El vuelco en cuatro comunidades, en el aire por dudas de Iglesias y Rivera

Colpisa

ESPAÑA

morell | EFE

Las negociaciones darían al PSOE nueve gobiernos y el PP retendría cinco

03 sep 2015 . Actualizado a las 19:03 h.

Las dudas de Pablo Iglesias y Albert Rivera sobre hasta dónde llegar con su política de pactos para no perjudicar las expectativas de sus marcas (Podemos y Ciudadanos) en las generales de otoño tienen en el aire posibles vuelcos políticos en cuatro autonomías: Comunidad Valenciana, Madrid, Baleares y Aragón. En ellas aún están sobre la mesa casi todas las posibilidades.

De manera oficial todavía no existen pactos de gobernabilidad cerrados en ninguna de las trece comunidades que celebraron elecciones el 24 de mayo, pero en las otras nueve, con la excepción de Asturias, donde Podemos también le está poniendo muy difíciles las cosas al socialista Javier Fernández para su renovación, los procesos y las conversaciones parecen encarrilados, con independencia de que los flecos para garantizar las correspondientes investiduras tarden en cerrarse días o semanas.

En Valencia, Baleares y Aragón la fuerza de Iglesias es clave para determinar si en estas autonomías, en las que el PP perdió sus mayorías, pero en las que es aún la lista más votada, accede a la presidencia un socialista, mediante un pacto de izquierdas, o si -al menos en Baleares y Aragón- el partido de Rajoy intenta una negociación a la contra, que sería muy complicada, para tratar de retener el Ejecutivo.

La negociación en la Comunidad Valenciana para hacer presidente al socialista Ximo Puig está bloqueada porque la candidata de Compromís, Mónica Oltra, con el apoyo explícito de Iglesias, pretende que para cerrar un pacto, además de acuerdo programático, ella asumirá la presidencia, pese a haber quedado por detrás del PSOE. El reciente pacto en el Ayuntamiento de Valencia, que hará alcalde a Joan Ribó (Compromís) con el apoyo del PSOE podría deshacer el nudo.

Problema de caras y de fondo

Aragón y Baleares son casos similares. En Zaragoza, socialistas y Podemos han comenzado a desbrozar el terreno por las cuestiones programáticas, pero el candidato del partido morado, Pablo Echenique, no oculta que se siente tan legitimado como el socialista Javier Lambán -que solo le sacó un punto de ventaja- para ser presidente. En Baleares, Podemos, también con el aliento de Iglesias y el apoyo de los nacionalistas de Més, pretende que si el PSOE quiere un gobierno de izquierdas el presidente sea Beil Barceló, de Més, y no la socialista Francina Armengol.

En Madrid el problema es más de fondo. La primera opción de Albert Rivera es apoyar a la popular Cristina Cifuentes, la lista más votada, si cumple con sus condiciones mínimas. Pero, a la vez, tiene el temor a que nuevas operaciones o imputaciones en escándalos de corrupción como la Púnica salpiquen de nuevo al PP madrileño y que Cifuentes, que no lo controla, sea incapaz de hacer la limpieza necesaria y lo deje en entredicho de cara a las generales con lo que es su principal bandera, la regeneración. Por si acaso, el socialista Gabilondo está a la espera de una hipotética ruptura para tratar de plantear una investidura alternativa. Si las negociaciones terminasen como han comenzado, el PSOE podría entrar en nueve Gobiernos. Dos al menos serían de coalición (Canarias y Cantabria), cinco en solitario (Andalucía, Asturias, Aragón, Castilla-La Mancha y Extremadura) y otros dos (Valencia y Baleares), con posibilidades de coalición de izquierdas. El PP perdería seis comunidades respecto al 2011 y podría gobernar -además de en Galicia- en La Rioja, Castilla y León, Madrid y Murcia, en todas con Ciudadanos. Navarra, última comunidad en disputa, la presidiría Uxue Barkos, de Geroa Bai, con el apoyo de Bildu, Podemos e IU.

Podemos y Ciudadanos se estrenarán en el Parlamento antes de las elecciones generales

Podemos y Ciudadanos, las fuerzas políticas emergentes, no tendrán que esperar al 2016, a que se celebren las elecciones generales, para llegar al Parlamento. Sus primeros representantes nacionales podrán hablar desde la tribuna del Senado e interpelar al Gobierno desde un hemiciclo a partir de septiembre, gracias a su entrada en la Cámara alta como senadores de designación autonómica. Solo será un precalentamiento, porque su verdadera influencia parlamentaria no llegará hasta que con los comicios generales se compruebe si, como indican las encuestas, logran una nutrida representación directa en el Congreso y el Senado.

Renovación de senadores

Las elecciones autonómicas en marzo en Andalucía y en mayo en otras trece comunidades -en todas salvo en Euskadi, Cataluña y Galicia- obligarán a estos catorce parlamentos a renovar, en cuanto se constituyan y se doten de un Gobierno, a los 43 senadores que designan por ley, entre los que habrá miembros de Ciudadanos y Podemos con seguridad, no solo por la representación obtenida sino también como plus o contraprestación por los pactos para investir ejecutivos.

A estos 43 senadores autonómicos se podrían sumar en otoño, antes de las generales, los ocho que tendría que nombrar el Parlamento de Cataluña si, como ha anunciado el presidente de la Generalitat convoca elecciones el próximo 27 de septiembre.

De los 265 miembros del Senado, 207 se eligen en paralelo del Congreso durante las generales, mediante el voto directo de los ciudadanos, y otros 58 se nombran por las Cámaras autonómicas, en un reparto por comunidades en relación a su población.

Van desde los ocho que le tocan a los parlamentos de Andalucía y Cataluña, los siete de Madrid o los seis de Valencia, al senador autonómico único que nombran Navarra, Cantabria y La Rioja. La mayoría oscilan entre dos -Extremadura, Murcia, Aragón, Asturias, Baleares- y tres -Canarias, las dos castillas y Galicia-, y el País Vasco tiene cuatro. La toma de posesión no tiene fecha fija. Dependerá de la velocidad de las negociaciones para formar Gobiernos autonómicos.