Letizia reinventa el papel de consorte

Alfonso Aldeyturriaga MADRID / COLPISA

ESPAÑA

CEDIDA

Aprovecha sus dotes oratorias para poner el acento en causas sociales y completa su año de reinado como embajadora de la FAO

14 jun 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Su relevo en la Corona no se produjo el 18 de junio, cuando Juan Carlos I firmó su abdicación en el Palacio Real; tampoco al día siguiente, cuando Felipe fue proclamado rey de España en Las Cortes. El cambio de reina podría decirse que llegó casi diez meses después, en el palacio del Pardo, en el escenario en que una década antes Letizia, ya prometida al entonces príncipe de Asturias, dijo aquello de que trataría de seguir el «impagable ejemplo» de la reina Sofía para, llegado el día, ocupar su lugar en el trono. Y ese día llegó el 29 de abril. Acudieron por primera vez a un acto juntas, de despedida para una y de estreno para otra. Era el primer pulso entre reinas, si bien es cierto que con anterioridad ya habían coincidido en una recepción en Palma de Mallorca y en la misa de Resurrección, también en la capital balear. El acto del Pardo era distinto. Lo presidía la madre de Felipe VI, dado que se entregaban los Premios Reina Sofía -el próximo año serán Reina Letizia- del Real Patronato sobre Discapacidad, pero la personalidad de mayor rango era Letizia. Una y otra asumieron su rol de forma tan natural que el relevo se consumó. La reina Letizia aplaudió a su suegra, con el mismo ímpetu como había hecho hace casi un año en el Congreso el día de la proclamación del rey, como reconocimiento a su labor de décadas. Y Sofía le tomó las manos en un gesto que parecía decir «ahora es tu momento».

Desde un primer instante, la nueva reina admitió en su entorno que su forma de ejercer el papel de consorte iba a ser muy diferente. Tampoco el de Felipe VI tiene mucho que ver con el de su padre. Para empezar, Letizia no es una reina al uso. Es la primera plebeya que se sienta en el trono de España y hasta hace algo más de una década llevaba una vida normal, aunque, al ser uno de los rostros de los informativos de TVE, contaba con gran notoriedad pública. Perfeccionista donde las haya, ha sabido sacar partido a sus puntos fuertes en sus primeros pasos como reina: la imagen y la palabra. De ahí que en este año de reinado junto a Felipe VI, ella haya pronunciado 25 discursos, y ninguno carente de contenido. El último, el pasado viernes, en Roma, donde fue nombrada embajadora de la Organización de la ONU para la Alimentación y la Agricultura (FAO) para la nutrición. Hay quienes sostienen que dice cosas obvias. Pero el caso es que las dice. Y es reina, por lo que ha asumido dar voz a niños con dificultades, al hambre en el mundo o a enfermedades raras que muchos comienzan a conocer gracias a su denuncia pública.

Traspaso pausado

Desde que entró en Zarzuela, las comparaciones entre Letizia y Sofía -también con sus cuñadas las infantas Elena y Cristina- fueron continuas. Sin embargo, en este año de reinado apenas han existido. Y eso ha sido posible, en buena medida, por el traspaso de poderes pausado de reina a reina. Volcada en la educación de la princesa Leonor y la infanta Sofía, como se recalca en su perfil de la web de la Casa Real, ella ha completado el círculo, ha desarrollado todas aquellas tareas que se entienden que son propias de reina, algunas junto a su marido y otras en solitario. Ha participado en 107 actos y presidido 25 audiencias, diez de ellas en solitario. Asimismo, ha hecho viajes al extranjero en solitario, participado en cenas de gala y ha tomado el testigo de la reina Sofía como rostro de España en cooperación internacional. Dicen que su suegra asumió con tristeza tener que dejar esta labor que tantas satisfacciones le dio, en la que Letizia debutó, recibiendo auténticos halagos, en Honduras y El Salvador a finales de mayo.

Juan Carlos I, más presencia en los medios por actos lúdicos que por su papel institucional

En enero, recién cumplidos los 77 años, don Juan Carlos I desayunó con una última hora, un urgente, que rápido colonizó las webs. «El Supremo admite a trámite la demanda de paternidad de Ingrid Sartiau contra don Juan Carlos». El rey saliente había dejado meses atrás el trono, también la inviolabilidad. Con el tiempo, el caso de la ciudadana belga quedó en nada, pero supuso un quebradero de cabeza para Zarzuela después de los vaivenes que llevaron a don Juan Carlos a cederle la Corona a su hijo. Abdicó y se jubiló, porque la figura institucional de quien fuera jefe de Estado durante 39 años no pasa de testimonial. Es más, su presencia en los medios en estos meses se ha mantenido gracias a sus rutas gastronómicas por España y a su presencia en acontecimientos deportivos.

Trasladó su despacho de la Zarzuela al Palacio Real y su hijo tan solo le encomendó una tarea: representar a la Corona en las tomas de posesión de los mandatarios iberoamericanos, función que antes del relevo asumía Felipe, quien llegó a cruzar el Atlántico hasta en 69 ocasiones. Don Juan Carlos asistió a las ceremonias del colombiano Manuel Santos Calderón, en agosto, y del uruguayo Tabaré Ramón Vázquez Rosas, en enero. Estos fueron dos de la veintena de actos públicos que el rey saliente realizó en estos doce meses, en los que pronunció ocho discursos, muchos de ellos de agradecimiento por los homenajes, algunos improvisados, que recibió por cuatro décadas de servicio a España. El relevo en la jefatura del Estado puso en evidencia, además, aquello de lo que todo el mundo hablaba: el distanciamiento, por no decir ruptura, del matrimonio entre don Juan Carlos y doña Sofía, a quienes se les ha podido ver juntos, por agenda de Casa Real, en cuatro ocasiones.