La CUP refuerza su veto a Mas tras el 20D y exige un candidato alternativo

cristian reino BARCELONA / COLPISA

ESPAÑA

Susanna Sáez | Efe

El presidente de la Generalitat está muy cuestionado por el retroceso de Convergència

22 dic 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

La CUP optó por la abstención en las elecciones generales, al entender que Cataluña ya ha desconectado del resto de España, y sin embargo la formación anticapitalista se apoyó ayer en los comicios del domingo para exigir a Junts pel Sí, la alianza de Convergència y Esquerra, que proponga un candidato alternativo a Artur Mas para facilitar el acuerdo para la investidura de un nuevo presidente de la Generalitat.

La izquierda radical quiso hurgar en la herida de Convergència, la gran derrotada de las elecciones en Cataluña, ya que ha pasado de ser la principal fuerza de la comunidad catalana, a la cuarta, y encadena una serie histórica poco alentadora para sus bases: hace tres años, tenía 62 diputados en el Parlamento catalán y hoy tiene 30; mientras que alcanzó 16 escaños en el Congreso en el 2011 y la próxima legislatura se quedará en ocho. Cuanto más se radicaliza en la vertiente independentista, a Mas le va peor en las urnas. También porque lidera una formación asociada a los recortes y a los casos de corrupción (Pujol, 3 % y Palau).

Mas está muy cuestionado por los resultados del domingo, que van a ser una dura carga para su investidura y para seguir encabezando el proceso. En cualquier caso, a las primeras de cambio y para no entrar en la provocación lanzada por los anticapitalistas, que llevan meses buscando las grietas en el seno de Junts pel Sí, tanto Esquerra como Convergència cerraron filas en torno al único candidato que han contemplado hasta la fecha. «No hay ninguna novedad, la posición de Esquerra sigue siendo la misma», expresó Oriol Junqueras. «Sorprende que de unas elecciones de las que dijeron que no se tenía que participar porque daba igual lo que pasara, quieran condicionar lo que hay en curso en el Parlamento catalán», reprochó el cabeza de lista de Convergència, Francesc Homs.

La erosión del presidente

Mas está cada vez más erosionado y en cambio quien ha ganado puntos en el independentismo es Oriol Junqueras, que apostó fuerte no reeditando la fórmula de Junts pel Sí porque tenía interés en medir las fuerzas internas en el secesionismo y ha salido victorioso. Esquerra ha triplicado el número de escaños, de tres a nueve, por primera vez es la fuerza hegemónica del soberanismo y en su mano está que Junts pel Sí siga apoyando de manera firme a Mas. Un movimiento de última hora para facilitar el entendimiento con la CUP podría tener consecuencias a la largo plazo, ya que el electorado castiga las ansias indisimuladas de poder, aunque entre bambalinas podría activarse la operación Neus Munté, que para Convergència sería como ganar una final de consolación.

Pero si Junqueras se mantiene leal y deja en manos de la CUP la decisión sobre Mas, puede esperar a las próximas elecciones, ya sean en marzo por falta de acuerdo o a medio plazo por los problemas de gobernabilidad, para recoger los frutos de haber puesto su partido al servicio del proceso y erigirse en la estrella del independentismo.

Convergència y Esquerra van de momento de la mano a la investidura del presidente de la Generalitat, aunque de cara al futuro ya empiezan a marcar distancias. Así, mientras Convergència se muestra «expectante» ante la posibilidad de que los resultados de los comicios puedan abrir «oportunidades que estamos dispuestos a aprovechar», en concreto en lo que se refiere a la propuesta de Podemos de que Cataluña celebre un referendo sobre la independencia, Esquerra rechaza entrar en esta senda que considera inviable. «El único referendo posible es el de la Constitución catalana», zanjó Junqueras. Homs negó un cambio de estrategia, pero en su partido están poco a poco retrocediendo a la casilla de salida, la que marcaba el derecho a decidir y tenía como objetivo la convocatoria de una consulta a la escocesa.

Mas habló en la noche electoral de tender la mano para posibles pactos en el Congreso, sin mencionar la palabra independencia, lo que establece ya dos visiones sobre el estado en el que se encuentra el proceso. Por un lado, están los republicanos, que aprietan porque tienen prisa y temen que el castillo de naipes se desmorone, y por otro empieza a perfilarse un sector de Convergència que es partidario de ir más lentamente. El domingo pasado el voto inequívocamente separatista solo fue del 31 %. Traducido a escaños, arroja un juego de fuerzas de 17 independentistas (CDC y ERC), frente a 18 constitucionalistas (PSC, Ciudadanos y PP) y 12 no independentistas, pero sí favorables a una consulta (En Común Podemos).