Entre la sardiñada y el pescaíto frito

mariluz ferreiro SEVILLA / ENVIADA ESPECIAL

ESPAÑA

Mariluz Ferreiro

Gallegos que llevan décadas en Sevilla destacan la evolución de Andalucía, ven necesario el PER, pero controlado, y perciben a los electores cansados de la política

18 mar 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Cae la noche y en una calle del barrio de Nervión se escucha un rumor. Una canción. Peor muchas voces. Es el coro del Lar Gallego de Sevilla. Este centro abrió el octubre de 1956. Cada 12 de ese mes invitan a una sardiñada. A diario se sirve buen pescaíto frito. Es Galicia y es Andalucía. Y no siempre caben los tópicos.

El presidente del Lar Gallego de Sevilla, Alfredo Otero García, tiene 85 años. Llegó a Andalucía en 1953. Lejos queda su Antas de Ulla natal. Cuenta vivencias de trasatlánticos, de un barco que llevaba peregrinos musulmanes a la Meca, relatos que algún día escribirá su nieta. Él se casó con una sevillana y echó raíces en la ciudad, trabajando como cocinero en los años dorados de los astilleros. «Sevilla me pareció lo mejor», dice, «pero en los años cincuenta en los pueblos andaluces había mucho analfabetismo y pocas infraestructuras, pero eso ya no es así. Yo creo que Andalucía es la comunidad que más ha cambiado de España, la que más ha mejorado». Pero cree que en su contra han jugado el Norte «y los señoritos». «Ha habido discriminación en favor de Cataluña y el País Vasco, y los señoritos andaluces no han invertido aquí», dice.

Antonio Patiño Gacio, de 68 años, es de Monforte, pero creció en Ourense. Preside la Federación de Centros Gallegos de Andalucía. Llegó a la capital andaluza en abril de 1977. Era militar. «De tierra», insiste. Descartó otras opciones y recaló en Sevilla «forzoso». «Para los que veníamos del norte esto era como un pueblo. Todo el mundo se conocía y había más chismorreos que la mar. Sevilla se reducía al centro. La gente iba al parque de María Luisa como quien iba al campo», cuenta. Detalla los cambios en otras provincias y ciudades. «Las ciudades con menos PIB de España cuando yo era pequeño eran Almería y Ourense, pero ahora en Almería están los invernaderos», apunta. Comenta que «Huelva antes solo tenía pesca y minería en algunos pueblos, pero despega por el turismo después de que el Polo Químico hiciera mucho daño».

Otero resume que el carácter andaluz es abierto. «Y sincero. No guardan nada. Si son amigos, lo son. Si te traicionan no lo disimulan», resume Otero. Aunque Patiño cuenta que Sevilla tiene sus cerrojos. Se comprueba, por ejemplo, en las casetas de la Feria de Abril, cerradas a un público muy selecto. El Lar Gallego tiene la suya y está abierta los que con su DNI demuestren que vienen de Galicia.

Coinciden en que la ciudad dio un salto en el 92, con la Expo. «Pero cambiaron también los precios de la vivienda, que subieron exponencialmente», recuerda Patiño.

Alfredo Otero explica así los más de treinta años de poder socialista: «La miseria que generó el latifundismo».

«Ahora no se ve ambiente electoral. La gente está cansada. PP y PSOE han tenido ocasión para cambiar las cosas y no lo han hecho», dice Patiño. Ni él ni Otero quieren mayorías absolutas porque «el partido en el poder no admite errores». Patiño apuesta por un cambio en la ley electoral, una segunda vuelta.

El lucense Antonio López Vázquez, de 61 años, avisa de que «hay que votar con el corazón y con el bolsillo». Llegó en el 77 y no quiere «experimentos para acabar como Cuba, Venezuela o Corea». Él es presidente de la Asociación de Peritos de Andalucía.

José Manuel Basalo Fernández, de 74 años y de Manzaneda, ve a la gente desconcertada, pero le apetece «un cambio» para mejorar y su apuesta es el PP. Él pasó con éxito de la costura a la cuchillería industrial. Y el Lar Gallego alterna la sardiñada y el pescaíto.

«Vinieron muchos del sur de Galicia a trabajar en restaurantes»

«Ahora en Andalucía no hay una emigración gallega como antes. Son médicos, maestros, gente que aprobó unas oposiciones...», cuenta Alfredo Otero, presidente del Lar Gallego en Sevilla. «En décadas pasadas había muchos de O Porriño y de Ponteareas que venían como cocineros a trabajar a restaurantes y bares», añade.

Ya no sucede como en el caso de Laura Fernández, la ferrolana de 72 años que dirige el coro. Vino con sus padres cuando tenía quince años. «Había trabajo en los astilleros de Sevilla», cuenta.

Antonio Patiño y Alfredo Otero destacan que, aunque es evidente que la crisis ha golpeado a Andalucía, hay «mucha economía sumergida, con chapuzas y horas que no se declaran». «Hay un paro enorme, pero si las cifras fueran reales habría lío en la calle», comentan.

«Se vive bien en Sevilla»

Laura Fernández prefiere no hablar de economía ni de política. Cuenta lo «bien que ligan gallegos y andaluces» y añade que estos son «acogedores, agradables y muy alegres». Concluye: «Se vive bien en Sevilla»

Ella y sus compañeros de mesa son parte del engranaje necesario que mantiene con vida al centro. El coro y el grupo de gaitas; el ajedrez y las partidas de dominó; los bailes de salón y las sevillanas; el Día das Letras Galegas y el fin de año. Un premio literario y la publicación Anduriña, decana en Sevilla en su género y que es la cronista de los gallegos en la capital andaluza. Antes salía a la calle cuatro veces al año, ahora solo dos. «La crisis». Pero, de momento, sigue volando.