Un fracaso personal de Mas y una larga fase de inestabilidad

Gonzalo Bareño Canosa
GONZALO BAREÑO LA VOZ EN BARCELONA

ESPAÑA

ANDREA COMAS | Reuters

La partida no empezará hasta que haya un nuevo Gobierno en Madrid, que deberá ofrecer una alternativa a la independencia

28 sep 2015 . Actualizado a las 15:27 h.

A pesar de que, mutatis mutandis, lo que han decidido los catalanes en las urnas es lo que casi todos esperaban, el escenario que dejan estas elecciones no deja de tener una enorme complejidad. Artur Mas no solo fracasa personalmente, sino que el hecho de que para conseguir la presidencia de la Generalitat necesite el apoyo de otra fuerza también secesionista pero mucho más radical y antisistema, como es la CUP, amenaza con alargar la formación de Gobierno en Cataluña, al estilo de lo que ocurrió tras las elecciones andaluzas. A diferencia de lo que sucedió entonces, cuando las exigencias de Podemos a Susana Díaz hicieron que esta modificara sus planes y se apoyara en Ciudadanos, a Junts pel Sí no le queda más remedio que llegar a un acuerdo con la CUP, lo que deja el futuro de Cataluña en manos de una fuerza antisistema y podría obligar a Artur Mas a dimitir y abandonar la política.

Parálisis política

Pendientes de Madrid. Pero, por compleja que sea una situación política, siempre es susceptible de empeorar. Y eso es lo que va a ocurrir en España, porque, a ese peligroso período de interinidad -que se suma a casi un año de parálisis política y económica en Cataluña debido a la apuesta de Mas por la secesión-, se unirá en breve otro período igual o más largo de incertidumbre sobre la formación del Gobierno de España. Gane quien gane en diciembre, necesitará de pactos para gobernar, que se antojan muy complicados. Y el nuevo Gobierno catalán, cuando se forme, está obligado a esperar a que se constituya el Ejecutivo central antes de tomar decisiones irreversibles, asumir compromisos, o intentar algún acuerdo con Madrid si no quiere que todo se convierta luego en papel mojado.

Dos opciones distintas

Choque o negociación. Eso nos lleva como mínimo hasta el mes de febrero, con la formación del nuevo Gobierno central, antes de que comience la partida real sobre la independencia de Cataluña. Un larguísimo período de cinco meses que puede suponer un lastre no solo para la economía catalana, sino también para la española. A partir de ahí, se abren dos escenarios. Uno, de confrontación total en caso de que en el 2016 Mariano Rajoy repita en el Gobierno con apoyo de Ciudadanos, y que llevaría a un grave conflicto de imprevisibles consecuencias si la Generalitat declara la independencia. Y otro, en caso de que quien gobierne sea el socialista Pedro Sánchez con apoyo de Podemos, de IU y de fuerzas nacionalistas, que abriría una fase de diálogo y una negociación política, aunque parece impensable que Mas o quien le sustituya en la presidencia de la Generalitat pretenda imponer la independencia con menos de la mitad de los votos.

PP y PSOE se debilitan

Obligados a moverse. El resultado, en todo caso, es muy malo para las dos fuerzas con más posibilidades de gobernar en España, PP y PSOE, lo que debilita la posición de ambos de cara a las generales y también de cara a una hipotética negociación con la Generalitat. El fracaso de sus posiciones en Cataluña y la victoria de los independentistas en escaños obligan a Rajoy y a Sánchez a moverse, y rápido, para ofrecer una propuesta alternativa a la secesión que ponga fin a la crisis, implique mayor autogobierno y quizá un pacto fiscal para Cataluña, pero sin agravios con el resto de españoles.

Ciudadanos será clave

Supera el síndrome Rivera. Ciudadanos no solo liderará la oposición en Cataluña, sino que se consolida definitivamente como una alternativa muy sólida de futuro en toda España para ocupar el espacio de centro derecha que ahora acapara el PP. Deja de ser exclusivamente el partido de Albert Rivera. Su espectacular resultado de ayer, que dobla holgadamente en escaños a los populares a pesar de que Rivera no era el candidato, le convierte en el partido clave de cara a las próximas elecciones generales, con un papel que trascenderá con mucho el de mera bisagra del futuro Gobierno que los sondeos le adjudicaban hasta ahora.

Podemos, a la baja

Reducción de expectativas. El mal resultado de Catalunya sí que es Pot rebaja drásticamente las expectativas de Podemos en las generales, máxime cuando Iglesias ha sido la cabeza visible de esta campaña debido a la escasa popularidad de su cabeza de cartel, Lluís Rabell. Acostumbrado a desenvolverse en los extremos, Iglesias no ha sabido gestionar una situación que le colocaba en una situación de centralidad y moderación, entre el independentismo y el españolismo, para la que no está preparado. Después de la relativa desilusión de Andalucía, Cataluña fija los límites de las expectativas de Podemos, que se limitan ya a intentar ser el partido bisagra imprescindible para que el PSOE gobierne en España.