El pánico ante el empuje del rival llevó a la izquierda a una estrategia suicida

Gonzalo Bareño Canosa
gonzalo bareño MADRID / COLPISA

ESPAÑA

La salida de Tania Sánchez da idea del vertiginoso giro político producido en España desde que Podemos irrumpiera hace seis meses en las Europeas

06 feb 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

El insólito hecho de que una dirigente política que acaba ser elegida candidata a la presidencia de la Comunidad de Madrid hace apenas un mes termine abandonando el partido y anunciando la fundación de su propia formación, da idea del vertiginoso giro político que se ha producido en España desde que Podemos irrumpiera hace seis meses en las elecciones europeas. La acumulación de errores cometidos desde entonces por Izquierda Unida amenaza con reducir a cenizas a una fuerza que aparecía hace nada en claro ascenso y que en las pasadas generales fue el tercer partido más votado de España.

La miopía política de los dirigentes de IU les llevó a rechazar la oferta que antes de las europeas les hizo el propio Pablo Iglesias de integrarse en sus listas siempre que se avinieran a escoger a todos los candidatos de la lista por el sistema de primarias. El resultado fue que, sin infraestructura, con un programa improvisado y un discurso político reducido a la llamada a acabar con la casta, Podemos obtuvo cinco diputados, solo uno menos que IU, y 1.245. 948 votos frente a los 1.562.567 que cosechó la formación liderada por Cayo Lara.

 

El PSOE toma nota del fiasco

Pero aquello fue solo el principio del fin. En lugar de rearmarse, reforzar su discurso y marcar diferencias con Podemos, IU cayó presa del pánico y acercó sus postulados a los de Pablo Iglesias. La mayor expresión de esa estrategia suicida fue el paso atrás de Cayo Lara para dejar el liderazgo en manos de Alberto Garzón, un recién llegado a IU cuyo máximo equipaje era su buena relación con Iglesias. Algo que exacerbó el conflicto interno y la confusión en los mensajes.

Como resultado, apenas ocho meses después de aquellas europeas IU aparece ya, de la mano de un Garzón todavía no encumbrado, como un mero apéndice de Podemos que busca a la desesperada salvar los muebles mediante una alianza con Iglesias. El socialista Pedro Sánchez, que coqueteó también con emular el lenguaje rupturista de Podemos, parece haber tomado buena nota de lo sucedido en IU y ha dado un giro radical a su discurso reforzando el perfil de hombre de Estado, aunque a costa también de una fuerte contestación interna. Está por ver si el PSOE logra así escapar al acoso de Podemos.