La segunda ola de los fracasados

Tino Novoa EN LA FRONTERA

ESPAÑA

29 sep 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Hay impactos tan fuertes que en un primer momento no se perciben. Hace falta que pase un cierto tiempo y tener un poco más de perspectiva para ver su verdadero alcance. Ocurrió en la noche electoral, que, como de costumbre, todo el mundo da, o quiere dar, la impresión de que ha ganado. Pero la verdad no se puede enmascarar durante mucho tiempo, y al día siguiente la realidad empieza a imponerse. Y la cruda realidad es que el proceso independentista está muerto y que Artur Mas agoniza políticamente. Es curioso que haya sido un partido antisistema el que haya tenido que decir voz en grito lo que es una evidencia para cualquiera que quiera ver: que perdieron el plebiscito. Pueden armar el ruido que quieran para intentar salvar los muebles, pero Junts pel Sí acabará más pronto que tarde como una jaula de grillos y en menos de un año los catalanes volverán a votar, no para decidir sobre la independencia, sino para elegir un nuevo Parlamento catalán. Porque ese conglomerado de burgueses de pro y antisistema está abocado al fracaso.

En la casa de enfrente, la del PP, también ha tenido que regresar un ilustre inquilino, Aznar, para decir alto y claro lo que nadie quiere reconocer: que la estrategia de Rajoy ha fracasado en Cataluña. El presidente, que ha nombrado al candidato y ha capitalizado la campaña, es directamente responsable, en consecuencia, de que el PP haya obtenido en la comunidad sus peores resultados desde 1992. Ayer mismo, reiteraba, como único argumento, su manido recurso al respeto a la ley. Algo tan obvio que si todo se resolviera invocando la ley quizás no necesitaríamos gobierno alguno. Pero como resulta que para resolver los problemas hace falta algo más, seguimos esperando que también recurra a la política, que es lo suyo. O eso se supone.

Lo mismo que en el caso de Pablo Iglesias, al que cada elección le hunde un poco más su castillo de naipes. El líder de Podemos tuvo un sueño y debe de creer que con eso basta. Porque aún estamos esperando una propuesta, digna de tal nombre, sobre el problema catalán. Y lo suyo es aún más grave, porque además es profesor de Ciencia Política. Así va la política, así va la universidad.