El proceso sería exactamente el mismo, una primera vuelta en la que se necesita mayoría absoluta o una segunda ronda en la que bastaría con una mayoría simple. Todo igual al primer proceso, pero en este caso con una cuenta atrás de fondo que amenazaría con la disolución de las Cortes y la convocatoria de unas nuevas elecciones. En el caso de que se cumpliesen dos meses desde la primera votación, España volvería a vivir una nueva jornada electoral.