La familia Pujol no logra disipar las dudas de que se enriqueció a costa de la Generalitat

cristian reino BARCELONA / COLPISA

ESPAÑA

TONI GARRIGA | EFE

«Son el ejemplo del país que no queremos ser», sintetizó Herrera, de Iniciativa, tras el paso del clan por el Parlamento catalán

15 mar 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Las comparecencias de los nueve miembros de la familia Pujol en el Parlamento catalán han dejado perlas memorables, puestas en escena que pasarán a la historia del parlamentarismo autonómico y la imagen de una familia rica, arrogante por momentos, que se siente víctima de un ataque político como consecuencia de la deriva independentista de Convergència y que considera que no ha hecho nada malo.

Los Pujol son un «ejemplo del país que no queremos ser», el del «amiguismo», sintetizó Joan Herrera, líder de Iniciativa. Para Oriol Junqueras, presidente de Esquerra, durante el pujolismo hubo un «terreno en el que se solaparon los intereses personales y familiares». Más allá de las consideraciones de los partidos, hay quien cree que el balance de las declaraciones ha sido «importante» para conocer cómo Jordi Pujol ha «favorecido y estimulado unas determinadas actividades económicas de sus hijos», según el exfiscal anticorrupción, Carlos Jiménez Villarejo. «Ha quedado acreditado un tono general, en el que los padres [Jordi Pujol y Marta Ferrusola] consideraban que Cataluña era su finca particular», estima Francesc de Carreras, catedrático de Derecho Constitucional de la UAB.

La imagen resultante, según el diagnóstico de Jiménez Villarejo, es la de una familia que «ha aprovechado el poder y la política para enriquecerse». Esto se demuestra, afirma, desde el momento en que hay varios procedimientos judiciales en marcha -ocho de los nueve miembros de la familia están imputados-. Y también tomando como base las comparecencias, por ejemplo, de Jordi Pujol Ferrusola y sus hermanas Mireia y Marta.

Ofendido

El primogénito declaró muy «ofendido» que nunca ha operado desde paraísos fiscales, prosigue Villarejo, pero «sabe que hay comisiones rogatorias que le implican directamente sobre su participación en paraísos fiscales». Además está imputado por la Audiencia Nacional por blanqueo de capitales. Se sospecha que movió 32 millones de euros entre España y trece países, y que parte de ese dinero eran las comisiones del 3 % que se cree que CiU cobraba a cambio de obra pública.

Su hermana Marta, arquitecta de profesión, reconoció en cambio que entre 1988 y 1997, en pleno mandato de su padre, ganó doce contratos públicos para ejecutar obras de la Generalitat y solo una de esa docena de adjudicaciones se licitó por concurso público. Además admitió que desde 1996 trabaja para el ayuntamiento barcelonés de Sant Vicent de Montalt, gobernado por CiU, a pesar de no haber ganado ninguna plaza.

Villarejo, ahora miembro de Podemos, destaca asimismo que Mireia se negara a declarar respecto a su actividad económica cuando se ha sabido que el año pasado regularizó la «herencia» recibida de su abuelo y declaró una cifra que multiplicó por tres la supuesta parte que le correspondió.

Este asunto, el de la herencia, es el que más atención ha recibido por parte de los diputados de la comisión y el que genera la incógnita principal ¿Cuál es el origen de la fortuna que el exmandatario nacionalista confesó que tuvo oculta durante 34 años y su recorrido hasta Andorra, previo paso por Suiza? El legado de la familia Pujol es objeto de investigación judicial. Por esta cuestión están imputados Jordi Pujol, su mujer y cuatro de los siete hijos, Jordi, Pere, Mireia y Marta. Y todo ellos se han enrocado e impera la ley del silencio.

A lo largo de las declaraciones se han puesto más o menos de acuerdo para decir que la fortuna no procede de fondos públicos ni de corruptelas y que el abuelo Florenci les dejó en 1980 una herencia o legado de 140 millones de pesetas, que se convirtieron en 4,2 millones de euros en el 2014. La versión familiar ha apuntado a que eran unos fondos derivados de los movimientos de divisas del abuelo, aunque ninguna fuerza política, salvo CiU, se lo ha creído, porque nadie ha sido capaz de explicar la enorme diferencia entre lo que cada uno de los hijos recibió -62 millones de pesetas en 1992- y la cantidad que declararon a Hacienda cuando efectuaron la regularización en el 2014.

Del «soy bastante rico» al «no tenemos ni cinco»

El expresidente de la Generalitat, Jordi Pujol, firmó un triste epílogo a su carrera política con una comparecencia en la que se negó a dar explicaciones y pasó al ataque, acusando a los diputados de imputarle delitos sin ningún fundamento. Pujol dejó una perla que pasará a la historia: «Dicen, dicen, dicen, esto no es serio». Su mujer no le fue a la zaga y aunque en un principio no quería hablar al final se soltó (y de lo lindo). Le salió la vena patriótica y afirmó que «Cataluña no se merece esto». Dijo que solía ir a Andorra, no con escolta, sino con «tanques y fusiles» y se presentó como una humilde madre. «No tenemos ni cinco», dijo. Su hijo Josep le desmintió pronto, ya que admitió que a los «treinta años ya era un tío bastante rico».