Luis Bárcenas, minucioso con cuentas ajenas y distraído con las propias

R. Gorriarán MADRID / COLPISA

ESPAÑA

Explicó con detalle la contabilidad B del PP, pero tuvo fallos de memoria sobre su dinero en Suiza

23 ene 2015 . Actualizado a las 12:20 h.

Luis Bárcenas ha pasado 574 días en el centro penitenciario de Soto del Real. Durante ese tiempo acudió dos veces a declarar ante el juez Pablo Ruz, y en ambas tiró de la manta. El 15 de julio del 2013, cuando no llevaba ni veinte días en la celda, destapó las finanzas en negro del PP, según han acreditado tanto el instructor como el fiscal y la Abogacía del Estado que representa a Hacienda. El 10 de abril del año pasado abundó en esa línea y explicó al juez los mecanismos de financiación del partido y de las campañas electorales.

No siempre fue así. En su primera comparecencia ante Ruz, el 25 de febrero del 2013, lo negó todo, y eso que tres semanas antes había salido a la luz los llamados papeles de Bárcenas, unas hojas manuscritas con la que se presumía que era la contabilidad opaca del partido. En aquella declaración, sin embargo, no reconoció nada y exoneró al PP de todo. Nada más publicarse los papeles un 30 de enero, el PP dio de baja a Bárcenas como empleado suyo en la Seguridad Social y se extinguió la relación laboral con el partido, al que había entrado mediada la década de los ochenta, cuando Rosendo Naseiro y Ángel Sanchis manejaban los dineros de la entonces Alianza Popular. En realidad, el vínculo profesional entre Bárcenas y el partido se había roto en el 2010, cuando fue imputado por el juez Antonio Pedreira en el caso Gürtel y dejó también su escaño de senador por Cantabria. Pero pactó el famoso finiquito en diferido, en palabras de Cospedal, y siguió en nómina del PP hasta enero del 2013.

El extesorero se arrepintió de su fidelidad al partido en su primera declaración al ver que no recibía la, a su juicio, merecida ayuda del partido en el Gobierno, y que todos los dirigentes que habían tenido a gala ser amigos suyos le daban la espalda. Por eso, en su interrogatorio de julio del 2013 fue un libro abierto. Relató las presuntas donaciones irregulares, los sobresueldos, la financiación de las campañas con dinero negro, entre otros asuntos. Llegó a la minuciosidad de contar que se pagó con dinero de la caja B el vestuario y las gafas de Mariano Rajoy para la campaña del 2004, y también describió el momento y el lugar en el que pagó en el 2009 al propio Rajoy y a Cospedal 25.000 euros a cada uno al dejar la tesorería del partido.

Pero la prolijidad de sus explicaciones sobre las cuentas de otros no se extendió a sus cuentas bancarias en el extranjero. De eso apenas ha hablado ante el juez. Esta parquedad, junto al endiablado entramado societario y bancario que urdió para ocultar y mover su fortuna, ha impedido que esa investigación haya avanzado al mismo ritmo que la del caso Gürtel. Eso y las recientes reticencias helvéticas a dar más información, han provocado que ese sumario esté lejos de estar acabado.