Escondiendo el polvo bajo la alfombra roja

Tino Novoa EN LA FRONTERA

ESPAÑA

08 abr 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Imagínese que a un vecino le toca la Primitiva. Usted seguirá igual de pobre, pero el valor de su portal aumentará por un mero efecto estadístico. Ese es el problema al que se enfrenta el PP. Las grandes cifras económicas, e incluso algunas pequeñas, anuncian tiempos mejores. Pero no para todos, al menos de momentos. La distribución primero de los sacrificios y ahora de los supuestos e incipientes beneficios es extremadamente desigual. Aquellos los pagamos todos, con un matiz: un pequeño recorte para quien poco o nada tiene supone caer en la miseria mientras que ese mismo recorte, o incluso mayor, para quien tiene mucho no supone nada. Y, además, son quienes se están quedando con las primeras migajas del nuevo reparto, mientras los demás, los más, son resignados espectadores del desfile de la alfombra roja. Y el contraste refuerza la sensación de penuria, que aún duele más.

Ya se sabe que a las estadísticas se las puede retorcer para hacerles decir lo que uno quiere que digan. El presidente compara la situación actual con la de hace cuatro años, que es cuando él llego a la presidencia, ciertamente, pero también cuando estábamos en lo más hondo de la crisis. En esa comparación, es evidente que muchas cosas han mejorado, pero no todas ni todas por efecto de las políticas del PP. En cambio, para la mayoría de los ciudadanos, el punto de referencia válido es su situación al inicio de la crisis. Y ante esa comparación, el optimismo queda lejos. Tanto que los mensajes triunfalistas suenan a escarnio.

No verlo es fruto de la misma ceguera que lleva a Rajoy a decir que el PP está unido. Que la secretaria general cargue públicamente contra los otros referentes del partido, como hizo la semana pasada Cospedal, es el reconocimiento de una fractura que solo se puede negar desde el mayor de los cinismos. Rajoy está tranquilo porque para las generales aún falta, pero los barones se la juegan dentro de un mes y están muy nerviosos, especialmente tras comprobar el batacazo en Andalucía. Se comprende el intento de cerrar filas en vísperas de concurrir a las urnas. Pero esconder la realidad no la cambia, y cuando se levante la alfombra roja volverá a aparecer el polvo.