que el proyecto de Rajoy está agotado y a que su tiempo pasó, para algunos incluso antes de las elecciones generales. El resultado electoral de los comicios autonómicos del 2015 fue revelador para muchos dirigentes territoriales que se vieron desbancados del poder. Las urnas, en la terminología del expresidente José María Aznar, habían dado para entonces tres «avisos» al PP. Las elecciones europeas, las andaluzas y las regionales se transformaron en señales de que algo iba mal en un partido que exhibía mayoría absoluta en el Gobierno y perdía fuelle en cada convocatoria. Resultó que quienes pronosticaron entonces, sin mucho crédito, que Rajoy se quedaría en los 120 escaños el 20 de diciembre no se equivocaron. Y a 12 de marzo, temen que los 123 diputados obtenidos no representen el suelo electoral del PP. Pocos se atreven, sin embargo, a expresar en público su opinión y, menos aún, a plantear en los órganos de dirección un cambio de caballo.

El más osado entre los dirigentes del partido fue Juan Vicente Herrera tras los comicios de mayo del año pasado. Siendo uno de los barones con más ascendencia en el PP, el presidente de Castilla y León llegó a sugerir una reflexión al líder antes de repetir como candidato. «Le diría al presidente 'mírate al espejo'», aventuró. Pese al revuelo y a haber puesto voz a una postura generalizada, nadie siguió su camino. A día de hoy se ha instalado en la formación la conclusión de que solo aquellos que no tienen ya nada que perder, y que muchas veces pertenecen al círculo de los aznaristas, claman en público por la renovación integral y la actualización del discurso, los programas, y las formas de hacer política. Por redefinir y reforzar el sostén ideológico del partido. El propio expresidente reapareció en el comité ejecutivo convocado el día después de las elecciones del 20D para reclamar un congreso abierto del que nazca un PP que recupere el centro-derecha.

Minoritarios

Esperanza Aguirre, Alberto Garre o el histórico del partido Jaime Ignacio del Burgo son otros de los populares que han insinuado o pedido el «paso atrás» de Rajoy. Pero en la dirección relativizan la importancia de todos ellos y piden distinguir entre dirigentes de peso y voces aisladas. La ministra de Agricultura, Isabel Tejerina, recordaba esta semana que son críticas «tremendamente minoritarias». Pese a la marea interna, la realidad no desmentirá desde luego a la cúpula del PP y el Gobierno.

Probablemente nunca llegue a existir un movimiento orquestado que desbanque al presidente. Mientras unos defienden la «lealtad» al líder, otros mantienen que la cultura interna de la formación no facilita revoluciones y advierten de que en este momento político turbulento la rebeldía solo les hundiría más. Todo sigue estando, por lo tanto, en manos del presidente, y en su entorno creen que espera el momento idóneo para facilitar la transición del PP, aunque sospechan que ese tiempo no llegará antes de las elecciones, si es que se convocan para el 26 de junio. «Estoy seguro, aunque a mí no me lo planteen, que hay gente en ello», respondió Rajoy el pasado 25 de febrero preguntado por quienes piden su relevo. Quienes están «en ello» detectan que hay cantera para la sucesión. Pero en la cantera, los protagonistas cruzan los dedos por no seguir apareciendo en las quinielas y acabar quemados y sin opciones.

El cásting de aspirantes

Soraya Sáenz de Santamaría

A favor. Tiene la confianza del presidente y experiencia de gestión. Ha cultivado una imagen de vicepresidenta todopoderosa y trabajadora, alejada de los escándalos.

En contra. Rechazada en muchos sectores del PP y del Gobierno, no tiene el respaldo de ninguna estructura territorial y jamás se ha sometido como número uno a las urnas.

Pablo Casado

A favor. Es un valor en alza del partido. Algunos dirigentes ven en el joven vicesecretario de Comunicación al «Albert Rivera del PP». No acusa el lastre de la corrupción.

En contra. Sus defensores entienden que le falta experiencia y rodaje. Pero al tiempo apuntan que si el PP quedara relegado a la oposición, podría ser el relevo perfecto.

Alfonso Alonso

A favor. Al «candidato del consenso» su pasado como alcalde de Vitoria le da un perfil gestor. Su trayectoria como portavoz en el Congreso avala sus dotes políticas.

En contra. «Sorayo» confeso, su relación con la número dos del Gobierno podría interferir en su hipotético camino hacia la presidencia del Partido Popular.

Cristina Cifuentes

A favor. Encarna un modelo más actual de política, y con la mano tendida a otras formaciones. En su entorno se vanaglorian de ser intransigentes con la corrupción.

En contra. Algunas voces recuerdan que su fuerza en Madrid está sustentada por el apoyo de Ciudadanos e insisten en que no es diputada en el Congreso.