Escenario de inestabilidad para las autonómicas, municipales y generales

Gonzalo Bareño Canosa
Gonzalo Bareño MADRID / LA VOZ

ESPAÑA

El fin del bipartidismo puede traer consigo inestabilidad parlamentaria y unos gobiernos más débiles

17 abr 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

El Parlamento andaluz puso a prueba ayer el nuevo escenario creado en España por la irrupción de dos nuevas fuerzas políticas como Podemos y Ciudadanos. Y las primeras señales indican que el fin del bipartidismo puede traer consigo inestabilidad parlamentaria y unos gobiernos más débiles. Una peligrosa situación que obliga a los partidos a alcanzar acuerdos si quieren evitar un paisaje a la italiana, en el que resulta casi imposible acabar una legislatura y en el que los gobiernos en minoría caen con facilidad cuando no tienen un aliado fiable. Lo ocurrido ayer indica que Susana Díaz no interpretó bien el resultado electoral cuando se apresuró a anunciar que gobernaría en solitario sin buscar un acuerdo estable con nadie y mediante pactos puntuales para sacar adelante cada ley. Su problema es que esa decisión no depende exclusivamente de ella. Y que para poder ponerla en práctica necesita antes la colaboración de al menos un partido para ser investida presidenta. Y, como se pudo ver ayer, dar por hecho que algún grupo le prestaría ese respaldo sin ofrecer nada a cambio no ha sido la mejor decisión. Acabará gobernando, pero de forma inestable.

Este escenario es solo el preludio de lo que ocurrirá en muchos parlamentos autonómicos y corporaciones municipales, en donde la situación amenaza con ser incluso más compleja. Ello es así porque la pujanza histórica del PSOE en Andalucía ha permitido que haya un partido muy destacado en votos y escaños sobre el resto, lo que hace que nadie discuta que es a Susana Díaz a quien toca gobernar. En otras comunidades, en muchos ayuntamientos e incluso tras las elecciones generales, el dibujo será previsiblemente muy distinto, con cuatro fuerzas, PP, PSOE, Podemos y Ciudadanos, con muy poca diferencia de votos y escaños entre ellos, lo que dificultará la situación, dado que cualquiera de ellos podría aspirar legítimamente a ocupar la presidencia, independientemente del lugar que ocupe tras las elecciones. Aquí, al contrario que en Andalucía, no habría que descartar tampoco la posibilidad de que la presidencia no la ocupe ninguno de los dos partidos más votados, al estilo de lo que ocurrió en Cantabria en el 2003, donde el regionalista Revilla gobernó siendo el tercero con 8 escaños tras pactar con el PSC, que quedó segundo con 13, a pesar de que el PP ganó con 18.

«La bronca entre PSOE y PP abre las sesiones del Parlamento de Andalucía Vayámonos acostumbrando, aviso para navegantes. Esto va a ser así en ayuntamientos y comunidades autónomos si la demoscopia no falla», señaló ayer el secretario de Organización del PSOE, César Luena, que aseguró que los socialistas están dispuestos a pactar «con todos menos con uno». «Nunca nos verán con el PP», remachó.