Pedro Sánchez reconoce ya que será muy difícil que llegue a ser presidente

T. N. REDACCIÓN / LA VOZ

ESPAÑA

Sergio Barrenechea | EFE

Pese a ello, cree que «hay mimbres para construir una alianza progresista»

07 feb 2016 . Actualizado a las 10:28 h.

Al mal tiempo, buena cara. Esa parece ser la actitud de Pedro Sánchez, quien en su primera ronda de conversaciones con los líderes de los partidos que busca como aliados ha podido constatar la dificultad máxima de conseguir su propósito. Tras reunirse con el presidente del PNV, Andoni Ortuzar, y el portavoz parlamentario, Aitor Esteban, Sánchez reconoció que el proceso de investidura se presenta «complejo y difícil». Pese a ello, manifestó que «hay mimbres dentro de toda esa complejidad para que se pueda construir una alianza progresista de cambio, que es lo que esperan los españoles».

Sin embargo, sus posibilidades reales son ahora mismo prácticamente nulas, ya que se ha encontrado en medio de un cruce de vetos que hacen prácticamente inviable su empeño de intentar la formación de gobierno negociando a izquierda y derecha. Una transversalidad que no ha encontrado eco en sus interlocutores de Podemos, Ciudadanos, IU, Compromís y, ayer, PNV. Todos le han mostrado su disposición a apoyarlo, pero con unas condiciones inasumibles para Pedro Sánchez por diferentes razones. En unos casos le falla la aritmética parlamentaria, en otros, la conveniencia política.

La preferencia de Sánchez es un acuerdo con Ciudadanos y Podemos. Pero ahora mismo es imposible. Pablo Iglesias ya le ha advertido que ni siquiera se sentará a dialogar si no descarta previamente la negociación con el partido de Albert Rivera. «La puerta sigue abierta, nuestra mano está tendida y esperamos que reconsideren y recapaciten su posición y que hablen y negocien con nosotros sobre cuestiones que importan a los votantes de Podemos y con los que compartimos mucha de esa preocupaciones», insistió ayer el candidato socialista.

Con Podemos e Izquierda Unida puede llegar a sumar los votos necesarios para la investidura, pero necesitaría al menos la abstención de los independentistas catalanes, un apoyo que en principio rechaza y que los barones críticos no tolerarían. Muchos de ellos recelan de la promesa del candidato de que no será presidente a cualquier precio. «Está decidido a tragarse cualquier sapo», afirman.

Está claro que en la cúpula del PSOE prefieren un acuerdo que incluya a Ciudadanos. Y la formación de Albert Rivera está por la labor de negociar con los socialistas, pero no de apoyar un Gobierno del que forme parte Podemos. El líder de la formación naranja mantiene su apuesta por un acuerdo tripartito con el PSOE y con el PP, en cualquiera de sus variantes. Una opción que socialistas y populares siguen rechazando, como se encargaron de reiterar ayer sus respectivos líderes.

Apoyo del PNV

Aún queda tiempo por delante. Cerca de un mes para que lo intente Sánchez, que ha garantizado que sí se presentará a la investidura, y dos meses más si fracasa en su intento. Pero si nada cambia en este tiempo, habrá nuevas elecciones a finales de junio o principios de julio.

En este complejo panorama, Pedro Sánchez recibió al menos una buena noticia ayer con la predisposición del PNV a apoyar su investidura. No se sirve para mucho, pero algo es algo. El presidente de los nacionalistas vascos, Andoni Ortuzar, dijo que está dispuesto a negociar con los socialistas sin poner veto alguno, ni siquiera a Ciudadanos, formación que provoca urticaria en las filas peneuvistas por su rechazo al concierto económico. El líder del PNV transmitió al candidato socialista que «el grado de implicación será directamente proporcional al grado de acuerdo que haya sobre la agenda vasca», en lo relativo al autogobierno, la paz y convivencia y las medidas económicas.