La política entra en el 2015 en zona pantanosa

Manuel Campo Vidal

ESPAÑA

Lo que más se asemeja el panorama español ahora es a una zona pantanosa con juncos y arenas movedizas que ocultan las trampas

21 dic 2014 . Actualizado a las 05:00 h.

A veces la política es un desierto que atravesar y en otras ocasiones un mar en calma, o con temporal. Pero, ahora mismo, lo que más se asemeja el panorama español es a una zona pantanosa con juncos y arenas movedizas que ocultan las trampas: trampas judiciales -está por cerrar el caso Gürtel y los grandes procesos de corrupción como los Eres de Andalucía-, trampas políticas para algunos candidatos -ya cercan al socialista Tomás Gómez en Madrid a cuenta de viejos asuntos de su época de alcalde de Parla-, trampas fiscales que reclaman dinero por supuesta corrupción a Urdangarin y a personas de la confianza de Jordi Pujol -como Macià Alavedra y Prenafeta- y trampas internas en los partidos como la que tejen algunos en su partido contra Pedro Sánchez.

Pero hay más riesgos que las encuestas tratarán de ayudar a sortear, a modo de guía de navegación entre el cañaveral. Sin embargo, personas enrocadas como Rosa Díez siguen sin admitir, como se les demuestra, que sin coalición con Ciudadanos le será muy difícil mantener el tipo. Desde ahora hasta el 24 de mayo, fecha de las elecciones municipales y autonómicas -en 13 de las 17 comunidades- viviremos a golpe de encuesta casi cada domingo como si se estuviera dibujando a grandes rasgos, semana a semana, el mapa político español de después de la jornada electoral. Habrá transcurrido entonces un año justo desde las últimas elecciones europeas en las que emergió Podemos con cinco eurodiputados y Ciudadanos con dos y retrocedieron seriamente los grandes del bipartidismo- PP y PSOE, quedándose mustios los que esperaban más avance, a saber, la UPyD de Rosa Díez y la IU de Cayo Lara.

Desde entonces pasó de todo y con estruendo mediático en los primeros tres meses: dimitió Rubalcaba, abdicó el Rey Juan Carlos, se proclamó a su hijo Felipe VI, llegó Pedro Sánchez, se autoinculpó Jordi Pujol, se votó en Cataluña en un referendo semitolerado aunque ilegal y, día a día, no ha cesado la convulsión del mapa. Ahora ya sabemos que muy pronto la cosa política en España ya no será cosa de dos, PP y PSOE, sino de tres, PP, PSOE y Podemos, y de cuatro en Cataluña y Pais Vasco, donde el conglomerado nacionalista resulta decisivo. Y sabemos que, por primera vez, que las encuestas de la Generalitat no dan como segura la victoria del independentismo. Al contrario.

Pero el camino del próximo medio año hasta ese nuevo mapa ya sabemos que estará plagado de trampas y zonas pantanosas en las que será fácil caer y muy difícil salir. Aunque resulte increíble, la gente vuelve a hablar de política, incluso aquella que por su juventud no lo había hecho nunca. Leemos en esa observación que la participación en las próximas elecciones será alta, desde luego el 24 de mayo, pero sobre todo en las generales del próximo mes de noviembre donde los españoles decidirán si quieren como presidente de Gobierno a Rajoy, a Sánchez o a Iglesias. ¿Serán esos los candidatos con más posibilidades? Tal como van las encuestas sí, siempre que en su partido no cambien de opinión. Por información interna disponible, podríamos establecer que por orden de seguridad en la candidatura, de mayor a menor, la lista de confirmados sería Pablo Iglesias, Mariano Rajoy y Pedro Sánchez. Al nuevo secretario general de Podemos no le tose nadie en casa, a Rajoy aparentemente tampoco, aunque hay quien dice que si las encuestas siguen a la baja, quizás deberá ceder el paso a Soraya o a Núñez Feijoo, y a Pedro Sánchez ya le tosen ahora. Un resfriado de Susana Díaz a cuenta de los resultados de las municipales podría provocar una pulmonía en el PSOE.

En cuanto a probabilidades de gobernar, la lista no va en el mismo orden: quizás, Rajoy, Sánchez e Iglesias. Pero seis meses, hasta las municipales, es mucho tiempo en política, y once, hasta noviembre, una eternidad. Sobre todo, con tanta zona pantanosa que atravesar. Vigilen donde pisan.