Este documento, de más de 40 páginas, subraya que ni el piloto ni el copiloto griegos fallecidos se percataron del fallo al despegar. De hecho, no revisaron la cabina 20 minutos antes de iniciar el ejercicio, como así lo establecen los protocolos de vuelo. El avión solo había sido revisado en la plataforma de estacionamiento por los pilotos. El problema llegó justo después, cuando los dos militares accedieron a la cabina y no se dieron cuenta de que las cartas de navegación habían girado de forma accidental el timón de cola. La investigación también aclara que en el accidente no influyeron otros aspectos como el viento que soplaba en la base albaceteña ese día. No obstante, sugiere mejoras en los F-16 pues, por ejemplo, estos aparatos no disponen de un sistema que avise al piloto de una posible descompensación justo antes del despegue.
«Solo fue mala suerte»
Seis meses después de aquel terrible suceso, la base de Los Llanos no ha olvidado lo ocurrido. Varios homenajes a los fallecidos se han sucedido a lo largo de este tiempo y el ministro de Defensa español, Pedro Morenés, ha participado el alguno. La publicación del informe de la investigación no ha dejado impasible a ninguno de los trabajadores civiles y militares que cada día acuden a la base manchega. Algunos de ellos prefieren hablar de «mala suerte» en lugar de «error humano» para referirse a aquel 26 de enero y exculpar a sus colegas griegos.