Rajoy niega que el PP sufra una crisis y presume de «perspectivas de futuro»

ramón gorriarán MADRID / COLPISA

ESPAÑA

David Aguilar | Efe

El ministro Alonso toma las riendas de la presidencia del partido en el País Vasco

16 oct 2015 . Actualizado a las 12:05 h.

¿Crisis? ¿Qué crisis? Para Mariano Rajoy, el PP no está en aprietos. Es más, está convencido de que es el partido que «tiene las mejores perspectivas de futuro». La opinión del presidente del Gobierno no es la más extendida entre los suyos; todo lo contrario, la impresión más común es que atraviesan el peor momento de la legislatura, con el agravante de que faltan dos meses para las elecciones. Pero para reparar los ánimos, la dirección del PP ha organizado para mañana un mitin en Toledo donde escenificar un cierre de filas.

«En absoluto», respondió Rajoy cuando fue preguntado en Bruselas sobre la crisis de su partido. El presidente del PP mostró además su convicción de que va a ganar el 20 de diciembre porque son la organización política «más grande de España», y no «un invento de hace media hora», en clara andanada hacia Ciudadanos. Dentro del ejercicio de autoestima, Rajoy defendió que su partido es «un valor seguro, firme». Y despachó con cuatro generalidades los convulsos sucesos de la víspera. Consideró que la dimisión de la presidenta del PP vasco, Arantza Quiroga, era comprensible, e hizo como que no había leído las críticas de Cristóbal Montoro a sus compañeros de Consejo de Ministros. Él, al menos, se sentía «muy orgulloso» de la labor del Gobierno y no se avergonzaba de nada. De la carta de Cayetana Álvarez de Toledo con la renuncia a ir en las listas, ni palabra.

«Líder indiscutible»

El ministro de Economía se apuntó a la tesis de la no crisis en el PP, convencido de que el trabajo «se va a reconocer» en las urnas. Luis de Guindos, de todos modos, ratificó que no va a estar en las papeletas del PP ni en el próximo Gobierno. La titular de Fomento, Ana Pastor, rompió una lanza en favor de su amigo, «el líder indiscutible», y hasta consideró ofensivo que se dude de que Rajoy vaya a presidir el próximo Gobierno. Pero no todos piensan así. El ministro del Interior admitió que el miércoles fue «negro», aunque hoy sea un día «azul y luminoso». Jorge Fernández Díaz también se mostró confiado en que el PP será capaz de revertir la situación.

En el grupo parlamentario el análisis es pesimista, influido por la poca fe en el mensaje de reivindicar la tarea realizada y plantear a los votantes la disyuntiva: el PP o el caos. Tampoco contribuyen a insuflar ánimos los movimientos para confeccionar las listas electorales. El partido «vaga sin rumbo», se quejó un diputados; «nos dan por todas partes», señaló otro también con años de escaño.

Una sensación que se agrava por la interinidad de muchos barones que saben que siguen en el puesto porque Rajoy no quiere mover nada antes de las elecciones, salvo asuntos de fuerza mayor, como el País Vasco.

El ministro de Sanidad, Alfonso Alonso, es desde ayer el jefe del PP vasco, tras haber sabido descabalgar a Arantza Quiroga, con la que nunca se ha llevado bien y que le declaró una guerra fría ya antes de asumir el mando.

Un tiburón político que ha sabido esperar para cobrarse la venganza por la afrenta cometida por la guipuzcoana cuando, en marzo del 2014, elegida sucesora por Antonio Basagoiti, cesó al entonces secretario general, Iñaki Oyarzábal, que no solo era un factótum del PP alavés sino quien había introducido al hoy ministro en política y con el que conserva una amistad blindada. Cuando Arantza Quiroga le declaró la guerra no valoró al rival que tenía enfrente. Fue Alfonso Alonso quien precipitó su caída al desautorizar su moción parlamentaria por hablar de rechazar el terrorismo en lugar de condenarlo.