Muere Francisco Rubio Llorente, expresidente del Consejo de Estado

Efe

ESPAÑA

SANDRA ALONSO

Era catedrático de Derecho Constitucional Emérito y fue vicepresidente del Tribunal Constitucional entre 1989 y 1992

24 ene 2016 . Actualizado a las 00:10 h.

El expresidente del Consejo de Estado (2004-2012), exvicepresidente del Tribunal Constitucional (1989-1992), y, sobre todo, maestro de constitucionalistas, Francisco Rubio Llorente murió ayer en Madrid a los 85 años de un infarto.

Nacido en Berlanga de San Fernando (Badajoz) el 25 de febrero de 1930, Rubio Llorente era doctor en Derecho y diplomado del Instituto de Sociología y Psicología Social de la Universidad de Colonia (Alemania) y del Instituto de Estudios Políticos de París.

Fue catedrático emérito de Derecho Constitucional en la Universidad Complutense de Madrid,

letrado de las Cortes Generales y secretario general del Congreso de los Diputados en los trabajos de la ponencia que redactó la Constitución de 1978.

Este íntegro jurista de reconocido prestigio era partidario de llevar a cabo durante esta legislatura una reforma de la Carta Magna y de la organización territorial del Estado, así como de delimitar las competencias en la Constitución en defensa de su «permanencia». Opinaba también que «no sería imposible» que el Estado convocara un referendo soberanista en Cataluña mediante una reforma legislativa de la Ley Orgánica 2/1980, que regula las distintas modalidades de consulta, pues la negativa a ello, decía, podría desembocar en «alternativas de efectos impredecibles».

Rubio Llorente presidía el Consejo de Estado en el 2006 cuando este órgano consultivo, a requerimiento del entonces presidente José Luis Rodríguez Zapatero, hizo un informe sobre la posible reforma constitucional en el que ahora se quiere apoyar el Ejecutivo de Mariano Rajoy para abrir ese debate.

También durante su mandato en el Consejo de Estado se llevó a cabo una importante reforma en la institución por la que se aprobó la incorporación de los expresidentes del Gobierno y se le atribuyó funciones nuevas, como la elaboración de informes y estudios por encargo del Gobierno.

«Maestro es quien domina una materia y es de mérito relevante entre los de su clase. Maestro es, sobre todo, quien enseña», dijo de él su discípula de Valladolid Paloma Biglino Campos al pronunciar la laudatio de su honoris causa, reconocimiento que también recibió en la Facultad de Derecho de la Universidad de Oviedo. Poseía entre otros agradecimientos, la Orden de Isabel la Católica (1992), la Gran Cruz de la Orden del Mérito Civil (2000), la Medalla de Extremadura (2008) y el Premio Pelayo para juristas (2011). Durante un tiempo impartió clases como profesor de la Universidad Central de Venezuela y después fue funcionario del Cuerpo Técnico de la Administración Civil con destino en el Ministerio de Educación y Ciencia. Además, dirigió el Centro de Estudios Constitucionales.