Lo que Albert Rivera esconde, clave del éxito de Ciudadanos en las generales

ESPAÑA

Quique García | Efe

Las últimas encuestas sitúan a la formación naranja como llave para el próximo gobierno, pero son muchos los factores que pueden darle la vuelta a la situación

05 nov 2015 . Actualizado a las 15:31 h.

Ni de izquierdas, ni de derechas, sino todo lo contrario. Así se definen los de Albert Rivera cuando surge la tan repetida pregunta sobre qué ideología se encuentra detrás del último fenómeno de las encuestas. Ciudadanos parece ha sabido catalizar el descontento hacia su dirección, y, en apariencia, lo ha hecho tan bien que son muchos los politólogos que empiezan a hablar de una reedición de la historia; aquella que en el año 1982 otorgó el poder, por sorpresa, a un desconocido Felipe González. 

Pero es necesario recordar lo de «en apariencia», porque a este producto híbrido que es Ciudadanos, todavía le quedan por delante los dos meses más intensos de todo el camino hacia la Moncloa. La campaña electoral se dibuja como una pugna entre las cuatro fieras que aspiran a ocupar las poltronas del ejecutivo español, cuatro partidos que en los próximos meses esperan arañar hasta el último voto indeciso, el que puede decidir todo. Y en este empeño quien probablemente tenga las de ganar son los de siempre. Contra el enorme aparato que escuda a Pedro Sánchez y a Mariano Rajoy, poco tiene que hacer Ciudadanos. Un partido construido alrededor de una única figura -la de Rivera-, cuenta con mucho menos poder de concentración que el de dos formaciones que a golpe de experiencia y con la ayuda de los años han conseguido agrupar a un buen puñado de figurines a los que poder desperdigar a lo largo y ancho de la geografía española. Porque Ciudadanos es Rivera y Rivera es Ciudadanos. Todo lo demás es puro adorno, y en las elecciones municipales y autonómicas celebradas en mayo, quedó constancia de ello.

Un simple ejemplo sirve para comprender por dónde cojea. El pasado mes de mayo, cuando la campaña iba cociendo los resultados de la formación naranja a fuego lento, una de las candidatas del partido -y no una de las colistas precisamente- renunciaba a continuar en la lista tras leerse el programa electoral. La número ocho de la lista de Rivera en la localidad barcelonesa de Mataró anunciaba que dejaba de «simpatizar» con la formación tras haber leído un programa «contrario» a su ideología de izquierda moderada.

La situación de Galicia no es mucho más rimbombante. La formación ha tocado hueso en la comunidad, y en los últimos meses sus problemas y discrepancias han ido mostrando las debilidades de un partido al que todavía le queda mucho que madurar para poder llegar a las categorías de los grandes. Ojo, porque a pesar de que el líder asegura hablar catalán en la intimidad de su casa, lo de la política lingüística no va con su partido. La defensa a ultranza de la derogación de la normalización lingüística de Ferrol de la representante en el Concello, deja entrever algunos de los huecos que le queda por rellenar al partido.

La ambigüedad de la militancia es un fiel reflejo de los cimientos sobre los que se asienta el partido. Ciudadanos no lleva un adjetivo pegado. No son de derechas, pero tampoco son Podemos. No le van a poner las cosas fáciles a la Iglesia, pero no son laicos. No son monárquicos, pero sí «felipistas»... Albert Rivera no es Mariano Rajoy, pero sí una versión mejor. Una cara lavada. Un partido más joven, menos corrupto y menos retrógrado. En resumen, menos casta. Eso sí, sin sacar la manida palabra a la palestra, porque tras el manoseo de Podemos, lo de casta, ya suena a prohibido.

Pero entonces, ¿qué es Ciudadanos? El antídoto que, según se ha coreado desde el resto de formaciones, los poderes económicos auparon contra el fenómeno Podemos, todavía no ha demarcado las líneas sobre las que caminará. Lo único que sabemos es su proyecto económico. Conscientes de qué es lo que realmente preocupa a los españoles, los de Rivera han desplegado todo su encanto en un puñado de medidas orquestadas por el célebre economista Luis Garicano. De lo demás, poco conocemos. ¿Cuál es el proyecto social o educativo que propone Ciudadanos? ¿Y qué opinan ellos sobre la estructura gubernamental? En estos lodos, por si acaso, no han querido meterse todavía. Porque cuanto más se atrase el momento de exponerse a la crítica, muchos menos votos se perderán en los dos meses en los que más se mueven las encuestas.

Y si toda esta batalla no fuera suficiente, a Ciudadanos todavía le queda por librar la contienda más complicada. La catalana. La que puede cambiar el peso de la balanza. Inés Arrimadas, personificación de la fórmula secreta del éxito de Ciudadanos en Cataluña, tendrá que librar una complicada justa con los secesionistas, que podrían convertirse en la aguja que pinche el globo sobre el que hace unos meses viajan los de Rivera.

Unos votantes no definidos

Tan indefinido está el trasfondo como los votantes. ¿Quién será el que deposite su papeleta con el logo naranja el próximo 20 de diciembre? A día de hoy no tiene una forma definida. Algunos dicen que la derecha descontenta con el PP, otros que la izquierda menos radical descontenta con el PSOE. Y hay quien apuesta que ni lo uno ni lo otro. 

El proyecto de Ciudadanos, asentado en arrancar de raíz todas las malas hierbas que han crecido a sus anchas en los años de excesos que ha vivido España, asentado en acabar con el capitalismo de amiguetes y empezar con una época regeneracionista, ha calado en toda clase de estractos sociales. 

Lo que sabemos hasta ahora es que, en su mayoría, el electorado seducido por Rivera tiene un alto nivel de formación y es mayoritariamente urbano. Estas características desentierran la poca capacidad de penetración con la que cuenta en las zonas rurales, en cuyas circunscripciones apenas conseguiría sacar algún escaño. Es más, Ciudadanos se ha llevado a su terreno a los electores de Cataluña, Madrid..., pero son muchas las provincias en las que el sistema electoral puede desterrar cualquier opción de alzarse como vencedores.

Con un votante crítico con la corrupción política, Ciudadanos se ha convertido en el imán del descontento entre el PP y el PSOE, que en los próximos meses pueden sacar todas sus armas para conseguir ganar una batalla que se presenta, cuanto menos, interesante. 

Aquellos que comparan el éxito de los naranjas con UPyD, que en su momento se erigió como la gran sorpresa de las generales (¿a qué suena eso?), ya vaticinan el futuro. No hay más que mirar a la formación magenta -construida únicamente alrededor de la persona de Rosa Díez- para comprender de lo que este grupo habla. Un quiero y no puedo, un sí pero no, y un llego pero no llego.

El 20D está en sus manos.