Los secesionistas catalanes admiten que no tienen la mayoría necesaria

Cristian Reino / Colpisa BARCELONA

ESPAÑA

R. García | EFE

La Generalitat habla de diálogo, pero niega que varíe su hoja de ruta

18 nov 2015 . Actualizado a las 20:12 h.

Por primera vez desde las elecciones catalanas y una semana después de que el Parlamento catalán aprobara con solemnidad la declaración que marca el inicio de la creación de una república independiente, Convergència pisó ayer el freno. Lo hizo a través de Francesc Homs, su número uno para el Congreso y hombre de absoluta confianza de Artur Mas, quien reconoció que los secesionistas aún no tienen la fuerza suficiente para «culminar» el proceso independentista. Un jarro de agua fría en un momento decisivo, en el que los nervios, la decepción y la desorientación han aflorado entre la parroquia soberanista, que no acaba de entender por qué Junts pel Sí y la CUP no son capaces de ponerse de acuerdo para formar un gobierno que pilote la desconexión.

Homs explicó que el resultado del 27S legitima al Gobierno catalán para «iniciar» el camino hacia la independencia, como ha hecho aprobando la resolución rupturista, pero no para «finalizarlo». La reflexión del exconsejero de la Presidencia pone en cuestión la propia hoja de ruta de Junts pel Sí, que prevé la proclamación de la secesión dentro de 18 meses. El cabeza de lista de Convergència, integrado en la coalición Democràcia i Llibertat, cree que el independentismo necesita al menos sumar más de la mitad de los votos para tener la fuerza suficiente para culminar un proceso, que en estos momentos se encuentra bloqueado por la falta de acuerdo entre las fuerzas secesionistas. Las palabras de Homs, muy meditadas, ya que las pronunció en una entrevista en la Ser y más tarde las repitió en una conferencia de prensa, son el primer reconocimiento por parte del Gobierno catalán y de Convergència de que el soberanismo perdió el plebiscito ya que obtuvo el 48 % de los votos, aunque venciera en las elecciones con 72 de los 35 escaños. Un reconocimiento que la CUP hizo ya al día siguiente del 27S.

El exconsejero exhibió ayer su perfil más moderado, pues señaló además que como líder de la minoría catalana acudirá al Congreso con ánimo de «dialogar, negociar y pactar», lo que se interpretó como que Convergència se abre a un acuerdo con el Estado que no contemple la independencia o al menos que el proceso soberanista catalán continúa, pero a un ritmo más pausado y quizá también descartando la vía unilateral.

Desde el Gobierno catalán negaron que se trate de un cambio de estrategia y que de ninguna manera el Ejecutivo de Mas abandona la hoja de ruta, aunque a nadie escapa que introduce nuevos elementos. El giro de Convergència tiene que ver con las elecciones del 20 de diciembre, en las que quiere diferenciarse de Esquerra y buscar un electorado más moderado; es un baño de realismo que hasta la fecha no se había escuchado en la formación nacionalista, que negaba la derrota en el plebiscito. Pero sobre todo supone una nueva estrategia para presionar y poner nerviosa a la CUP.

«Nadie quiere que la hoja de ruta quede invalidada» ni que la moción independentista aprobada en el Parlamento catalán «quede en papel mojado», pero, apuntó la vicepresidenta Neus Munté, para que todo siga adelante es «imprescindible» investir un presidente y configurar un Gobierno.

El objetivo de los independentistas es cerrar un pacto de investidura antes del 4 de diciembre

La intención de los independentistas es cerrar un pacto para la investidura de Artur Mas antes del 4 de diciembre, el día en el que comienza la campaña electoral de las generales. En principio, la CUP celebra el próximo 29 de noviembre una asamblea, en la que podría fijar su posición definitiva y donde las bases del partido podrían decidir si dan o no su apoyo a la investidura, el asunto que impide el acuerdo. Desde la CUP, el diputado Julià de Jodar replicó ayer a la vicepresidenta catalana, Neus Munté, que la izquierda radical «no tiene prisa» y acusó a los convergentes de querer poner de «rodillas» a su formación política, de «bloquear el acuerdo» y de «pretender que la CUP deje de ser la CUP». Los asamblearios insistieron en que el presidente debe ser de «consenso».

Neus Munté no quiso poner ayer fecha límite a la respuesta de la CUP, aunque en Junts pel Sí tienen prisa y no están dispuestos a esperar más de una semana. «Estos próximos días habrá algún tipo de desenlace, espero que sea positivo», apuntó Homs.

El presidente de la Generalitat en funciones, Artur Mas, que ya no esta dispuesto a ceder más, después de aprobar la declaración de ruptura antes de la investidura y después de aceptar un gobierno casi coral y someterse a una moción de confianza dentro de diez meses, tiene hasta el 10 de enero para ser presidente, por lo que aún no se puede descartar nada.