El rey devuelve la pelota a los líderes por su bloqueo y no abrirá nuevas consultas

Enrique Clemente Navarro
Enrique Clemente MADRID / LA VOZ

ESPAÑA

MIla Méndez

Rajoy y Sánchez se disputan la iniciativa, e Iglesias veta de nuevo a Albert Rivera

08 mar 2016 . Actualizado a las 08:02 h.

Posiciones inamovibles e intransigentes. Situación política absolutamente bloqueada. Ante este escenario, Felipe VI decidió el lunes no iniciar, «por el momento», una nueva ronda de consultas con los grupos políticos para designar un aspirante a la presidencia del Gobierno. Tras el fracaso de Pedro Sánchez en la investidura, sin precedentes en la democracia, el monarca no quiere más intentos fallidos y abre un período de tiempo indeterminado para que los partidos negocien. El comunicado de la Casa Real asegura que toma esta decisión «de manera que las formaciones puedan llevar a cabo las actuaciones que consideren convenientes».

Es decir, no hay fecha para que llame a los líderes políticos ni habrá candidato si no va a ver al monarca con un acuerdo cerrado que le garantice los apoyos suficientes para ser presidente del Gobierno. «El rey tiene la voluntad de que este es el tiempo de los partidos políticos, de tener la iniciativa y de seguir trabajando», señaló el presidente del Congreso, Patxi López, tras reunirse con Felipe VI.

No rebajan sus condiciones

Pero la situación tiene muy difícil solución. Cuando ya ha echado a correr el plazo de dos meses para alcanzar un acuerdo de Gobierno, los partidos permanecen enrocados, sin ningún indicio de que vayan a ceder. Nadie se mueve en una dirección que haga vislumbrar la posibilidad de un pacto ni siquiera que vuelva a haber otro debate de investidura, sino todo lo contrario, lo que abocaría a nuevas elecciones generales.

Mariano Rajoy, Pedro Sánchez y Pablo Iglesias aseguran que quieren negociar, pero siempre bajo sus propias condiciones de partida. Albert Rivera se muestra más flexible, ya que por primera vez aceptó sentarse con Podemos. Los cuatro se emplazan a dialogar, pero con la boca pequeña, porque todos ponen algún tipo de traba.

La relación del PSOE con el partido morado está prácticamente rota tras los durísimos ataques de Iglesias en la primera jornada de la investidura y la decisión de Sánchez de negociar todo junto con Rivera. Los socialistas rechazaron reabrir la mesa que reunió a las cuatro grupos de izquierda, con el argumento de que el líder de la formación morada ha vetado al del partido naranja.

Por su parte, el presidente en funciones y el líder socialista se disputan incluso quién debe llevar la iniciativa. El primero hace valer sus 123 escaños mientras el segundo presume de que cuenta con 131, sumando los de Ciudadanos y Coalición Canaria.

Rajoy, resignado

Rajoy dijo que va a llamar a Sánchez para celebrar una reunión, que preferiría que fuera a solas, aunque aceptaría que le acompañara Rivera, a quien llamó su «socio de hecho». Pero anticipó que no negociará sobre la base del acuerdo firmado por ambos, porque sería «un fraude», ya que no se presentaron juntos a las elecciones, sino a partir de los cinco puntos que presentó al líder de Ciudadanos.

«Quien convoca es el candidato que tiene más apoyos, que soy yo», aseguró el secretario general del PSOE, que minimizó ese posible encuentro al dejar claro que si se concreta será para decirle no y pedirle que le deje gobernar con Ciudadanos. «Yo llamaré al señor Sánchez y si, como hasta ahora, no quiere verme, evidentemente no podré hacer nada más», aseguró Rajoy, resignado, desde Bruselas.

Por su parte, Rivera ha perdido interés por verse con Rajoy porque lo considera amortizado.

Pedro Sánchez rechaza sentarse a negociar con Podemos por el veto del partido a Ciudadanos

Los puentes entre el PSOE y Podemos se han roto. Y parecen muy difíciles de reconstruir. Pedro Sánchez no está dispuesto a que los socialistas se sienten de nuevo con Podemos, Compromís e IU si no está presente también Ciudadanos, con el que quiere ir de la mano, haciendo tándem, en todas las negociaciones. Así respondieron el lunes los socialistas a la solicitud del líder del partido morado de resucitar la mesa a cuatro con el objetivo de lograr un acuerdo para formar un Gobierno de izquierdas, «a la valenciana», como lo califica Pablo Iglesias.

Convocatoria para mañana

El líder de Podemos había tomado la iniciativa, arrebatándosela a Alberto Garzón, que fue quien posibilitó los anteriores encuentros a cuatro, al convocar a las fuerzas de izquierda para mañana. Pero al mismo tiempo vetaba la presencia de Rivera y calificaba de «ridícula» y «cómica» la pretensión de Sánchez de que socialistas y Ciudadanos vayan juntos a las negociaciones. «Sería una cosa ridícula que a partir de ahora Pedro Sánchez tenga que llevar a Albert Rivera pegado todo el tiempo y que no puedan ir separados a ninguna parte», sostuvo. «Parece que le ponen un hombre de negro para vigilar que no se salga del guion», remachó el secretario de organización de Podemos, Sergio Pascual.

El portavoz de la formación morada en el Congreso, Íñigo Errejón, llamó a su homólogo del PSOE, Antonio Hernando, para invitarlo a la reunión a cuatro, a lo que este contestó que su equipo negociador iría junto al de Ciudadanos porque ambas formaciones han acordado trabajar conjuntamente desde ahora. Errejón le hizo ver que la invitación era solo para los socialistas.

Por su parte, Garzón cargó contra Iglesias por haber convocado unilateralmente la reunión sin comunicárselo con antelación.

Atado a Rivera

Sánchez se ha atado completamente al acuerdo que firmó con Rivera, que ambos consideran el documento básico para cualquier tipo de negociación. Iglesias no quiere hablar más que de la formación de una coalición de izquierdas, y solo con los socialistas. Pese a este diálogo de sordos, fuentes del PSOE insistían el lunes en que su objetivo es «ampliar y sumar nuevos apoyos» al acuerdo «reformista y de progreso que puede poner punto y final a la etapa de Mariano Rajoy y el PP en La Moncloa».

La relación entre Sánchez e Iglesias está muy deteriorada, sobre todo después de los duros ataques que lanzó el líder de Podemos al PSOE en la primera sesión de la investidura, en la que acusó a Felipe González de tener su pasado machado por cal viva. «No entiendo de dónde saca tanto rencor y tanto odio al PSOE», dijo el expresidente. A lo que Iglesias respondió: «El PSOE es el partido de mi abuelo, pero decir las cosas que se hacen mal no implica ningún odio».