Rajoy intenta atraerse el apoyo de los votantes del PSOE y de Ciudadanos

Cristian Reino BARCELONA / COLPISA

ESPAÑA

ALEJANDRO GARCÍA | Efe

Argumenta que solo el PP puede garantizar que España no se fracture

06 sep 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

A falta de menos de una semana para que arranque la campaña de las elecciones catalanas, el presidente del Gobierno desembarcó ayer en la localidad gerundense de Lloret de Mar con la intención de que el PP se convierta en el faro antisoberanista para todos los catalanes que creen en la unidad de España. Durante la clausura de la escuela de verano que su partido ha celebrado en la localidad turística, Mariano Rajoy cargó contra el PSC y Ciudadanos, y presentó al PP, en un momento delicado para los populares en Cataluña, como el referente del constitucionalismo. Hace tres años, de la mano de Alicia Sánchez Camacho obtuvieron el mejor resultado de su historia, con 19 diputados, dos menos que los socialistas y diez más que el partido de Albert Rivera. Sin embargo, desde entonces, la crisis, los casos de corrupción y el hecho de ser el partido de gobierno en España han lastrado a los populares, que se encuentran en una situación crítica, hasta el punto de que algunas encuestas apuntan a que podrían quedar relegados a un puesto irrelevante en el Parlamento catalán, con menos diputados que la CUP.

Los populares trataron de levantar el ánimo de la militancia. «Empezamos a remontar y vamos como un cohete», aseguró el candidato Xavier García Albiol, que cree que su formación está en disposición de pelear por la segunda plaza en el 27S, con Catalunya sí que es Pot y Ciudadanos (la primera plaza no se la discute nadie a Junts pel Sí). Planteadas por el soberanismo como un duelo entre los partidarios del sí a la independencia y los del no, al PP le favorece una campaña polarizada si consigue erigirse en el partido de referencia de los no soberanistas.

Contradicciones

La estrategia del PP pasa por captar votantes de sus adversarios antisoberanistas y poner al descubierto sus contradicciones. A los socialistas, desde el PP les achacan que no son capaces de mantener el mismo discurso territorial en Cataluña que en el resto de España. El argumento del PP se basa, según denunció ayer Rajoy, en que, por ejemplo en el Ayuntamiento de Badalona, los socialistas han ido de la mano de los independentistas de las CUP y ERC para dar la alcaldía a Badalona en Comú y arrebatársela al PP. Pero sobre todo, desde el PP critican que los concejales del PSC en ayuntamientos como Castelldefels, Tarrasa o Matadepera hayan votado a favor de que sus consistorios se adhieran a la asociación de municipios por la independencia. Decisiones que el PP utilizó en Lloret de Mar para cuestionar el compromiso socialista con la unidad de España y para lanzarle sus redes. «No sé si algunos, presos de sus pactos, de sus alianzas, de sus enjuagues, pueden garantizar lo que yo garantizo como presidente», dijo Rajoy. «¿Qué credibilidad tienen para dar la batalla a los secesionistas si le han regalado la alcaldía a los independentistas?», añadió.

El candidato García Albiol también puso el dedo en la llaga: «Al que es socialista no quiero cambiarle la ideología; pero si está de acuerdo con que Cataluña no puede separarse de España y si cree que es el momento de posicionarse para estar juntos, no valen las ambigüedades, damos acogida y cabida a los socialistas».

El PP también lanzó una OPA a Ciudadanos, que partía como la favorita entre los constitucionalistas, pero que puede pagar la inexperiencia de su candidata, Inés Arrimadas. En este caso, los populares no buscaron tanto las contradicciones en el discurso de la formación, que se encuentra «perdida en tierra de nadie, en el disimulo y en la equidistancia», según dijo Rajoy, sino en el hecho de que Albert Rivera haya optado por ser candidato a la presidencia del Gobierno y no a la Generalitat. «No haré como otros que les han empezado a temblar las piernas y se han ido a hacer política nacional», incidió García Albiol.

A la búsqueda del voto en el cinturón barcelonés

Para que la operación remontada de los populares pueda surtir algún efecto, el PP necesita una alta participación en las autonómicas, sobre todo en el área metropolitana de Barcelona, donde la población es mayoritariamente castellanohablante y de origen extremeño, andaluz, gallego o murciano. De ahí que tras el mitin de Lloret de Mar, Rajoy se desplazara a Badalona, junto al exalcalde García Albiol. Una visita a la Cataluña real, según los populares, donde quieren pescar en sus caladeros tradicionales, pero también en el de los socialistas y de Ciudadanos. La estrategia del PP consiste en movilizar al votante que de manera habitual vota a partidos constitucionalistas en las generales y en las autonómicas se abstiene.

Para llegar a este elector, el PP propone un proyecto que «va más allá de siglas y de ideología», y ofrece, según afirmó Rajoy, horizontes claros, certidumbre, seguridad, recuperación económica, creación de empleo, progreso, solidaridad, cumplimiento de la ley y de las sentencias judiciales, respeto a la Constitución, defensa de la soberanía nacional y permanencia en la UE. «No queremos que nadie renuncie a ser catalán, español o europeo, que nadie tenga que romper con sus lazos familiares y que nadie se sienta extranjero en su país», afirmó.

Para el presidente del Gobierno, las elecciones del 27S deben ser el inicio de la superación de las «heridas» que los secesionistas han generado, a su juicio, en la sociedad catalana y deben abrir un tiempo nuevo que frene el paso a los que ponen en tela de juicio las normas de convivencia y se dedican a entregar «certificados de catalanidad». «Juntos somos muchos más. La voz de la concordia es más poderosa que la espiral de silencio», dijo.

Pensando en el día después de las elecciones catalanas, Rajoy, que esta semana ha logrado el apoyo de Angela Merkel y David Cameron en su posición respecto a Cataluña y que ha presentado una reforma de la ley del Constitucional para advertirle a Mas de que si continúa por la vía unilateral puede ser inhabilitado, dijo estar dispuesto al diálogo, en contra de los que solo ofrecen «monólogos».