Mariano Rajoy dejó claro ayer de lo que quiere y de lo que no quiere hablar a menos de un mes de las elecciones municipales y autonómicas. En la sesión de control del Senado volvió a repetir punto por punto su relato de cómo gracias a su gestión económica España evitó el rescate y la quiebra y ahora es el país de la Unión Europea que más crece. El presidente del Gobierno aseguró que el PSOE dejó el país hecho una ruina porque sus recetas económicas solo sirvieron para destruir el crecimiento y aumentar el desempleo y le auguró muchos años en la oposición para que no vuelvan a hundirlo una vez más. Respondía así a la portavoz socialista, María Chivite, que le preguntó si considera que su Gobierno es el de los mejores e hizo un duro alegato en su contra. Rajoy eludió contestar a esas acusaciones y se limitó a decir que el Ejecutivo que preside es «mucho mejor» que el que le precedió. Y añadió: «Pero con ser mejor tampoco es un mérito del que podamos presumir demasiado».
Chivite le reprochó que, en lugar de haber hecho un gobierno «de los mejores», este ha sido un lobby y un fiasco y ha demostrado «escasa altura política». Hizo un repaso por varios ministros, lamentó las «grosería y mentiras sobre la amnistía fiscal, Rato o Bárcenas» de Cristóbal Montoro, que Fátima Báñez «se encomiende a la virgen del Rocío para generar empleo» o que Luis de Guindos esté más preocupado por la presidencia el Eurogrupo que por la crisis en España y denunció los «intereses» de Pedro Morenés en la industria del armamento o los «tejemanejes» de José Manuel Soria con las empresas energéticas. Aludió a los casos de corrupción que afectan a los populares para concluir que el Ejecutivo es una «vergüenza» para la sociedad española. Chivite señaló que el partido que decía ser «incompatible con la corrupción» ha resultado ser «el partido de la corrupción».