La reunión con Rato suma otro más a los tropiezos de Fernández Díaz

Melchor saiz-Pardo MADRID / COLPISA

ESPAÑA

BENITO ORDOÑEZ

Su locuacidad ha hecho incluso peligrar operaciones policiales. El ministro del Interior es, con mucho, el ministro más polémico de toda la legislatura

16 ago 2015 . Actualizado a las 11:03 h.

Ocupa, sin duda, uno de los puestos más delicados en cualquier Gobierno, el de ministro del Interior. Sus decisiones políticas, como las de sus antecesores, siempre son discutidas. El hecho de ser el padre de la criticadísima ley mordaza le ha valido una avalancha de ataques. Pero ni siquiera eso ha provocado tantas polémicas como sus actuaciones personales y su incontinencia verbal. Jorge Fernández Díaz es, con mucho, el ministro más polémico de toda la legislatura por sus comentarios y sus acciones. La reunión con Rodrigo Rato el pasado 29 de julio en su despacho ministerial es solo el último charco en el que se ha metido el veterano político catalán.

«Es Fernández en estado puro», comentaba el martes un alto cargo de Interior sobre la reunión que el ministro mantuvo con Rato. «Una fernandada más», añadía, refiriéndose al término con el que sus colaboradores, de manera cariñosa, se refieren a sus tropiezos y ocurrencias. Una denominación, la de fernandada, que al ministro no le hace ninguna gracia y que nació a raíz de la fijación de Jorge Fernández por reventar importantes operaciones policiales dando él mismo la exclusiva aun cuando el operativo estaba todavía en marcha. La última fue sonada. Aunque le costó la cabeza a su jefe de Comunicación, Albert Gimeno, dicen que fue el ministro quien presionó para que aquella mañana de enero del 2014 su departamento se precipitara al enviar un tuit y un correo electrónico a todos los medios anunciando varias detenciones en una redada contra el frente de makos (cárceles) de ETA, cuando parte de los guardias civiles que iban a participar en el operativo todavía estaban en el cuartel de Bilbao y aún no se habían iniciado los registros de los despachos de los abogados de los presos, claves para la investigación.

No era la primera vez que Fernández hacía gala de su falta de discreción. La Audiencia Nacional llegó a investigarle por un delito de revelación de secretos después de que convocara una conferencia de prensa para dar detalles sobre una operación contra los GRAPO por el secuestro de Publio Cordón cuando el dispositivo policial estaba abierto y bajo secreto sumarial. Algo similar ocurrió en julio del 2012 cuando reveló con cuatro horas de antelación en una radio la detención de Juan María Mujika Dorronsoro, acusado de participar en el intento de ETA de matar en el 2001 al entonces presidente del Gobierno José María Aznar con un misil tierra-aire.

Independentismo y yihadismo

A este profundo y declarado antinacionalista -exgobernador civil en la Barcelona y en la Asturias de los duros inicios de los años ochenta, destacado miembro del ala más conservadora del PP y ariete de los populares contra la ley de memoria histórica- se le va la lengua cuando habla del proceso soberanista catalán. Uno de sus calentones más sonados lo tuvo cuando la pasada primavera, relacionó el independentismo catalán con el yihadismo. Es más, acusó a la fundación nacionalistas Nous Catalans de hacer proselitismo radical. Y en plena ofensiva soberanista tampoco anduvo muy fino cuando aparecieron, en noviembre del 2012, los famosos informes apócrifos policiales sobre los vínculos de Artur Mas con unas supuestas cuentas en Suiza. Primero les dio verosimilitud y luego, poco a poco, fue desvinculándose de ellos. Dos años después pasó algo parecido sobre la supuesta cuenta en Suiza del exalcalde de Barcelona Xavier Trías. Al final, Fernández tuvo que reconocer en sede parlamentaria que todo era un bulo.

La locuacidad de este ingeniero industrial cuando habla de cuestiones jurídicas también se ha convertido en una pesadilla de los expertos de comunicación del Gobierno. Los equipos jurídicos de Interior y Justicia se echaron las manos a la cabeza cuando dijo que había «margen» para hacer «ingeniería jurídica» y evitar la aplicación de la sentencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos que acabó para siempre con la aplicación de la doctrina Parot. El mismo ministro que ha llevado al Gobierno a situaciones embarazosas, incluidas correcciones inmediatas. Como cuando desmintió «tajantemente» la existencia de un informe de la Policía sobre los papeles de Bárcenas que apuntaba a la financiación irregular del PP solo minutos después de que ese documento fuera notificado a las partes personadas en la Audiencia Nacional. También se desmelena cuando se trata de endurecer los castigos por las protestas callejeras. Se empeñó una y otra vez -en contra del criterio de los servicios jurídicos del Estado- en que los manifestantes que rodeaban el Congreso en septiembre del 2012 fueran imputados por un delito contra las altas instituciones, un ilícito que negaban una y otra vez los jueces de la Audiencia Nacional, los competentes para ello.

Un fervoroso devoto que condecora a la Virgen

Su faceta de activista católico ortodoxo -es destacado miembro del Opus Dei- ha dado alas a Fernández Díaz para meterse en avisperos. Antes de llegar al cargo, en el 2011, ya había protagonizado una intensa polémica al promover que se colgara una placa en el Congreso en recuerdo de sor Maravillas, que nació en el solar que hoy ocupa la Cámara baja. Aquella iniciativa, apoyada en su momento por el propio presidente del Congreso, José Bono, había sido frenada en el 2008 en una votación en la que incluso el PP votó en contra. Pero, ya en el Gobierno, nadie pudo detener al ministro en febrero del pasado año cuando decidió conceder la medalla de oro al Mérito Policial, con carácter honorífico, máxima distinción del cuerpo, a Nuestra Señora María Santísima del Amor. Antes, en el 2012, Fernández Díaz otorgó la Gran Cruz de la Guardia Civil a la Virgen del Pilar, medida aprobada en Consejo de Ministros a propuesta suya. Ambas condecoraciones están impugnadas, aunque siguen vigentes.

Recientemente, el máximo responsable de Interior, gran devoto de Santa Teresa de Jesús, a la que cita de manera recurrente en sus discursos, pidió a la santa abulense que intercediera por España para salir de la crisis. Su pasión religiosa, esta vez como declarado antiabortista, le llevó a meterse en uno de los mayores jardines que se le recuerdan. Fue en abril del 2013 cuando, a preguntas de un periodista sobre la ley de interrupción del embarazo, tuvo la ocurrencia de comparar a ETA con el aborto. «Algo tienen que ver, pero no demasiado», dijo mientras explicaba la caída en Francia del aparato logístico de la banda terrorista.