O el cambio de política llega ya o será tarde

Manuel Campo Vidal

ESPAÑA

Banqueros, grandes empresarios consultados y personas relevantes de la sociedad civil comparten que el malestar ciudadano viaja a velocidad muy superior a la toma de decisiones institucionales para atajarlo

30 nov 2014 . Actualizado a las 05:00 h.

En los cambios políticos, el reloj y el calendario son fundamentales y en España parece que buena parte de la dirigencia política ignora esta regla de oro. Rajoy por fin ha ido a Cataluña, pero tres semanas después del auto sacramental del 9-N. Al día siguiente hubiera podido decir algunas cosas de contención, de choque, evidenciando una capacidad de reacción que reclamaban, sobre todo, sus partidarios. Cuando ha llegado ahora tiene una situación aún más compleja, porque la Fiscalía del Estado se ha encargado en estos veinte días transcurridos de suministrarle combustible a Artur Más, que ya escapa a toda velocidad hacia otra meta volante de la independencia. «Mas viaja a toda velocidad hacia ninguna parte», ha dicho el presidente del Gobierno y eso lo comparte un sector de la opinión pública española y catalana. Pero esa frase valía para antes del 9-N. Ahora también, pero ya es insuficiente. De nuevo se demuestra la importancia del calendario.

Los partidos políticos debatieron el jueves pasado en el Congreso medidas para atajar la corrupción. Es incluso positivo, aunque no se alcanzara acuerdo alguno, pero otra vez se llega tarde. El refrito de medidas presentadas se basaba en anuncios de hace varios meses, o incluso de dos años atrás, pero nada se ha concretado. Es imprescindible acordar y reformar, pero no a destiempo, porque el hartazgo de la ciudadanía difícilmente se superará cuando ya la desesperanza domine todo.

Banqueros, grandes empresarios consultados y personas relevantes de la sociedad civil comparten que el malestar ciudadano viaja a velocidad muy superior a la toma de decisiones institucionales para atajarlo. Y cuando se tiene una oportunidad concreta de ejemplarizar sobre asuntos polémicos, como el uso de los viajes gratuitos de los parlamentarios, la modificación acordada entre las dos principales fuerzas políticas es tibia y, por tanto, no satisface, sino que incrementa, la exigencia ciudadana de transparencia.

Entretanto, el mapa político se agita. No es extraño que una fuerza como Podemos aparezca en cualquier encuesta como la preferida por los votantes. Un extraordinario spot publicitario del programa El Hormiguero, parodiando el genial anuncio de la lotería, muestra a un imitador de Rajoy acudiendo al bar donde Podemos celebra su éxito. Forzado por Soraya, Rajoy felicita a Pablo Iglesias, quien le responde: «Gracias a vosotros que lo habéis hecho todo. El mérito es vuestro». El spot pone letra pedagógica y música al convencimiento general de que cada caso de corrupción aporta nuevos votos a las formaciones rupturistas. Pero también genera votos para esas mismas fuerzas cada tibieza en la toma de decisiones y cualquier retraso acumulado en afrontar debidamente la grave situación de la vida pública española: o el cambio de política llega ya, o será demasiado tarde.

Este cambio urgente de política no solo se refiere a medidas legislativas más ágiles y a decisiones de gobierno audaces. Se requiere también a un desbloqueo de la Justicia. La politización del Consejo del Poder Judicial, la falta de recursos y la proliferación de jueces estrella es devastadora. Un empresario que compró, con otros, el Real Betis al inefable Lopera, lamenta que la operación esté bloqueada desde hace cuatro años por la jueza Alaya, que acapara cualquier caso de resonancia mediática en Andalucía pero no termina de instruir ninguno, causando graves perjuicios a los imputados que sean inocentes, ya juzgados y condenados por «la pena de telediario».

El 24 de mayo hay elecciones municipales en toda España y autonómicas en trece comunidades. Quizás antes, legislativas plebiscitarias en Cataluña. Y surge un rumor sobre un posible adelanto de legislativas para evitar la consolidación de Pedro Sánchez. Pero si antes no se toman decisiones serias para cambiar de política, las encuestas terminarán confirmándose.

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